Sí le hubieran dicho a Severus Snape, que a sus veintiún años, se quedaría a cargo de la custodia de una bebé de un año de edad; se habría reído en la cara de esa persona y luego, de forma muy mordaz, lo habría invitado muy amablemente a internarse en San Mungo.
Porque él, que era la persona menos indicada para cuidar de otro ser viviente, esos que requerían pañales, biberones, pociones nutricionales y un seguimiento de un medimago. De esos que lloraban cómo locos y hacían berrinches por cualquier ínfima cosa.
Y la verdad sea dicha, estás cuestiones eran aprietos en los que él no deseaba entrar nunca, si es que eso hubiera sido una posibilidad.
Pero, como parecía que Merlín disfrutaba de hacer su vida más difícil, este deseo fue por completo ignorado. Ya que, como era algo normal en Albus Dumbledore, este había decidido pasarse su libre albedrío por los calzones de Circe. Dándole así, como un "regalo" de bienvenida a su nueva vivienda, nada más y nada menos que una pelirroja y gordinflona bebé.
Aunque, está no era cualquiera infante, claro que no, no habría sido Albus Dumbledore detrás de todo ese descabellado plan, sí hubiera sido una simple mocosa muggle. Lo más hilarante y obviamente, frustrante de todo ese berenjenal, es que la chiquilla se trata de la única hija de Cygnus Slytherin y Perseus Orwell-Drakonis, sus ex amigos. A los que, cabe agregar; él mismo había traicionado y los terminaron teniendo, en un misterioso giro de los hechos; el mismo destino que los Potter.
Esto fue un duro golpe tanto para él -que no podía creer que quiénes fueron amigos, ya no estuvieran con vida-, como para Regulus Black, que había decidido irse a trabajar como profesor de una mágica en Rumania; para olvidarse de todo lo que había pasado en esa devastadora guerra. Así fue, como ambos ex Slytherins, rompieron toda amistad que pudo haber entre ellos.
Hubo meses en los cuales Severus supo poco y casi nada de él. Algunas veces escuchaba cotilleos de Lucius Malfoy, que se había convertido en su nuevo amigo; pero estos eran muy escasos y esporádicos, con casi escasa información. Y en otras ocasiones, recibía pequeños informes por parte de Narcissa Malfoy, que era prima con sanguínea de Regulus y solía mantener una correspondencia fluida con él.
Así que, Severus ni siquiera se preocupó por contactarlo, hasta ese momento. Que tenía a una bebé de cabellos pelirrojos y ojos azules eléctricos, sentada en el destartalado sofá de su sala-comedor; mirándolo con una atención que le sorprendía, dada su corta edad.
Estaba esperando que la comunicación vía red-Flu internacional -que costaba más galeones de los que podía llegar a permitirse, con su modesto sueldo de profesor-, para poder hablar con Regulus sin que terminarán gritándose entre sí.-El señor Regulus A. Black, residente de la reserva natural de dragones en Rumania; desea comunicarse vía red-Flu con usted, ¿acepta la comunicación? -le preguntó una bruja, de cabellos castaños y lentes de montura redonda, que a claras luces; estaba disconforme con su puesto en el Ministerio de Magia.
-Sí, la aceptó-respondió Severus, con cierta impaciencia, mientras que impedía a Cassiopeía se llevará el tapón de un vial de una poción a la boca-. No hagas eso. ¿Es que acaso deseas terminar con pústulas por toda tú cara?
La cría se río, para acto seguido; balbucear algo inentendible y para seguidamente, llevarse su pequeña mano, cubierta de saliva hacia la mejilla izquierda del joven de los ojos negros ónix. Que se detuvo a observarla con algo que muchos considerarían ternura.
-Vaya, nunca creí que viviría lo suficiente como para ver a Severus Snape mirando a una persona con algo similar al cariño-dijo Regulus Black, desde la chimenea; con una sonrisa socarrona en el rostro.
-Cierra la boca, Black- espetó Severus, con el ceño profundamente fruncido, a causa de lo que el otro había dicho-. Que estoy metido en esté embrollo por tú culpa, ¿Cómo se te pudo pasar por la mente que yo podría cuidar de una bebé? Mis horarios en Hogwarts son demasiado demandantes, tengo que encargarme de educar a treinta mocosos ajenos o más, por curso y además, no puedo llevar una niña de un año y medio entre ingredientes peligrosos y niños que parecen sólo saber explotar calderos con cosas mal hechas. No voy a exponer a una bebé de esa forma, Regulus; estás loco si crees que lo haré. Si continúas con esto, voy a internarte en San Mungo.
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Cassiopeia Orwell y la piedra filosofal [Saga: LPDMM #01]
Fiksi PenggemarCassiopeia Orwell puede ser que, a primera vista aparente ser una chica tranquila y normal, pero eso cambia completamente cuando a sus once años de edad, la verdad oculta del mundo mágico sale a la luz. Ella, la última del linaje sangre pura real, t...