31. Son dos.

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Los ojos resentidos de su Alpha la observaban, molesto. Colérico era la palabra, la veía como a su presa, pero en realidad no solo estaba molesto con ella, estaba molesto con los otros dos que le habían dejado hacer esa estupidez.

— ¿Sigues molesto? —

— Voy a matarlos. — Ella tragó fuerte sosteniendo su mano con fuerza, tenía miedo de que si se dormía en lo que venían más doctores él de verdad iría por Stolen y Jared para matarlos.

— Mira Alpha, perdona... — Y su Alpha la detuvo, había cosas que él mismo dejaba que su omega lo manipulara y cambiará de opinión, pero está vez era diferente.

Había empalado a los que la habían intentado matar, obviamente iba a despellejar vivos a los que casi lo logran aunque fuera por un bien mayor.

— No. — Negó de inmediato, y fue una suerte que escuchó a un auto estacionarse fuera del castillo. — Ya regreso. — Se levantó a prisa, muy molesto. Esperando que los doctores que habían ido en ese momento al castillo hicieran algo bueno.

— ¿Qué vamos a hacer? — Alana que estaba callada hasta ese momento en una esquina, en realidad quería correr e iba a escapar junto a Jared si Tawny no hacía cambiar de opinión a su Alpha.

— Yo veré. — Decía la Omega aún mareada y con intensas ganas de vomitar.

— Iré con Jared. — Alana tomó su decisión, tenía fe en Tawny, pero creía más en la poderosa diosa Luna y en la maldición que le impuso a Cole.

— Si esto no se arregla en las siguientes horas, espero que todo vaya bien con tu cachorro. — Besó la sien de la dulce y tierna omega con calma. Justo antes de retirarse casi despidiéndose porque huiría junto a Jared.

— Gracias. Yo prometo que lo haré cambiar de opinión. — Suspiró, pero lo sabía. Sobre su cadáver su Alpha haría algo como para hacer que su Omega lo odié.

— Aquí está. — El Alpha fue seguido por un par de doctores. Y ellos hicieron una reverencia a la Luna de la manada, ellos poco habían escuchado hablar de ella.

Entendían porqué era suya, era preciosa, y una omega hermosa en todo el sentido de la palabra. Pocos la habían visto en el pueblo, y menos sabían que estaba esperando un cachorro. ¿Era suyo?

— Son los cachorros del Alpha. — Asintió Tawny con la mirada baja y sin querer leyendo sus pensamientos.

— ¿Cachorros? El informe de Stolen hablaba de un solo cachorro. — Habló un beta Médico.

— Son dos. — Afirmó la omega un poco molesta.

— Son dos, pero solo se escucha un latido. — Mencionó el Alpha. — El inepto de Stolen le sacó sangre en su estado para ayudar al resto de la manada, y sin mi consentimiento. — Mencionó Cole.

— Mi omega se siente débil y con mareos. Ya escuché las consecuencias de eso. — Ambos doctores beta tragaron fuerte. Stolen era un imbécil ¿Quién era tan idiota como para tocar a la Omega del Alpha sin su consentimiento si quiera?

— Así que no es por meter presión, pero si algo le llega a ocurrir a mi Omega, ustedes serán los siguientes en morir junto al inepto doctor. ¿He sido claro? — Ambos asintieron, sabiendo que tendrían que mantenerla con vida, tendrían que procurar que mejorará, porque veían los ojos cansados y un poco asustados de la omega.

— Mi Alpha. — Lo llamó.

— Saldré un momento. Tengo asuntos que atender. —

Tawny leyó en sus ojos que su Alpha mataría al doctor primero, y luego iría por Jared. Le gustaban las cazas así que matar a Jared sería interesante para el Alpha.

— Coleman. — Lo llamó su Omega interrumpiéndolo. — ¿En serio vas a dejarme en manos de desconocidos? — El aroma de su omega le picó la nariz, inseguridad y tristeza al ver su partida. — Voy a morir y sin poder verte. — En realidad ella solo no quería que su Alpha se fuera.

— Tawny. — Cuando la beta se acercó a tocar su frente porque al parecer sudaba frió, ella soltó de esas fuertes feromonas que llamaban a su Alpha para que la protegiera.

La desventaja de que Cole fuera en sí un lobo y el instinto fuera parte de sí mismo era ese, no podía controlarse, no cuando su preciosa Omega que cargaba a su cachorro quería sentirse protegida por él.

— Unas horas más. — Ella asintió, los betas estaban asustados ahora de ella también, no sabían cómo era que ella podía hacerlo cambiar de opinión, no sabían cómo si quiera ella aceptaba estar al lado de una abominación como él, e incluso llevaba de su simiente en su vientre. 

Hell ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora