Capítulo 2: Jonathan está vivo

3.2K 134 13
                                    

—Y ahora cómo regresaremos. — Murmuró Simon con voz cansada. — nadie de nosotros puede hacerlo...

—No —dijo Alec, había una peligrosa nota en su voz. —Tú dijiste que no hay una manera para nosotros, lo que significa que alguien más podría.

Magnus se apartó de Alec y miró a todos. Su expresión era distraída, despojada de su distancia habitual, se veía muy joven pero a la vez se veía muy viejo, sus ojos parecían estar más conscientes de todas las cosas que había visto, por lo que Clary podía entender la lentitud de Magnus.

—Hay cosas peores que la muerte. —dijo Magnus y evitó la mirada cuestionadora de todos.

—Tal vez deberías dejar que nosotros juzguemos eso —Contestó Alec, Magnus se pasó una mano por la cara y le dijo —Por Dios, Alexander, he estado toda mi vida sin tener que recurrir a este camino, faltó solo una vez para aprender mi lección. No es una lección que quiero que el resto de ustedes aprendan.

—Pero tú estás vivo. —Contestó Clary —Tú sobreviviste a esa lección.— Magnus sonrió con una horrible sonrisa que a Alec le provocó escalofríos.

—No hubiera sido una lección sino la hubiese aprendido —dijo —Pero yo estaba debidamente advertido, estar jugando a los dados con mi propia vida es una cosa, jugar con la de ustedes no...

—Nos vamos a morir aquí de todos modos —contestó Jace. —Es un juego amañado. Tomemos nuestras posibilidades.

—Estoy de acuerdo —apuntó Isabelle, y los otros estaban de acuerdo también. Magnus miró hacia el trato, donde Luke y Jocelyn seguían arrodillados, suspiró.

—La mayoría votó— dijo. —¿Sabían ustedes que hay un viejo refrán en el Submundo sobre perros locos y los Nefilim ignorando una advertencia?

—Magnus... —comenzó Alec, pero Magnus solo negó con la cabeza y señaló a sí mismo con los pies débilmente. Todavía llevaba la ropa que tenía puesta en la cena en el refugio de las hadas en Idris: la chaqueta de traje y la corbata. Los anillos brillaban en sus dedos mientras él juntaba las manos como si rezara y cerró sus ojos.

—Mi padre —dijo, y Clary oyó a Alec aspirar el aliento en un jadeo.

Mi padre que estás en el infierno, sagrado sea tu nombre, hágase voluntad, en Edom, ya que estás en el infierno. No perdones mis pecados, porque en el infierno el fuego de los incendios no habrá nada para amar ni por bondad, ni la compasión, ni la rendición. Mi padre que hace la guerra en lugares, en lugares altos y bajos, venid a mí, yo te llamo como tu hijo y que caiga en mi toda la responsabilidad al convocarte.

Magnus abrió sus ojos. El cual estaba inexpresivo, cinco rostros sorprendidos se volvieron hacia él.

—Por el Ángel —comenzó Alec.

—No —dijo una voz un poco lejos del grupo. —Definitivamente no por el Ángel.

—Padre —dijo Magnus, lo dijo con una exhalación de tristeza. —Has venido.

El hombre sonrió, sus dientes delanteros eran puntiagudos, como los dientes de un felino, suavemente volvió a abrir los labios para decir con malicia:

—Mi hijo, ha sido un largo tiempo desde la última vez que llamaste. Yo estaba empezando a pensar que no lo volverías hacer y que habías desaparecido.

—Yo no planeé —Magnus contestó con sequedad. —Solo llamé una vez para saber si eras mi padre, con una vez es suficiente.

—Tú me hieres —dijo el hombre y volvió a sonreír con sus dientes puntiagudos. —Yo soy Asmodeo.
Clary podía jurar que vio como se le hinchaba el pecho con orgullo. — Uno de los nueve Príncipes del Infierno y tú puedes saber mi nombre—. Alec hizo un sonido corto, amortiguado rápidamente con una fingida tos.
Pero la sorpresa pasó de inmediato, su curiosidad le picaba la garganta.
—¿Tú eres el padre de Magnus? —Preguntó Alec en una voz ahogada. Se volvió hacia Magnus. —¿Cuándo apareció la luz mágica en el metro, ésa que estalló en colores, eras tú? —Señaló a Asmoleo.

Si no puedo reinar en el cielo. -Final Alternativo de COHF (Reeditando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora