15.- Odio lo de la cabra

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Chloe Decker escuchó su relato con suma atención, con aquellos ojos azules tan despiertos, que desprendían dedicación a su trabajo y no poca inteligencia. Lo extraño de todo es que a Leraie le resultaba familiar. Pero era incapaz de ubicarla en sitio o momento alguno.

—¿Y dice que es una moneda antigua de colección?— preguntó Decker, tomando nota de todo de forma muy diligente.

—Algo así. Es de hierro, con Jesús crucificado en un lado y un pentáculo en el otro, en forma de carnero. En el lado de Jesús hay una frase en hebreo, que significa "Creemos en Dios". En el otro lado, hay una frase en arameo: "En Dios estamos condenados".

Al escuchar aquello la agente Decker levantó la vista y la miró con curiosidad.

—Un momento, ¿un pentáculo?

—Una estrella de cinco puntas. Lo que los humanos conocéis por una estrella satánica.

Chloe Decker siguió observándola levantando una ceja, pero continuó apuntando la información de manera concienzuda, con el semblante imperturbable.

—¿Su jefe le dijo a alguien que tenía esa moneda en su poder?

—Sí, a varias personas que se acostaron con él. Pero me asegura que nunca les dijo dónde la guardaba.

—Necesitaré los nombres de todas esas personas.

—¿Cuántas horas tiene, agente Decker?— contestó Leraie. La policía sacudió la cabeza, incrédula.— Quiero que entienda que se trata de una moneda con un alto valor cultural. No es una chuchería cualquiera. Necesitamos encontrarla cuando antes.

—Entiendo. Daremos aviso a diferentes coleccionistas de antigüedades y a las casas de empeño de Los Ángeles por si alguien intenta venderla. También investigaremos entre las diferentes sectas satanistas de la ciudad.

—¿Sectas satanistas? ¿Se refiere a gente que adora a Satanás?— preguntó la demonio, inclinándose sobre el escritorio de la policía con súbito interés.

—Bueno, me ha dicho que su jefe se hace llamar Lucifer Morningstar y que va diciendo por ahí que es el diablo. Es una moneda con un estrella satánica grabada, así que parece un pequeño tesoro para quienes practican el culto al diablo.

—Joder.

—Señorita Smith, siendo una pieza de coleccionista también deberíamos buscar huellas o pistas en la vivienda del señor Morningstar.— Chloe la miró, dubitativa.— Disculpe la pregunta pero ¿es ese un nombre artístico?

—No, más bien un regalo de Dios.— Leraie se levantó, impaciente por irse. Firmó la denuncia que Decker había redactado y le estrechó la mano con cordialidad.— No habrá problema en acudir al ático de mi jefe, tiene mi número de teléfono. Avíseme con antelación, no tocaremos nada.

Antes de irse, Leraie se giró para mirar por última vez a la agente Decker, que estaba archivando la denuncia muy concentrada.

—Disculpe, agente Decker. ¿Nos hemos conocido antes? ¿Es usted asidua al club swinger Joi? El que está en Boylston Street.

La policía la miró, con la boca abierta y las mejillas coloradas. Parecía un poco ofendida por la insinuación de que frecuentara clubs de libertinaje sexual. Leraie no entendió que podía ser ofensivo en ello.

—No y no. Por supuesto que no.

—Me sigue resultando familiar.— dijo Leraie para si misma, caminando hacia la salida.

Un sol radiante la cegó cuando dejó la comisaria de Beverly Hills. El Corvette negro de Lucifer la esperaba enfrente, silencioso y elegante. Leraie busco en su móvil el número del Lux y pidió que la pasaran con el ático, dónde un furioso Lucifer seguía colérico por el robo.

The Fallen One [Lucifer]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora