19.- Billete al Infierno

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La moneda de Pentecostés flotaba sobre la palma abierta de Lucifer, girando sobre sí misma una y otra vez. Lucifer miraba sin ver como la moneda iba dando vueltas, enseñando ambos lados sin detenerse.

El Lux estaba vacío, con la mitad de las luces encendidas. Habían vuelto de la amena visita al padre Preston y Leraie había decidido ir a comisaría a retirar la denuncia, puesto que ya no tenía sentido seguir molestando a la agente Decker.

En cambio, Lucifer había optado por ponerse cómodo y servirse una copa de bourbon en la sosegada soledad del Lux. Se la había ganado.

Habían pasado muchos siglos, pero el momento en que Caín le había entregado la moneda a cambio de no ir al Infierno aún estaba muy presente en su mente. 

Al contrario de lo que muchos creían no había sido él quién había corrompido a la humanidad. No, no, los humanos creados por las manos de su padre se habían vuelto malvados y despreciables sin su ayuda, mucho antes de que a él se le conociera como el diablo. Cuando aún le llamaban Samael y vivía en La Ciudad de Plata, él mismo había contemplado como Dios otorgaba el libre albedrío a su creación. Un grave error, vistos los resultados.

Dios se había quedado horrorizado ante los resultados y había intentado enmendarlo de varias maneras. Una de ellas había sido crear un rincón oculto en la Tierra al que llamó Edén y el que había creado dos humanos puros como la luz: Adán y Eva. Una nueva oportunidad para empezar de cero. Si todo salía bien con aquellos dos nuevos seres, Dios borraría todo de la faz de la Tierra y la poblaría con sus descendientes, como si nada hubiera pasado.

Lamentablemente para su padre, aquel nuevo proyecto suyo había coincidido con los peores años de Lucifer: los que siguieron al destierro y al exilio de la Ciudad de Plata. Insubordinado, humillado e incapaz de someterse al destino que Dios le había obligado a aceptar, Lucifer había vagado por la Tierra buscando venganza y había hecho cosas de las que no estaba precisamente orgulloso.

Por eso había seducido a Eva, ofreciéndole la máxima tentación que conocía: él mismo. Y ella había caído. Habían hecho el amor infinidad de veces a espaldas de Adán, escondidos en cada rincón de aquel lugar que habían llamado Edén, y que no era más que una zona agreste del norte de Grecia. 

Eva, tan risueña e inocente, bonita como una flor silvestre, expulsada del Paraíso por su culpa. Lucifer se arrepentía de ello, aunque su historia de amor con Eva había sido una de las cosas más hermosas que le habían ocurrido. Aún de vez en cuando pensaba en ella, en sus bucles oscuros y en sus ojos negros. Se preguntaba si Eva sería feliz con la decisión que había tomado de arreglar su matrimonio con ese estúpido de Adán, y si alguna vez volvería a verla.

Pero aquello no había sido lo peor que había hecho en su vida. Susurrar en el oído de Caín para que matara al memo santurrón de Abel había marcado un antes y un después en su vida. Lucifer había vertido palabras odiosas en el alma de Caín, que ya odiaba suficiente a su hermano. Sabía cuánto significaban para Dios aquellos dos humanos y dañarlos le parecía una buena venganza contra su padre.

Cuando Caín, cegado de celos, había matado a su hermano, Lucifer se dio cuenta que aquel era el papel que se esperaba de él: ser malvado. Pero no se sentía satisfecho y por ello se negó a aceptarlo.

Desde entonces jamás había vuelto a intervenir en la existencia humana. Ni para bien, ni para mal. Se había limitado a castigar a las almas que llegaban al Infierno, algo que siempre había disfrutado, y aquello había sido todo. Ni siquiera había permitido nunca que sus demonios asesinaran a humano alguno, aunque les había dejado divertirse con posesiones y demás entretenimientos.

Cuando había llegado el momento de la muerte de Caín, este había comprado la propia salvación de su alma con la moneda de Pentecostés. Y Lucifer, sabiendo que aquello enfurecería a su padre, la había aceptado. Desde entonces Caín vagaba por la Tierra como un alma inmortal, sin poder morir jamás. Lo último que sabía de él es que se había convertido en un monstruo sin sentimientos.

The Fallen One [Lucifer]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora