16. El misterio del profesor Quirrell resuelto.

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Era Quirrell.

—¡Usted! —exclamaron Harry y Cassiopeía, al mismo tiempo.

Quirrell sonrió. Su rostro no tenía ni sombra del tic.

—Yo —dijo con calma—, me preguntaba si me iba a encontrar con ustedes aquí,
Potter y Orwell-Drakonis.

—Pero yo pensé... Snape...

—¿Severus? —Quirrell rió, y no fue con su habitual sonido tembloroso y
entrecortado, sino con una risa fría y aguda—. Sí, Severus parecía ser el
indicado, ¿no? Fue muy útil tenerlo dando vueltas como un murciélago enorme.
Al lado de él ¿quién iba a sospechar del po-pobre tar-tamudo p-profesor
Quirrell?

Harry no podía aceptarlo. Aquello no podía ser verdad, no podía ser. Cassiopeía lo miraba con una expresión que gritaba "te lo dije" a todas letras.

—¡Pero Snape trató de matarme!

—No, no, no. Yo traté de matarte. El amigo de nuestra querida Cassiopeía, el señor Burkes, accidentalmente me atropelló cuando corría a prenderle fuego a Snape, en ese
partido de quidditch. Y rompió el contacto visual que yo tenía contigo. Unos segundos más y te habría hecho caer de esa escoba. Y ya lo habría
conseguido, si Snape no hubiera estado murmurando un contramaleficio,
tratando de salvarte.

—¿Snape trataba de salvarme a mí?

—¡Yo tenía razón!, ¿por qué no acepté la apuesta de Niko cuando aún podía?

—Por supuesto —dijo fríamente Quirrell—. ¿Por qué crees que quiso ser árbitro en el siguiente partido? Estaba tratando de asegurarse de que yo no pudiera hacerlo otra vez. Gracioso, en realidad... no necesitaba molestarse. No
podía hacer nada con Dumbledore mirando. Todos los otros profesores creyeron que Snape trataba de impedir que Gryffindor ganase, se ha hecho muy impopular... Y qué pérdida de tiempo cuando, después de todo eso, voy a matarlos esta noche.

Quirrell chasqueó los dedos. Unas sogas cayeron del aire y se enroscaron
en el cuerpo de Harry y Cassiopeía, sujetándolos con fuerza.

—Son demasiado molestos para vivir, Potter, Orwell. Deslizándote por el colegio, como en Halloween, porque me descubrieron cuando iba a ver qué era lo que
vigilaba la Piedra.

—¿Usted fue el que dejó entrar al trol?

—Claro. Yo tengo un don especial con esos monstruos. ¿No viste lo que le hice al que estaba en la otra habitación? Desgraciadamente, cuando todos
andaban corriendo por ahí para buscarte, Snape, que ya sospechaba de mí, fue directamente al tercer piso para ganarme de mano, y no sólo hizo que mi monstruo no pudiera matarte, sino que ese perro de tres cabezas no mordió la pierna de Snape de la manera en que debería haberlo hecho...

Hizo una pausa:

—Ahora, esperen tranquilos. Necesito examinar este interesante espejo.

De pronto, Harry y Cassiopeía vieron lo que estaba detrás de Quirrell. Era el espejo de
Oesed.

—Este espejo es la llave para poder encontrar la Piedra —murmuró
Quirrell, dando golpecitos alrededor del marco—. Era de esperar que
Dumbledore hiciera algo así... pero él está en Londres... Cuando pueda volver,
yo ya estaré muy lejos.

Lo único que se le ocurrió a ambos niños fue tratar de que Quirrell siguiera
hablando y dejara de concentrarse en el espejo.

—Lo vi a usted y a Snape en el bosque... —dijo de golpe.

—Sí —dijo Quirrell, sin darle importancia, paseando alrededor del espejo para ver la parte posterior—. Me estaba siguiendo, tratando de averiguar hasta
dónde había llegado. Siempre había
sospechado de mí. Trató de asustarme... Como si pudiera, cuando yo tengo a lord Voldemort de mi lado...

Cassiopeia Orwell y la piedra filosofal [Saga: LPDMM #01]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora