— ¿Cómo van las cosas? — Una beta que había crecido en la manada, ayudaba a Tawny a arreglar un par de flores en el jardín, su Alpha desde el balcón del otro lado y poniendo mucha atención a su linda Omega.
— Bien creo. — Decía Tawny tranquila, entretenida en las flores porque en la manada de Alana había aprendido de sus cuidados, y Alana estaba del otro lado del castillo arreglando el jardín de atrás.
— ¿Te enteraste? — La omega negó, siendo ayudada a levantarse por la beta, porque su vientre de casi siete meses era muy notorio ya.
— ¿Qué cosa? — La beta volteó a ver al balcón y sabía que el Alpha se enojaría si ella le decía de los problemas en la manada, porque el Alpha les había pedido explícitamente a todos que nada de estrés para su omega.
— Nada. — Pero era demasiado tarde, la pequeña omega alcanzó a leer en los ojos de servidora que habían muchos enfermos en el pueblo.
— ¿Por qué la gente se esta enfermando? — La beta ocultó sus ojos de la omega y ella volteo a ver a su Alpha en la ventana. Estaba molesta, se quitó los guantes de jardinería, y fue con rapidez al despachó de su Alpha, al cual entró sin tocar o ser invitada.
— ¿Qué pasó en el pueblo? — Observó a Jared quien intentó ocultar sus ojos de la Omega.
— Nada. No te preocupes. — Negó su Alpha. — Puedes salir. — La invitó a que saliera. Ella volteó a ver a Jared.
— Relájate Tawny todo esta bien. —
— ¿Por que hay tantos enfermos en el pueblo? — Jared tragó fuerte, ella iba a ir al pueblo si no le decían.
— Un par de enfermos. — En realidad había muchos, y era preocupante, porque un par ya habían muerto.
— ¿Por qué fue? —
— No lo sé. — Admitieron.
Ella lo leyó en los ojos de ambos, la gente en el pueblo creía que el embarazo tenía algo que ver con eso, y que la diosa Luna los estaba haciendo enfermar para que todos en la manada murieran.
Algo estaba muy mal ahí, ella lo sabía y no le agradaba, pero no su omega interna. Sabía que su embarazo no traía consigo ninguna maldición, a pesar de que solo se escuchará un latido.
— Mi embarazo no está maldito. —
— Y nosotros lo sabemos. Ve a dar una vuelta si quieres, pero no te estreses con eso. Ya lo solucionaré. — Decía su Alpha pensando en alguna salida.
Esa era una de sus maldiciones, él era el mejor manteniendo a sus enemigos a raya, infundiendo miedo y terror, también quitando vidas con rapidez.
Y aunque él no lo dijera en voz alta, no podía dar esperanzas de vida a su manada, en el pasado se traducía no solo a que no podría tener descendencia, sino que también él no podía ayudar a otros en su manada a que bebiendo su sangre sanarán.
Como en el resto de manadas en el mundo los Alphas y Lunas tenían sangre curativa, él no. Él no, pero lo que no sabía era que su Omega si, y desde muy joven. Solo la mayoría, ahora muertos, del consejo, Jared y ella lo sabían, lo supieron cuando de pequeños la copa de sangre que le dieron en el sacrificio a beber al Alpha para que regresará a la vida no era sangre de cualquiera, había sido de la pequeña omega, que ahora era la Luna de la manada. El destino de ambos siempre había estado atado.
— Hablaré contigo después. — Observó a Jared con sigilo la pequeña omega.
— Iré a pasear por ahí entonces. — A ella no le agradaba aquello, la gente de su manada correría peligro si no hacían algo rápido.
Tomó un auto y condujo al pueblo. Los hospitales parecían llenos, las ambulancias corrían de aquí a allá. Sabía que aunque preguntará la mirarían mal así que no se atrevió a bajar, no era tan tonta.
Fue un rato al lago frente al castillo, necesitaba despejar su mente. Así que se bajó del auto a inhalar aire puro, algo andaba muy mal. Se quedó pensando en silencio un momento. Observó tranquila a su alrededor, e incluso notó que las plantas alrededor del lago estaban marchitándose.
Su ceño se frunció y metió su mano en el agua, olfateó fuerte, y su olfato no mentía, su olfato le decía que no olía a agua pura. Algo tenía de extraño el lago, a su espalda observó la pequeña jauría de lobos que como siempre la seguían cuando salía, porque a pesar de que su Alpha no le prohibiera salir, no la dejaba salir sola, así fuera con varios sigilosos de los mejores guerreros de la manada.
Se apuró a regresar al auto encontró una botella vacía, y se apuró a llenarla con agua del lago. Regresó a paso rápido al castillo, y su Alpha la esperaba en la entrada.
— Deberías mandar a analizar esto. — Decía entregándoselo a su Alpha, quien lo recibió con el ceño fruncido.
— Haz el resto. — Cole se lo pasó a Jared.
— Creo que tengo una idea de lo que sucede regresa a dentro y por favor, mientras yo no esté, no salgas. — Volvió a besarla. Tenía una ligera idea de lo que sucedía. Subió a su Jeep siendo seguido por una jauría más. Tawny volteó a ver a Jared.
— Sabes que podemos ayudarlos con un poco más de rapidez. —
— Tawny, si Cole se entera que te quitamos un poco de sangre, o que alguien que no fuera él sin su permiso te toco, estoy seguro que le arrancará la mano, o algo peor. —
— Podemos decirle que fue mi intención, que yo quería hacerlo. — El amor de Tawny por su manada aunque no lo demostrará seguido era grande. Quería hacer las cosas bien para su manada, y sabía que era fuerte sólo donaría una pequeña cantidad necesaria.
— Será muy poco, con una gotas bastará para que se mejoren, sabes que muchos van a morir si yo no les ayudo. — Murmuró haciendo que el Alpha frente a ella entrará en razón. Esa era su responsabilidad como una verdadera Luna, y ella quería ayudar.
— Bien hagámoslo pronto antes de que regrese. — Asintió convencido por el toque de la Luna frente a él.
Una Luna de una manada, a la que la diosa ya no sonreía más.
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Hell ©
LobisomemTawny se encuentra huyendo de Cole. Ayreh Coleman Hell El Alpha más... ¿Como decirlo amablemente? ¿Cómo decir que es el Alpha del que nadie deseaba huir porque sabían la clases de muerte que les esperaba si huían? Porque no podían escapar de él, al...