4. Hell.

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— ¿Así que baile en la barra? — Le preguntaba Alana a Tawny quien reía ante su rostro de incredulidad.

— Así es... De hecho creo que Owen fue el que más se divirtió. — Rió Tawny porque lo había visto ponerse a bailar también en su mesa.

— Agh lo siento por mostrarte ese lado tan penoso de nosotros. — Tawny, negó y rió.

— Para nada. Fue muy divertido. — Sonrió tiernamente.

Y Alana no pudo evitar abrazarla con fuerza. a pesar de la bufanda y el abrigo, Tawny tenía un olor extrañamente exquisito esa mañana, quizá pasar tanto tiempo cuidando de todo tipo de flores había hecho que su olor se le pegara a la beta.

Tawny siguió haciendo su trabajo también aunque con una sonrisa en el rostro a diferencia del resto que parecía que la resaca por esos barriles de cerveza, no terminaría muy bien.

Y así fue Alana se sentía horrible esa mañana con su cabeza a punto de explotar. Pero se quedó ahí abrazando a su amiga beta quien reía con ternura haciendo su trabajo a pesar de que la Alpha la abrazara, porque eso bastaba para que Alana se relajara un poco.

Una camioneta enorme que casi parecía blindada se estacionó en frente del invernadero, más otras más. Tawny tragó nerviosa y muy asustada fue a esconderse tras muchos sacos de estiércol sin saber si salir corriendo por su vida. Pero se relajó un poco al ver que solo se trataba del Alpha de esa manada en la que estaba, lo reconocía por su parecido a su amiga Alana.

— ¿Así que te divertiste anoche? — Alana intentó sonreír, pero la cruda no la dejaba. — ¿Quien esta ahí? — Preguntó el Alpha al ver una sombra queriendo esconderse tras los sacos. La pequeña beta salió de su pequeño escondite muy avergonzada de tener los ojos puestos encima.

— ¿Quien eres? —

— Es la beta que quería quedarse a vivir por acá un tiempo. — Le mencionó uno de sus segundos al mando.

— ¿Cuál es tu nombre? —

— Se llama Tawny, y está trabajando aquí con nosotros es una amiga. — Mitchell cayó a su hermana con solo verla a los ojos. Se acercó a la chiquilla, y comenzó a olfatear.

Olía a una beta común y corriente, pero extrañamente su aroma era dulce, extrañamente dulce. Las betas olían a emociones como los demás, pero no tenían un olor en específico, extrañamente esa beta olían dulce, quería creer que quizás eran las flores y frutos del invernadero que los rodeaba.

— ¿De dónde vienes? — Tawny sujetó con fuerza una manga en un intento de ser fuerte.

No podía demostrar lo mucho que le asustaba estar frente a un Alpha, su instinto le gritaba que corriera si era una amenaza, aunque constantemente se encontraba desobedeciendo a su instinto últimamente.

— De muy lejos. — Casi susurro.

— ¿Dónde es eso? —

— Basta déjala Mitchell. Es una buena persona. — Habló Alana, porque sabía que Tawny era buena persona y quizá solo huía de un pasado traumático.

— La conoces hace solo dos meses. — Regaño su hermano a Alana. Y todos callaron antes de que se molestara aún más. — ¿Cuál era tu manada? —

— Hell. — Al escuchar el pequeño nombre que infundía más miedo y terror, todos se quedaron petrificados. Alana entendió porque su amiga no quería hablar sobre de dónde venía.

¿La beta había escapado? ¿La habían expulsado? Nadie sabía porque era una manada muy pequeña, a pesar de que tenían suficiente territorio para ser una manada muy grande, era extraño. Nadie salía de esa manada, y no porque fuera prohibido simplemente la gente de esa manada se quedaban en su territorio. Nadie lo entendía.

¿Sería que todos en Hell estaban amenazados a muerte si se iban de la manada? ¿Sería que ahí se hacía lo que Alpha quería y abusaba de su poder? Habían muchas leyendas sobre Hell. Como los cuerpos empalados y descompuestos al inicio de su territorio una advertencia del Alpha que lo que él decía se hacía dentro de su manada. ¿Sería que habían ríos por los que solamente corría sangre? ¿Pozos llenos de cadáveres? Nadie lo sabía, nadie menos la pequeña beta parada frente a ellos.

Muchos querían preguntarle. Si las leyendas eran ciertas. Si el desquiciado Alpha de esa manada en serio había sido maldito por la Luna. Si era cierto que no podía tener hijos, y que no tenía pareja porque no tenía corazón que ofrecer.

— ¿Por qué te fuiste? — Preguntó el Alpha realmente curioso, preguntándose si las leyendas eran ciertas.

Ella tragó fuerte. Y decidió hacerlo, se quitó la bufanda y apartó su cabello mostrando su pequeño cuello con el comienzo de una mordida. Una marca de pertenencia, ella ya estaba unida a alguien, y no podía escapar de su destino. Alana la vio alarmada, nadie sabía que ella era una beta marcada.

— Por favor, contesta. — Pidió Mitchell casi sintiendo lastima por la beta, seguramente la habían torturado. Quizá no había tenido más salida que huir.

— Digamos que el Alpha comprometió a mi pareja con otra persona. Y yo no quería quedarme a ver como él era feliz con alguien más. — Mitchell suspiró sin saber que hacer, era la primera persona que conocía que viniera de esa espeluznante manada, pero Alana tomó su brazos, diciéndole con su mirada que ella era buena persona. Que la dejara quedarse. Había una regla en todo el mundo. Una regla que la Luna había impuesto.

"Solo puede vivir quien sabe ganar su propia vida" No era que los débiles no tuvieran oportunidad de vivir claro que la tenían, pero la vida era tan preciada que si no luchabas por tu vida no vivirías. Era la ley de la Luna y la naturaleza.

Y la pequeña y bonita beta quizá era una sobreviviente, por algo estaba ahí. La Luna la había guiado quizá.

— Puedes quedarte el tiempo que quieras, pero si llego a enterarme que el Alpha te quiere de vuelta como sacrificio o lo que sea, no dudaré en entregarte. —

Ella asintió, pues sabía que un Alpha siempre vería por la seguridad de su manada. También sabía del terror que todo el mundo tenía por ese Alpha demente, con poca cordura.

— Muchas gracias. Alpha. — Agachó la cabeza como muestra de su agradecimiento.

— Por cierto. Habrá un banquete mañana celebrando los primeros dos meses de mi cachorro. Si quieren pueden llevarla. — Alana asintió con una sonrisa, su hermano se lo había tomado mejor de lo que pensaba. Él se fue, los betas y Alphas a sus órdenes también.

— Salió mejor de lo que pensé. — Alana se acercó a Tawny su amiga, quien se puso otra vez la bufanda ocultando entonces la marca.

— Así que... ¿Marcada eh...? — Tawny rió un poco muy avergonzada y asintió. — ¿Quieres contarme? —

— Claro, pero luego del trabajo. — Alana estuvo de acuerdo, porque sabía que su amiga si le tenía confianza a ella, pero no al resto. 

Hell ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora