Ángelo

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En un cosmos donde las personas no tiene nombres propios sino mas bien son conocidas como "El chico del sombrero" o "El chico doble carne", existía el chico de las estrellas, un ser de abundante cabello y manos regordetas, un simple adolescente. 
Escribía en todos lados y sus decisiones pocas veces eran incorrectas, pero si pasaba ello, que feas se ponían las cosas... Tenía muchas cosas en su cabeza y la cabeza estaba en muchos lugares, quien diría que incluso viendo un ticket podía imaginar una película, quien diría. 

Protagonista de cintas como: A un cruce de tí, 20 cm sobre el  cielo, Viendo la misma luna, Pequeño neptuno... y demás, en conjunto con su bello Piscis, ahora se encontraba escribiendo algo nuevo, algo mientras iba en el autobús. Justo en el asiento de adelante, dos niños se encontraban, Ángelo y La niña de los sueños, los notó desde que subió al transporte pero no quiso asumir nada, eran hermanos, hijos del conductor, realmente no conocía sus nombres pero les quedaba muy bien, eran muy contrarios, ella, una niña alta en colores rosas con el cabello recogido lacio y algo regordeta, mientras que él, de complexión delgada, ropas grises y cabello un poco largo ondulado. Curioso del existir terminó por sentarse donde lo mencionado y les observó, Ángelo sacó sus diminutas manos del suéter con agilidad y sujetó la barbilla de su hermana ántes de que ésta terminara por caerse dormida, mientras que ella prófuga del sueño solo cerraba los ojos y se deladeaba. Era tan adorable verles, como el se esforzaba por su comodidad, cambiaba de posiciones sus manos, las ponía en su oreja, o en su nuca, evitando que la pequeña no chocara y se lastimara, mientras que ese divino ser le decía: no te preocupes, duerme, te cuidaré. Procurando no terminar igual caído en los brazos de Morfeo.

Su nombre es Ángelo, pues pareciera un ser divino de bondad, ojalá hubiera tánto amor en todos los niños del mundo.

Alfín un par de hermanos que no se peleaban, que suspiraban amor y hacían el día de cualquiera que los viera. Así, de pronto, ella calló en las piernas de Ángelo, y la mejilla de el sobre su hombro, dormían, y parecían completos. 

Cuando menos se percató, nuestro joven escritor era hora de bajar, tenía que retirarse, pero que deleíte había vivido, colocó su abrigo sobre los menores y cuando planeaba irse... le tomaron la maño. 

-Gracias.- Susuró el pequeño ángel y le depositó un beso en la mano. -Neptuno tendrá un buen esposo.

Sonrió sin mas, despreocupado de la predicción y bajó, no podía arrepentirse de tomar ese auto, a esa hora, en ese lugar, pues son pequeñas cosas las que le hacen la vida, como el pequeño de metro y medio con anillo a par. 


Cosmos: El chico de las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora