El sol de la tarde empezaba a languidecer perezosamente cuando Lucifer aparcó su Corvette en el puerto de la Bahía de San Pedro, en el sur de Los Ángeles.
Aquella zona del puerto estaba controlada por el club de Los Diablos y destinada en exclusivo al almacenaje privado. E ilegal. Un lugar perfecto para esconder tesoros como el que él guardaba ahí.
Era Maze quién había hecho tratos con los miembros de Los Diablos, una pandilla de moteros que se dedicaba al contrabando de armas y drogas. Su demonio le había asegurado que era el lugar ideal para mantener las alas de ángel a salvo de ladrones.
El guardia de seguridad le impidió el paso cuando Lucifer se disponía a cruzar la barrera que separaba la calle de la entrada a aquella sección del puerto.
—¿Dónde se cree que va, señor? ¿Tiene autorización? Porque esto es propiedad privada.
Lucifer miró al hombrecillo de mediana edad con pena, desde la altura de su metro noventa.
—Buenos días, humano gris de existencia mediocre.— Lucifer le alargó la mano, esbozando la más encantadora de sus sonrisas. El hombre no se la estrechó.— Me llamo Lucifer Morningstar, propietario del Lux y el diablo sobre la Tierra.
—Oiga, no estoy para aguantar las bufonadas de un tipo británico cualqu...
—¡No, claro que no! Seguro que está muy ocupado apostando en el póquer online dentro de esa caseta de dos metros en la que se pasa diez horas al día.
—¿Cómo sabe lo del póquer?— se asustó el hombrecillo, palideciendo.
—También sé que no se le levanta y que su mujer no está nada contenta con su pobre rendimiento sexual. Pero todos tenemos nuestros problemas, ¿verdad?
—No se me levanta porque la hija de puta no me pone cachondo desde hace veinte años.— soltó el guardia de seguridad mirando a los ojos a Lucifer.
—¡Vaya!— rió Lucifer. El hombre abrió mucho la boca, confuso por la inesperada confesión que había salido de su boca.— La culpa siempre es de ellas, ¿no? Amigo mío, debería ponerse al día con la lectura feminista de la cuarta ola.
—¿Ayudará eso a que se me ponga dura?
—Ciertamente no, pero al menos será menos capullo.— Lucifer le dio una palmada en la espalda y lo apartó de su camino con displicencia.— Y ahora si me disculpa, tengo algo más urgente de lo que ocuparme.
Dejó atrás a aquel infeliz y se adentró en el almacén que Maze le había indicado. Este estaba lleno de enormes contenedores de distintos colores, llenos de mercancía ilegal y de contrabando. Como sus alas celestiales.
Sintió un picor fantasma en la espalda, ahí dónde habían estado las alas. Lo notaba desde que se las había cortado, molesto e incansable. Comprobaba cada mañana que las cicatrices continuaban en su sitio y así era. No había cambiado nada. Pero la sensación de picor se mantenía y lo molestaba sobremanera. Era como que no se podía librar nunca del todo de las dichosas alas.
El contenedor rojo a su nombre estaba al fondo del almacén. Comprobó los números de referencia que Maze le había dado. Era el correcto.
Estaba sellado con una cadena de hierro que mantenía cerradas sus puertas a intrusos indeseables. Lucifer las arrancó como quien arranca los delicados pétalos de una flor. El ruido del hierro al caer al suelo del almacén rebotó en las inmensas paredes.
Al abrir el contenedor vio el arcón etrusco que Maze había colocado para despistar a posibles ladrones. Lo ignoró y tocó la pared del fondo del contenedor, que se abrió con un ligero chasquido.
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The Fallen One [Lucifer]
FanficEn el principio el ángel Lucifer fue desterrado del Cielo y condenado a gobernar en el Infierno para toda la eternidad. Hasta que decidió tomarse unas vacaciones. ••• Fanfic precuela basado en la serie Lucifer (Netflix) y en los cómics de DC. Si no...