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PARTE DOSCAPÍTULO TREINTA Y NUEVE

"SU PRIMER AÑO"

Actualidad

Kings Cross, Inglaterra

Karissa

Caminamos por la abarrotada estación, como ya era acostumbrado en todos nuestros años en los que anteriormente trajimos a alguien, o asistimos nosotros a la escuela mágica.

Rosa y Seth estaban cerca de la entrada despidiéndose de una de sus mellizas y su hijo menor, Trisha y Shane, pues fueron de sus únicos cuatro hijos en conseguir la magia. Ella iba a cursar apenas su segundo y primer año, y como Rosa no podía cruzar la plataforma se despedían en la estación.

Mark y Ginger también nos acompañaban, al igual que mi hermana, Mark ni podía cruzar. Los dos únicos hijos de ellos, Ronan y Robin asistían también en la escuela, en su cuarto y tercer grado respectivamente.

John igualmente nos acompañaba y se despedía de su única hija, Hayley, dentro del andén 9 y ¾ que iba a entrar a su segundo curso.

Mis amigos Lily y James —quienes se despedian de su primogénito que iba a cursar primer año, Jeremy—, además de de Molly y Arthur —quienes se despedían de Charlie quien iba a su sexto año, Percy quien se acoplaba a su cuarto año, Fred y George quienes asistirían a su segundo año—, y Andrómeda y Ted —quien acompañaban a su única hija a su sexto año, Tonks—, se despedían de sus hijos dentro del andén.

Mientras que yo cargaba a la menor de mis hijos, mientras que Abby lo hacía con Gavyn y Gwendolyn caminaba con rapidez frente mía.

Mi hombro es golpeado haciendo de que voltee hacia la dirección, ahí estaba un hombre, un poco más grande que nosotras, confundido mirando a los lados, me ve unos minutos para luego sonreír en tono de disculpa.

—Disculpa —dijo el, con su cabello largo hasta un poco arriba de los hombres—. De casualidad no sabrías, ¿donde se encuentra el andén 9 y ¾?

Lo mire confundida, mientras dirigía mi mirada hacia una pequeña a su lado, tenía la apariencia de la edad de mi hija mayor, y le sonreí.

—Eres un muggle, eso lo explica —le dije. Le hice una señal para que me siguiera, pues mi hija y amiga ya estaban en la entrada esperandome—. No puedes pasar, así que recomiendo que te despidas de tu hija, ella solo deberá pasar por ese muro y llegará al andén.

—Gracias —dijo el desconocido. Yo solo asenti y me encamine hacia ellas.

Mis sobrinos ya había entrado, y mis hermanos se despidieron de nosotras para luego irse. Mientras que nosotros entramos.

𝓛𝓮𝓳𝓪𝓷𝓸𝓼 𝓡𝓮𝓬𝓾𝓮𝓻𝓭𝓸𝓼 | 𝘴. 𝘣.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora