23. A nadie le gusta un monstruo.

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— ¿Crees que tarden mucho? —

El camino a la frontera era largo, pero no para un par de lobos que tomaban atajos, los movía la furia y la adrenalina como para defender su territorio.

— Se fueron hace un par de horas. — Decía Tawny viendo el reloj, y calculando el tiempo exacto en el que suponía que acabarían con la jauría de lobos intrusa. — Creo que no tardan en regresar. — Dijo finalmente.

Se levantó dejando un par de sábanas sobre un sillón de la habitación, yendo al enorme baño y llenando la tina de agua caliente. Su Alpha necesitaría un buen baño para que el hedor de la sangre no quedará impregnado en las paredes.

Regresó a la habitación y observó orgullosa el inicio de lo que era su nido. Un rincón escondido tras una pared escurridiza que pronto decoraría, ahí yacía un enorme colchón que no dudaba que Cole había pedido especialmente para ella por verse tan cómodo y fino, ella se estaba entreteniendo en armar su nido.

— ¿No crees que son demasiadas sábanas? — Tawny negó con un puchero, realmente quería un buen y gran nido. Las cómodas y deliciosas sábanas de la seda más fina no serían suficientes, ni los almohadones increíblemente cómodos.

— Aún no está listo. — Dijo rindiéndose, volteando a ver la habitación. — Creo que cambiaré las cortinas. — Dijo finalmente, odiaba el contraste del resto de sábanas cómodas y finas con el resto de la habitación. Cole no prestaba mucha atención a la decoración de su habitación antes.

— ¿Crees que no se molesta? — Casi escuchó reír a Tawny, quien negó de inmediato.

— Cole apenas sabe para qué sirve una cama, y que tiene que estar limpia. — Alana asintió comprendiendo.

— Además realmente no creo que se moleste porque yo haga un par de cambios. — Negó con su linda y tierna sonrisa.

Ambas voltearon a ver hacía la ventana, porque el aroma en el aire se había vuelto nauseabundo. Olía a dulce sangre y a muerte, era Cole quien se aproximaba al castillo.

Tawny sonrió de inmediato, y ni siquiera usó la puerta principal para entrar sino que usó directamente el balcón y ella fue a abrirle con tranquilidad.

— Necesitas un baño. — Dijo risueña Tawny al ver a su Alpha con rastros de sangre por todo su cuerpo. — ¿Y Jared? — Le preguntó por su amigo.

— Creo que fue a su cabaña a asearse antes de venir aquí. — Dijo tranquilo.

Alana asintió ya más tranquila, en realidad en su manada nunca se habían enfrentado con otra, por lo que pensó que habría un enorme desastre. Pero... no lo fue.

— Me retiro, con su permiso. — Se despidió Alana, y salió de la habitación a paso rápido, un poco más agradecida de saber que no había ido mal para Jared.

— Así que odiaste esas sabanas. — Apuntó Cole a unas sábanas de lado en el sillón. Ella negó siendo seguida por él al baño. La rutina de siempre. Él quitándose el resto de ropa para lavarse y deshacerse de ese horroroso aroma a sangre.

— Están lindas pero... —

— ¿Pero? — Preguntó Cole cuando entró en la tina con agua caliente y Tawny cerró la llave porque tenía la cantidad perfecta de agua.

— Odio las cortinas. — Cole rió, a él le gustaba tener cortinas oscuras porque normalmente ahí escondía a Tawny del exterior, y esas eran perfectas para cuando ambos antes se escondían del exterior.

— Puedes cambiarlas si quieres. — Ella sonrió de acuerdo, mientras comenzaba a aplicar un poco de shampoo a su cabello, se entretenía lavándole. Y si no fuera porque su cachorro podría ser una abominación, él disfrutaría del todo ese embarazo que hacía ver a su omega tan preciosa y hermosa con ese tierno pequeño vientre hinchado.

— ¿Seguro? — Ella distribuyó a la perfección el resto del jabón del Shampoo en su cuello y su espalda.

— Es nuestra habitación, pero me importa poco la decoración, si tú quieres haz los cambios que desees. — Ella asintió con una sonrisa, vertiendo un poco de agua en su cabello, haciendo que los restos de sangre y jabón sucio se deslizaron por su cuerpo.

— De acuerdo, te tomaré la palabra. — Decía Tawny, pero ella observaba a su Alpha, quien volteaba a ver su vientre hinchado cada tanto. Eso le incomodaba, y Cole lo sabía por su aroma. — No te gusta ¿Cierto? —

— No lo odio. — De alguna manera Tawny sabía que si fuera por su Alpha ella no estaría en ese estado.

— Pero no te gusta. — Sonrió Tawny.

— A nadie le gusta un monstruo. —

— Qué tú seas uno, no quiere decir que mi hijo lo sea. — Los ojos de su omega le advertían que podría enojarse con él por su actitud.

— Hay más probabilidades que se parezca más a mi que a ti. —

— Aún así me enamoré de un monstruo. Y no me desagrada. — Admitió sonriente. — Te amo, y eso bastará. —

— No cuando todos le tengan miedo. — Ella volvió a aplicar jabón de Shampoo a su cabello y lo regó por su rostro también porque quería que su Alpha dejará de hablar. Cuando terminó con eso se enjuagó las manos, con la intención de marcharse.

— Puedes terminar tú solo. — Regresó a la habitación.

Observó el inicio de su nido con tranquilidad. Al final no sabía si podría usarlo para sus cachorros, porque esa habitación no se sentía suya. Y ella no tenía miedo de su Alpha, pero sí de las circunstancias, y si ella notaba un pequeño indicio de que su Alpha sería un peligro para sus cachorros entonces se iría al fin del mundo si era necesario. Porque no permitiría que les hicieran daño. Ella estaba dispuesta a alejarse si era necesario, los defendería con garras y dientes.

— ¿Estás molesta? ¿Quieres que te ayude a relajarte? El doctor dijo que nada de estrés. — Ella volteó a verlo, apenas llevaba una bata y él lo supo cuando leyó sus hermosos ojos.

— No va a ser necesario que vuelvas a irte. Porque esta vez todos sabrán que eres mía. Y entonces traeré el infierno a la tierra si es necesario para tenerte conmigo otra vez. — Ella sonrió.

— No va ser necesario, dije que no me iría. — Él asintió. — Pero no me hagas desconfiar de ti. Cuando supe de mis cachorros, ellos se volvieron mi prioridad, pasaste a segundo plano. Y los voy a mantener con vida. Así tenga que pasarte encima. —

La Omega era clara, para ella su prioridad eran los cachorros en su vientre. Y a él le gustaba eso, siempre le gustó que fuera decidida que supiera lo que quería aún si era una tonta por amarlo y estar enamorada de él.

— Entiendo. — Asintió sabiendo que no mentía, sus cachorros eran lo más importante para una omega.

— Eso no va a ser necesario, amaré a ese cachorro solo porque tendrá una parte de ti, pero no quiere decir que no lo ponga en su lugar porque sé que tendrá una parte de mí. — Ella sonrió más tranquila dejando que su Alpha la abrazará.

— Son dos. —

— Solo es uno. Está muer...— Ella tapó su boca antes que lo dijera.

— Son dos. Y los dos van a nacer bien Alpha. No hagas que me estrese por algo así. — Lo miró mal, él hizo una mueca, no le agradaba que su omega se hiciera ilusiones.

— No quiero que llores después. Porque yo ya te lo habré advertido. —

— Quizá sí lloré, pero una muerte no será la razón por la que lo haga. —

— Está bien. — 

Hell ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora