Leonard y los tulipanes

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¿Alguna vez pensaste que realmente no eras bueno para una materia? 

Así se sentía Leonard cada que veía la libreta de Lógica y Ética intentando repasar, al igual que con el amor y la vida, todo era un rumbo directo a reprobar que no podía detener. Lloraba cada noche pensando lo triste y vacía que era su vida, los pocos amigos que contenía dentro de aquel lugar se habían desvanecido a consecuencia de su mal humor, su madre le detestaba cada día un poquito mas por lo mal hijo que llegaba a ser y su chico ahora no le mandaba mensajes pues al parecer se había encontrado con alguien mas. 

Alguien mejor. 

Escribió en las hojas de una libreta sollozando, al final de sus apuntes de repaso, olvidando completamente que al siguiente día sería aquel complicadísimo examen. Las manos le temblaban un poco debido a las tántas veces que había golpeado el puño contra el piso, no era de esos chicos que pegaban el muro de la pared, prefería el frío piso, justo donde tenía su autoestima. 

"La lógica... es la ciencia que estudia los pensamientos, proviene del latín logos, la natural la poseemos en mayor o menor medida, la científica es desarrollada por medio de mayores conocimientos que generamos con el tiempo y yo no genero otra cosa que no sean ganas de llorar porque soy un maldito débil"- Declamó delante de su pequeño cordero de peluche volviendo a golpear el suelo. 

Observó su celular y un mensaje le iluminó los ojos, esa su novio, abrió en mensaje y tan pronto como la sonrisa le creció por saber que no se había olvidado de él, las comisuras volvieron a caer, "Iré al bar con un amigo, no me llames, llegaré tarde" Tumbó su cabeza sobre el esponjoso cuerpo del blanco ser que le acompañaba, no quedaba otro remedio mas que ver como volvía a quedarse solo, realmente no era bueno en nada mas que servir tragos en su trabajo y ser servicial. Eran las cuatro de la tarde y con un pestañeo dieron las cinco de la mañana, sin ganas de la vida se arrastró por el lugar alistándose con lo necesario para su prueba, el uniforme arrugado, los zapatos con algo de pasta para dientes y el cabello sin acomodarse si quiera, por supuesto de aquella manera no podría presentarse a el colegio así que intentó hacer algún milagro en el camino y consiguió su pase. 

"Dos sobre seis, asqueroso Nietzsche"- Fue la única oración mencionada por el superior que a continuación le barrió con la mirada, era demasiado obvio con su estado pesimista nunca pasaría. 

Pasó al trabajo, solo para que le dijeran que no le necesitarían mas, desafortunadamente había cometido muchos errores en los últimos días y se había convertido en alguien ineficiente; cabizbajo, regresó a casa y a lo lejos a través de una brillante luz en el pasillo del vecindario pudo ver al dueño de su vida besándole con la mayor ternura del universo al jovencillo perfecto, sin duda estaban enlazados por un divino y fuerte cordón rojo. 

Las lágrimas ya no se producían y su piel había pasado de canela a blanca, perdía el color  junto con los pocos trozos de corazón que aún le quedaban, y los tulipanes ya no eran tan altos como las canciones decían. 

Pobre Leonard, tirado de un puente su cuerpo quedó. 

Verdaderamente no era su día, no era su vida. 


Con dedicatoria a mi amigo de amores y engaños, al principio esta historia narraba su vida camuflada de tener una novia, gracias a la valentía uno más sale del clóset así que puedo redactarla como es debido.

Y VENGAN YA MIS PEQUEÑOS, QUE LA ROPA LINDA ESTÁ PARA USARLA, NO PARA GUARDARLA UNA VIDA AHÍ.

Cosmos: El chico de las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora