Sustos de Neptuno

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Desde que desperté, no me sentía absolutamente bien, comenzando por un adulto que te despierta en tu día de descanso a las siete de la mañana con un ruido inmenso solo por molestar, hasta un par de brazos rotos que me derrumbaban a cada paso que podía dar. 

Realmente me encontraba mal desde un par de días, aunque no lo pudiese admitir, leyendo un par de libros y una espacial novela que me hizo llorar, pude percatarme de la inestabilidad emocional fantástica habitada en mi e imposible de controlar, que por que intentara ocultar, siempre salía a flote.

Luego de haber tomado mis sueños para decidir ir tras ellos y luego regresar a formar una casa... me percaté que mis textos perdían sentido, mis ojos lloraban continuamente y ya no era ese chico romántico que pude continuar siendo hace un par de meses. Ningún libro era suficiente para mi, sus palabras se enredaron en mi cabeza como las ramas en un árbol, plagado de flores moradas. 

¿Como ser un niño espacial cariño, si todo lo que hizo mi cabeza es confundirme entre sus distintas realidades?

Después de volverla a leer me dí cuenta que a veces los sueños no son tan importantes si pierdes tu vida, quizás deberías de tomar ambas, y mezclarlas, quitando caminos, parques, lugares... hasta que todo quede perfecto a la vista (O eso me enseño Tony Stark) así como que las canciones son solo para sonreír por la persona querida y no para llorar pensando en todo lo que hiciste mal. Dirigí mal mis pasos y me atasqué tristemente, ayer, llorando escondido tras Evan quien confundido solo sabía enviar los pocos mensajes que le había enseñado en caso de sucederme algo, el pobre quedó perdido vagando por las calles, el dueño de éste cuerpo había entrado en una terrible crisis en cuanto recibió una llamada diciendo que nuevamente su solicitud de transición había sido rechazada, misma que camuflajó con un asunto de negocios para que nadie mas a su alrededor se enterara. Neptuno a su lado seguro no comprendía nada, y detestaba el humor de mierda que éste había tomado de un momento para otro, pero esa era su vida entera aunque no lo supiera, y ahora estaba mas roto que en cualquier instante. 

Se había jurado que si todo saldría bien, regresaría a su estabilidad total en uno o dos años, que sería lo que tardaría la gran parte de su tratamiento, pero todo era un total desastre, el pequeño Neptuno tendría que disculparlo pero huiría llorando en aquel atardecer, dejando solo un simpático menor que cruzaba las calles sin cuidado y confundía el camino a casa con el camino a Luna. Y volvemos a despertar en la mañana de hoy... una taza de avena llenó mi estómago sin más mientras madre solo decía todo lo que tenía que hacer el día de hoy, mis ojos con ojeras hacían parecerme enojado, o algo así, dejé el celular en casa, dudo querer saber algo de el en días, y otra vez mis preocupaciones solo se llenaron de querer tener un par de manos marcadas con venas y un pecho firme en el que el amor de mi vida se pueda recostar. 

Tengo tanto miedo del mañana porque ahora me doy cuenta que tan dependiente soy aun si digo que no. 

Y suspiro.

Porque quizás tenga que terminar aquel libro lo mas pronto posible.

Y lloro. 

Porque no quiero quedarme solo de nuevo, realmente necesito verle bajo la sombra de un café. 

Y espero, atento al teléfono. 

Sé que dije no quería saber nada mas de él, pero realmente estuve todo éste tiempo pendiente esperando recibir un mensaje tuyo. 


 Te juro que ahora las estrellas no pueden tocar mi mente. 

Cosmos: El chico de las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora