Normalmente, la casa de Severus Snape era tranquila y silenciosa. Salvó cuando la única habitante de once años recién cumplidos, se encontraba sumamente ansiosa y nerviosa; por su ida hacía la mejor escuela mágica de Escocia. Mientras se hallaba enfrascada en la ardua tarea de preparar sus túnicas (cortesía de Narcissa Malfoy, que se sabía sus medidas y había mandado hacer las prendas que le pedirían), su sombrero puntiagudo de uso diario, los guantes de dragón y la capa para el invierno (cortesía de Bellatrix Lestrange). Los libros ya se encontraban metidos en su baúl, echo de madera de roble, decorado con una C y una O; pedido por parte de Severus Snape al fabricante de baúles y pagado previamente vía lechuza. La mitad de su ropa se concentraba dentro, solamente le faltaba meter a Pelusa dentro de su jaula. Y podría decir que había empacado exitosamente y sin ayuda. Comenzó a buscar al travieso gato blanco, que disfrutaba meterse entre las mantas de su guardián y quedarse a calentar los grandes pies del hombre. Aunque, esté ya lo hubiera sacado miles de veces a punta de varita, levitándolo hacía los brazos de su descuidada dueña, a quién siempre se le extraviaba.
—Pelusa —lo llamaba Cassiopeía, en susurros; para no despertar a su futuro profesor de Pociones—, ¿En dónde te has metido, gato desaparecido?
El suave maullido, provenía justamente; desde la puerta cerrada con magia, de Severus Snape. Cassiopeía se dio una palmada en el rostro y elaboró un plan dentro de su cabeza, para entrar a la habitación de Snape; sin sufrir un castigo doloroso. Se había pasado los últimos dos meses ayudando a los elfos domésticos de Malfoy Manor en las cocinas y recibiendo clases particulares de todas las materias que tendría en Hogwarts, impartidas por el tutor de su primo Draco, el insufrible señor Ling; que tenía la horrible costumbre de dejarla sentada con un banquillo en la esquina del salón-comedor de sus tíos, con un sombrero puntiagudo hecho de papel, en el que rezaba la palabra "Deficiente", pegado mágicamente a su cabeza. Sí, ese verano no había sido el más placentero que recordará, excepto que gracias a tía Cissy, que le daba chocolates y caprichos maternales, a escondidas de su marido; claro está. Había podido mejorar un poco sus desagradables vacaciones, llenas de trabajos forzados y clases adelantadas de magia.
El grito enfurecido y los chillidos de su pobre gato, fue lo que la trajo de vuelta a la realidad. La puerta de Severus Snape se abrió con estrépito, dejando salir al ocupante no deseado del cuarto; permitiéndole salvar su vida, al menos por unos años más.
Cassiopeía tomó a Pelusa entre sus brazos e intentó escabullirse sin que su guardián la viera. Tuvo que aprender de malas formas, lo arisco que podía llegar a ser Snape por las mañanas. Pero, el petrificus que ejecutó su tutor; le cerró todas las posibilidades de huida.—Cassiopeía —le dijo, en un tono peligrosamente suave—, ¿Cuántas veces debo repetirte que cierres bien la jaula de tú felino antes de irte a recostar por las noches?
La niña mordió su labio inferior con fuerza, intentando elucubrar una excusa que pareciese convincente y así lograr salir ilesa de la situación.
—Es que estuve casi toda la noche preparando mí baúl y hoy, desperté temprano para cocinar nuestro desayuno —mintió, de forma fluida y a la perfección.
Desde lo de su pequeña excursión al Callejón Diagon, las cosas entre su guardián y ella, estaban un poco tirantes entre ellos. Snape se había puesto un poco más estricto con ella (por consejo de su tío Lucius), y le había dicho que irían juntos a King's Cross y que se aseguraría por completo que subiera al Expreso de Hogwarts; sin escapes de por medio.
Había estado manteniendo correspondencia constante vía lechuza con uno de los chicos que conoció en el Caldero Chorreante, era ese simpático y singular Ravenclaw, Brian Lestrange; Cassiopeía le mandó el primer pergamino gracias a la lechuza de Severus, que siempre le ululaba feliz cada vez que ella andaba cerca. Estuvieron así hasta cuando se fue a Malfoy Manor por las vacaciones. El día anterior habían arreglado para encontrarse en la estación King's Cross y de ahí ir hacía la Plataforma 9¾ con los amigos del chico. Aunque, eso significará soportar al arrogante de Matt Burkes durante todo el trayecto hacía el colegio. Pero, lo que ahora tenía que lograr era poder convencer a Snape de que podía ir a la estación sola. Estaba segura que sí los amigos de Brian sabían que su tutor era Severus Snape, le dirían que se alejará de ella.
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Cassiopeia Orwell y la piedra filosofal [Saga: LPDMM #01]
FanficCassiopeia Orwell puede ser que, a primera vista aparente ser una chica tranquila y normal, pero eso cambia completamente cuando a sus once años de edad, la verdad oculta del mundo mágico sale a la luz. Ella, la última del linaje sangre pura real, t...