41. Mátame.

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— He cumplido. — Decía Tawny en un suave susurro en el bosque. Mientras sus cachorros paseaban en su forma lobuna. Su primera transformación.

Los dioses del bosque sabían de la avaricia de la supuesta "diosa luna" una que ya no tenía poder para ellos, porque qué "dios" se rebajaría a temer a un humano, aunque él no era cualquier humano.

"Haz cumplido" el dios del bosque se escuchaba tranquilo, sereno y casi feliz. Él estaba orgulloso de la pequeña Omega.

"¿Qué hay de tu Alpha?" La diosa de la naturaleza escuchó el estremecimiento en el pequeño cuerpo de la Omega.

— Quiere matarla. — Admitió en voz alta. Porque aquello no era mentira y conociendo a su esposo, sabía que Cole encontraría la forma de matar a una diosa.

"Suerte con eso" Susurraba la diosa de la naturaleza, mientras que el dios del bosque lo meditaba.

"Luna llena Omega, haz que espere la Luna llena." Comentó con una pequeña sonrisa, el dios del bosque sabía del historial del Alpha de Hell, había sido testigo de sus batallas en una extensión de su dominio. "Ah y Omega" Tawny le prestó atención a la voz del bosque. "Podrías venir con nosotros cuando termine."

— Me siento infinitamente halagada. — Admitía la pequeña Omega siguiendo de cerca a sus cachorros. — Pero aún no puedo dejar esta tierra. — Admitió, porque estaba al tanto de lo tentadora que era la oferta de ser una diosa, podría vivir por siglos siendo testigo y parte de la vida de muchas almas en la extensión de la tierra, pero eso no se compararía de cerca a no tener la vida con el Alpha que amaba.

"Cuando estés lista, nosotros esperaremos."

— ¡¿Tawny?! — Su Alpha la llamaba, ella sonrió sabiendo su destino, sería trágico y en cierto modo romántico, pero tendría lo que quería, una eternidad con su Alpha eso bastaba.

— Aquí estamos Alpha. — Él la observó molesto, con los ojos entrecerrados.

— Aún son cachorros. — Estaba por pedirle a sus cachorros cuando observó que ella no los cargaba. — ¿En dónde están? — Ella sonrió cuando un par de diminutos cachorros saltaron a los pies de su padre intentando morder las cintas de sus botas.

— Ahí. — Sonrió triunfante al haber hecho que gracias a un poco de aire fresco sus cachorros se habían transformado involuntariamente en su forma Lobuna.

— Oh. — Él esperaba regañarla después, porque había desaparecido del castillo cuando le había pedido que no sacará a sus cachorros. — Se parecen a mi. —

Se agachó a su altura, ella rió, eso era cierto aunque más que a él un tono gris que se deslumbraba en sus pechos era mucho más parecido a ella.

— ¡Que sorpresa! — Se burlaba su Omega, y su Alpha levantó una ceja molesto. ¿Así que se atrevía a burlarse de su Alpha?

— ¿Cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que te castigue en el bosque? — Preguntó irguiéndose otra vez para caminar muy lentamente hacia su Omega.

— Nunca. — Tragó fuerte avergonzada.

— ¿Quieres que eso siga así? — Ella suspiró meditando un poco.

— Eso creo. — Asintió avergonzada, y un gruñido de parte de uno de sus cachorros al sentir el aroma de su madre cambiar un poco, le llamaba la atención al Alpha.

— Valiente, eso me gusta. — Decía riendo orgulloso de sus cachorros, pues desde temprana edad mostraban hacer caso a su instinto.

Cole tomó su enorme forma Lobuna para jugar un poco con sus cachorros, que aunque la Omega no lo dijera se sentía decepcionada al saber que no obtendría un castigo.

Hell ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora