10. El descubrimiento de Matt Burkes y Brian Lestrange.

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Las mazmorras de Slytherin se encontraban extrañamente tranquilas esa noche.
La lumbre calentaba el frío glacial que constantemente reinaba en la estancia.
Matt miraba el fuego con cariño, nunca le había temido a éste; es más, su padre le había enseñado que el fuego era su gran compañero de vida.
Él tenía una habilidad, que sólo podían heredarlas los varones de la rama principal y únicos vástagos de la familia Burkes. Había muy pocos magos sensibles al fuego y que supieran controlar éste obsequió dado por Lady Magia. El chico Burkes se encontraba entre esas personas. Siempre fue diferente a los otros chicos, callado y retraído. No era muy sociable con los otros niños de su edad. Hasta que, conoció a Brian Lestrange; su inseparable mejor amigo. Que consideraba su hermano; la vida de Matt no había sido fácil. Su madre —una bruja desconocida, que su padre apenas nombraba—, lo había abandonado cuando el tuvo un mes de nacido.
Su padre, Emmanuel Burkes; se hizo mortífago y dejo a su único hijo bajó el cuidado de su padre Giovanni Burkes, un hombre anciano y purista al extremo, que crió a Matthew con la severidad de sus tiempos de infancia.
Él azabache no recordaba una sola vez en la que su abuelo le hubiera dado un abrazó, ni un beso o una muestra ínfima de afectó. Pero, en parte se lo agradecía; sino hubiera sido por su abuelo, su carácter jamás se habría formado.

—¿Vas a estar mirando toda la noche el fuego? —preguntó Niko Dolohv, tras él—. No creo que los ojos te aguanten mucho así.

Matt le miró de reojo, pero no contesto; como era una costumbre en él últimamente. Desde que Cassiopeía Orwell había entrado en su vida, estaba distinto; ya casi no bromeaba y estaba pendiente de que esa niña y su amiga, la sangre sucia de Hermione Granger, no se murieran jóvenes por estar pegadas a Harry Potter.
Aunque, desde que su padre le había enviado esa carta de Azkaban; también se había quedado aún más retraído que en su primer año en Hogwarts. Había sido una tarea difícil ganarse su confianza y extrañamente, ver como cuidaba tan rápido de esa pequeña pelirroja, lo hacía pensar en sus intenciones ocultas.

──¿Cassiopeía ya ha vuelto de su excursión nocturna por los pasillos?─preguntó, cambiando de tema por completo.

─Brian se aseguro de que así fuera.

El chico asintió, como si esa fuera la respuesta que esperase oír.

─Todavía no lo entiendo, ¿por qué deseas protegerla?

─Ella es mucho más que otra estudiante común de Slytherin, Dolohv. Presiento que será alguien muy poderosa, mucho más que el mismísimo Voldemort y que necesita alguien que primero moldeé su mente. Que le enseñe que piezas de ajedrez mover en está partida invisible.

──Muchos querrán asesinarla, sí puede llegar a ser la próxima Lady Oscura...

Matt interrumpió su deatriba con una carcajada serena y musical, que le erizo cada vello del cuerpo al pelirrojo que tenía frente a él. Sólo una vez escuchó que dejaba escapar una risa así y el pobre chico casi termina al fondo del Lago Negro.

──¿Quién dijo que permitiría que desperdiciará su potencial siendo una insignificante Lady Oscura?──replicó, levantándose por primera vez de su lugar frente al fuego──. No, Cassiopeía es una Orwell-Drakonis, futura monarca de nuestro mundo y también es querida por sangre puras como los Malfoy y los Black. Ni siquiera deberá preocuparse por minucias como el Ministerio de Magia, sí ella obtiene el suficiente poder como para controlarles, será invencible.

—Pero, Matt —empezó Niko, un poco preocupado al entender el plan de su amigo—. Sí ella contrae matrimonio con otro mago sangre pura, su apellido quedaría olvidado y su esposo gobernaría en su lugar.
Y sí tiene un hijo varón, el apellido quedará aún más diluido que antes.

Cassiopeia Orwell y la piedra filosofal [Saga: LPDMM #01]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora