Capítulo 1: Nunca me he sentido tan ligero.

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Prólogo

El ruido cesó tan repentinamente como había comenzado. El estrado temblaba bajo Clary y sintió como el peso se derrumbó sobre ella. Ella levantó la vista y vio que el fuego se había ido, aunque el suelo estaba lleno de cicatrices y los dos tronos estaban ennegrecidos,  el oro en ellos ya no era brillante pero estaba chamuscado, quemado y derretido.

Sebastian estaba a pocos metros de ella, en su espalda, había un gran agujero ennegrecido que iba hasta la parte delantera de su pecho. Volvió la cabeza hacia ella, con el rostro tenso y blanco con dolor, y su corazón se contrajo. Sus ojos eran verdes. La fuerza en sus piernas dejó de funcionar. Ella se derrumbó al estrado en las rodillas.

—Tú —susurró, y ella lo miró horrorizada con fascinación, incapaz de apartar la mirada de lo que ella había forjado. Su rostro era completamente sin color, como el papel estirado sobre hueso. No se atrevió a mirar hacia abajo -a su pecho-, donde su chaqueta había caído; ella podía ver la mancha de oscuridad a través de su camisa, como un derrame de ácido.

—Tú pusiste...  El fuego celestial... en el filo de la espada.—Murmuró con dificultad  —Fue algo tan hábil de tu parte.

—Fue una runa, eso es todo.-  Respondió ella, de rodillas por encima de él, con los ojos en busca de algo. Él parecía diferente, no sólo sus ojos, la forma de su cara. Tenía la mandíbula más suave, su boca sin su cruel giro.

—Sebastian...

—No. —Refutó. — Yo no soy él. Yo-soy- Jonathan. —Susurró. —Soy Jonathan.

—¡No!— Gritó a lo lejos Luke, con voz ronca. —¡Vuelve!

Jocelyn se acercó empujado a cualquiera que estuviera en su camino, cuando llegó a la tarima, se acercó a Sebastian- Jonathan y luego se congeló, de pie sobre él, mirando hacia abajo con una expresión de asombro, mezclado con un terrible terror.

—¿Madre?—,  Dijo Jonathan. Él estaba mirando, casi como si él no pudiera enfocar sus ojos en ella. Empezó a toser. La sangre corría desde su boca. Su respiración era tan inestable que su voz se apagó notablemente.

—Yo sueño a veces... —Continuó Jonathan— a un muchacho de verdes ojos, un muchacho que nunca fue envenenado con sangre de demonio, un chico que podría reír y amar y ser humano, aquel chico por el que lloro todas las noches..., pero ese muchacho nunca existió.

El rostro de Jocelyn se endureció, como si fuera armándose de valor para hacer algo. Se arrodilló por la cabeza de Jonathan y la sostuvo entre sus brazos para dejarla en su regazo.
Clary, quien era la más cercana a la escena, la  miró y no podía dar crédito a lo que veían sus ojos, su madre no podría haber hecho eso. Pero la entendía, su madre pudo haberse  culpado así misma por la existencia de Jonathan.

Así como ella lo soñó, tal vez Jocelyn también tenía de vez en cuando sueños con su hijo muerto. Había algo en su expresión decidida que dijo que  lo había visto, y ahora que era el chico de esos sueños, iba a protegerlo.

En el momento en que Jocelyn cuidó de él, Jonathan respiró aliviado, pero ya era demasiado tarde, había espuma sanguinolenta en sus labios.

—Lo siento—, dijo con un jadeo.

—Estoy tan...— Sus ojos siguieron a Clary.—Sé que no hay nada que yo pueda hacer o decir ahora que me permita morir con la más mínima de gracia—, Sollozó con dificultad. —Y yo apenas puedo culpar.... Pero yo soy. . . Lamento. Estoy. . . lo siento.

Clary se quedó sin habla. ¿Qué podía decir? ¿Está todo bien? Pero no se encontraba bien. Nada de lo que había hecho estaba bien, no en el mundo, mucho menos ella. Había cosas que no podía perdonar. Y sin embargo, él no los había hecho, no exactamente. Esta persona, el niño que su madre sostenía como si fuera su penitencia, no era Sebastián, él era su... Hermano.
Pero eso no bastaba.

—No— ,  refutó, y entrecerró los ojos.

—Sé que lo él hizo, hice. —Se corrigió Jonathan— es imperdonable. Pero todas las familias deben perdonarse, todas las familias deben... —Tosió. —Toda la parte mala que había en mí murió, lo mismo sucedió con Jace, Gloriosa no le hizo nada porque él es bueno. —Jonathan se empezaba por expulsar la voz de su garganta, pero cada vez era más difícil para él. —  Sé que no hay nada en mí que sea bueno,yo nací para ser toda corrupción. Y sé que siempre verán el fantasma de alguien que podría haber sido, eso es todo.

Jocelyn estaba llorando, las lágrimas cayendo silenciosamente por su rostro, pero era tan extraño lo que pasaba, que Clary no pudo entender la intención de Jocelyn, solo la vio sentarse muy quieta. Su espalda era recta.

—Toma mi espada.—dijo Jonathan, su respiración entrecortada, indicando a Phaesphoros , que había caído unos pies de distancia.

—¿Qué está haciendo?— Preguntó Clary, y ambos vieron como Jace levantó la espada y cortó limpiamente hacia abajo en el cuerpo de otro demonio, parecía obvio.

—Lo siento... Nunca debí haber hecho...—No pudo terminar cuando una ola de espasmos le recorrió el cuerpo.

—Jonathan...

–Ódiame. Alégrate cuando muera. Lo último que me gustaría hacer ahora es traer más dolor.— Clary miró a su madre; Jocelyn estaba quieta en posición vertical, sus lágrimas cayendo silenciosamente. Clary aspiró profundamente. Recordó una plaza en París, con Sebastian al frente de una pequeña mesa, él le dijo:

¿Crees que puedes perdonarme? Quiero decir, ¿crees que el perdón es posible para alguien como yo? ¿Qué hubiera pasado si Valentine te hubiera educado conmigo? ¿Me habrías amado?

—Yo no te odio —dijo finalmente. —Odio a Sebastian. A ti no te conozco.

Los ojos de Jonathan se cerraron.

—Yo soñé con un lugar verde una vez —él susurró. —Una casa, una niña con el pelo rojo que se estaba para una boda. —Cerró suavemente los ojos, como si estuviera dibujando en su mente aquella escena. —Si hay otros mundos, tal vez hay uno donde yo era un buen hermano y un buen hijo.

—Pensé que no podías soñar. — ella tomó una respiración profunda – Valentine llenó tus venas con veneno y luego te crió con odio; nunca tuviste una opción. Pero la espada quemó todo eso, tal vez esto es lo que realmente eres.

Él tomo una respiración entre cortada.

—Eso sería una hermosa mentira para creer —. Contestó y aunque parezca increíble, el fantasma de una sonrisa, amarga y dulce, pasó por su rostro.

—El fuego de Gloriosa quemó el veneno de demonio en mi sangre. Toda mi vida ha arañado mis venas y ha cortado mi corazón como cuchillas, y me pesaba como plomo durante todo este tiempo y nunca lo supe. Nunca supe la diferencia. Nunca me sentí tan... Ligero —dijo en voz baja, luego sonrió, y cerró los ojos, y murió.

Clary se puso lentamente de pie, miró hacia abajo, su madre estaba de rodillas sosteniendo el cuerpo de Jonathan en su regazo.

—Mamá — susurró Clary, pero Jocelyn no la miró, un momento después alguien le apretó el hombro a Clary, y a continuación, se arrodilló junto a Jocelyn con su mano en el hombro. Clary se dio la vuelta; ella no pudo soportarlo más. Oyó la voz de Jonathan en su cabeza mientras bajaba las escaleras: nunca me he sentido tan ligero.

Avanzó a través de los cadáveres e icor en el suelo, entumecidos y pesados con el conocimiento de su fracaso. Después de todo lo que había hecho, no había manera de salvarlos. Ellos la estaban esperando: Jace, Simon, Isabelle, Alec y Magnus. Magnus parecía enfermo, pálido y muy cansado.

—Sebastian está muerto —dijo, y todos ellos la miraron, con sus rostros cansados y sucios, como si estuvieran tan cansados y drenados que no sentían absolutamente nada por las noticias. Jace se adelantó y tomó sus manos, y las besó. Ella cerró los ojos sintiendo una fracción de calor y como la luz había vuelto en ella. 

—Manos de guerrero —Dijo en voz baja, soltándole las manos. Ella miró sus dedos, tratando de ver lo que él vio. Pero ella solo veía sus manos, pequeñas y callosas, manchadas con suciedad y sangre.

—Jace nos estaba diciendo —dijo Simon. —Lo que hiciste, con la espada Morgenstern. Que estabas fingiendo todo el tiempo.

—No en el final —Repuso Clary. —No cuando él se convirtió en Jonathan.  

Si no puedo reinar en el cielo. -Final Alternativo de COHF (Reeditando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora