A ti, abuela.

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Rocordaba tenerte en los pequeños rincones de mi vida, en aquellos que nadie visitaba. Recordaba encontrarme con tu cara dulce, esa cara que hicieras lo que hicieras se alegraba por verte. En los rincones más oscuros ahora te busco... Y espero encontrarte de nuevo en mis sueños. No sé porqué te busco ahora que no estás. Supongo que falta tu cariño me hace... Ya no estás cuando esa eternidad te esperaba... Ahora cada vez que sueño, o miro el cielo me imagino si ahí habitarás. No había nada como el tacto de tu piel o tus consejos enormes que nunca supe entender hasta que ya era demasiado tarde. Que hablan de eternidades cuando no saben ni lo que era tenerte. Me ayudabas sin pedir nada a cambio y nublabas la vista casi de una forma inadmisible cada vez que te pedía algo. Recuerdo los últimos días al visitarte que seguías estando feliz aún después de saber que te estaba visitando la muerte. Mi pequeño ángel, mi pequeña heroína. Tú sí que sabías sacarle partido a la vida, tú sí que sabías adorar lo que nadie más podía y era verte y ver lo buena persona que podías llegar a ser. Mi luna de ojos azules. Quién podría decirme que se acabaría tan rápido... Que no pudiera disfrutarte todo lo que hubiera querido de mi pequeña infancia. Quiero pensar que aún a lo lejos vas a estar escribiéndome los mensajes que necesito en el alma... Que vas a volver ha hablarme o que quizá algún día vuelves a aparecer para poder decirte lo mucho que te quiero tan solo un segundo más o tan solo lo que llegue a durar el sueño... Que espero que si se haga eterno.

Problemas adolescentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora