28. ¿Qué pasó?

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— ¿Cómo van las cosas? — Una beta que había crecido en la manada, ayudaba a Tawny a arreglar un par de flores en el jardín, su Alpha desde el balcón del otro lado y poniendo mucha atención a su linda Omega.

— Bien creo. — Decía Tawny tranquila, entretenida en las flores porque en la manada de Alana había aprendido de sus cuidados, y Alana estaba del otro lado del castillo arreglando el jardín de atrás.

— ¿Te enteraste? — La omega negó, siendo ayudada a levantarse por la beta, porque su vientre de casi siete meses era muy notorio ya.

— ¿Qué cosa? — La beta volteó a ver al balcón y sabía que el Alpha se enojaría si ella le decía de los problemas en la manada, porque el Alpha les había pedido explícitamente a todos que nada de estrés para su omega.

— Nada. — Pero era demasiado tarde, la pequeña omega alcanzó a leer en los ojos de servidora que habían muchos enfermos en el pueblo.

— ¿Por qué la gente se esta enfermando? — La beta ocultó sus ojos de la omega y ella volteo a ver a su Alpha en la ventana. Estaba molesta, se quitó los guantes de jardinería, y fue con rapidez al despachó de su Alpha, al cual entró sin tocar o ser invitada.

— ¿Qué pasó en el pueblo? — Observó a Jared quien intentó ocultar sus ojos de la Omega.

— Nada. No te preocupes. — Negó su Alpha. — Puedes salir. — La invitó a que saliera. Ella volteó a ver a Jared.

— Relájate Tawny todo esta bien. —

— ¿Por que hay tantos enfermos en el pueblo? — Jared tragó fuerte, ella iba a ir al pueblo si no le decían.

— Un par de enfermos. — En realidad había muchos, y era preocupante, porque un par ya habían muerto.

— ¿Por qué fue? —

— No lo sé. — Admitieron.

Ella lo leyó en los ojos de ambos, la gente en el pueblo creía que el embarazo tenía algo que ver con eso, y que la diosa Luna los estaba haciendo enfermar para que todos en la manada murieran.

Algo estaba muy mal ahí, ella lo sabía y no le agradaba, pero no su omega interna. Sabía que su embarazo no traía consigo ninguna maldición, a pesar de que solo se escuchará un latido.

— Mi embarazo no está maldito. —

— Y nosotros lo sabemos. Ve a dar una vuelta si quieres, pero no te estreses con eso. Ya lo solucionaré. — Decía su Alpha pensando en alguna salida.

Esa era una de sus maldiciones, él era el mejor manteniendo a sus enemigos a raya, infundiendo miedo y terror, también quitando vidas con rapidez.

Y aunque él no lo dijera en voz alta, no podía dar esperanzas de vida a su manada, en el pasado se traducía no solo a que no podría tener descendencia, sino que también él no podía ayudar a otros en su manada a que bebiendo su sangre sanarán.

Como en el resto de manadas en el mundo los Alphas y Lunas tenían sangre curativa, él no. Él no, pero lo que no sabía era que su Omega si, y desde muy joven. Solo la mayoría, ahora muertos, del consejo, Jared y ella lo sabían, lo supieron cuando de pequeños la copa de sangre que le dieron en el sacrificio a beber al Alpha para que regresará a la vida no era sangre de cualquiera, había sido de la pequeña omega, que ahora era la Luna de la manada. El destino de ambos siempre había estado atado.

— Hablaré contigo después. — Observó a Jared con sigilo la pequeña omega.

— Iré a pasear por ahí entonces. — A ella no le agradaba aquello, la gente de su manada correría peligro si no hacían algo rápido.

Tomó un auto y condujo al pueblo. Los hospitales parecían llenos, las ambulancias corrían de aquí a allá. Sabía que aunque preguntará la mirarían mal así que no se atrevió a bajar, no era tan tonta.

Fue un rato al lago frente al castillo, necesitaba despejar su mente. Así que se bajó del auto a inhalar aire puro, algo andaba muy mal. Se quedó pensando en silencio un momento. Observó tranquila a su alrededor, e incluso notó que las plantas alrededor del lago estaban marchitándose.

Su ceño se frunció y metió su mano en el agua, olfateó fuerte, y su olfato no mentía, su olfato le decía que no olía a agua pura. Algo tenía de extraño el lago, a su espalda observó la pequeña jauría de lobos que como siempre la seguían cuando salía, porque a pesar de que su Alpha no le prohibiera salir, no la dejaba salir sola, así fuera con varios sigilosos de los mejores guerreros de la manada.

Se apuró a regresar al auto encontró una botella vacía, y se apuró a llenarla con agua del lago. Regresó a paso rápido al castillo, y su Alpha la esperaba en la entrada.

— Deberías mandar a analizar esto. — Decía entregándoselo a su Alpha, quien lo recibió con el ceño fruncido.

— Haz el resto. — Cole se lo pasó a Jared.

— Creo que tengo una idea de lo que sucede regresa a dentro y por favor, mientras yo no esté, no salgas. — Volvió a besarla. Tenía una ligera idea de lo que sucedía. Subió a su Jeep siendo seguido por una jauría más. Tawny volteó a ver a Jared.

— Sabes que podemos ayudarlos con un poco más de rapidez. —

— Tawny, si Cole se entera que te quitamos un poco de sangre, o que alguien que no fuera él sin su permiso te toco, estoy seguro que le arrancará la mano, o algo peor. —

— Podemos decirle que fue mi intención, que yo quería hacerlo. — El amor de Tawny por su manada aunque no lo demostrará seguido era grande. Quería hacer las cosas bien para su manada, y sabía que era fuerte sólo donaría una pequeña cantidad necesaria.

— Será muy poco, con una gotas bastará para que se mejoren, sabes que muchos van a morir si yo no les ayudo. — Murmuró haciendo que el Alpha frente a ella entrará en razón. Esa era su responsabilidad como una verdadera Luna, y ella quería ayudar.

— Bien hagámoslo pronto antes de que regrese. — Asintió convencido por el toque de la Luna frente a él.

Una Luna de una manada, a la que la diosa ya no sonreía más.

Hell ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora