Estrellitas bonitas

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El frescor de la mañana lo hace sentir escalofríos, buscando calor bajo las mantas y el tibio cuerpo que abraza. Pareciera que fue un sueño todo lo que ha pasado junto a ese hombre de cabellera oscura.

Como sí estar en esa casa remodelada no fuera real. Como sí no hubiera un itinerario para ir a trabajar ese día porque es fin de semana. Como sí lo que iba a ocurrir ese día no fuese tal cosa. Como sí su vida no fuera ya bastante perfecta.

El cuerpo junto al suyo se removió queriendo buscar más contacto de él, pasando un brazo sobre su torso para abrazarlo también y dejando salir un suspiro relajado. Le acaricia los cabellos despeinados que cubren parte de su frente; sonríe al ver el bonito anillo en su dedo anular, donde ha estado la mayoría del tiempo desde hacía cuatro años.

¿Dos años después de que Jungkook fuese a vivir con él? Eso lo convertía en seis años de relación ¿Cierto? Taehyung recién despertado se sentía lento al hacer cuentas.

A lo lejos ve la fotografía de su boda colgada en la pared de la habitación. Algo pequeña pero le es suficiente reconocerse para recordar ese día que lo tuvo al borde de una crisis. Porque admitámoslo, ver a Jungkook entrar al recinto con un traje oscuro sin corbata, usando un andador y caminando.

Dios, caminando.

Con tanto cuidado y con sus padres a cada lado, con sus hermanos detrás de ellos incluso; le pareció ver al Jeon mayor llorar en silencio. Luciendo tan nervioso como él, porque le había insistido que quería ser quien entrase por esa puerta, que lo viera ir hasta él. Que le dijera que eso era gracias a su dedicación. Que pudo llegar hasta el altar, aún con dificultad, por él para decirle cuanto lo ama.

Tampoco iba a mentir sobre su relación, a veces con discusiones sobre cosas tontas o importantes cuando sus opiniones no coincidían; como al comprar esa casa, porque Taehyung quería que pudieran tener algo mejor y Jungkook se rehusaba a que el castaño pagase todo lo que adquirirla implicaba.

Cuando una vecina intentó coquetear con Taehyung porque eran nuevos en el vecindario y Jungkook había dejado salir sus celos sin pudor, saliendo con ayuda de su andador, odiando no poder tener aún suficiente fuerza para ir corriendo, pero llegando hasta ahí para pedirle muy lindamente que lo dejase en paz porque es su hombre, su destinado y esposo. Luego Taehyung se vio conteniendo la risa cuando decidió colgarse de su hombro y pedirle que lo llevase dentro, de nuevo, cargando. Y así lo hizo, enganchando el andador con un brazo y cargando a Jungkook como princesa mientras este, está muy seguro, le sacó la lengua a la mujer con pestañas postizas.

Muy infantil de recién casados.

Esa noche tuvo que llenar de mimos a su querido esposo que seguía renegando sobre que esa mujer le caía mal. Al menos ya se había mudado.

Eso había sido un arreglo que también tuvieron que modificar. Cuando hacían el amor en la intimidad de su casa, y Taehyung siempre amanecía con la misma pregunta de sí no le había hecho daño o sí fue muy brusco. Desesperó a Jungkook un día, claro que lo hablaron, claro que lo arreglaron. Como siempre ellos consiguen funcionar a pesar de todo. Hechos para encajar en sus vidas y sabiendo amarse como se merecen.

-¿Listo para hoy?- Jungkook gruñó en respuesta.

-Dos horas más.

-¿Dos?- alzó ambas cejas, su esposo mantiene los ojos cerrados, demostrando cuanto disfruta de las caricias dadas en su rostro.

-¿Quieres que te diga cinco minutos y quedarme las dos horas?

Eso era algo que también le encantaba, poder seguir sintiendo como sí fuera hace seis años, haciendo sus pijamadas y debates sobre cosas triviales.

Mikrokosmos / TaeKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora