La tierra que el viento arrastraba se le pegaba en los labios húmedos y cada vez le parecía imposible que justo un par de horas antes el tiempo hubiese estado calmo. Pudo divisar a Thomas unos metros por delante de ella y aceleró su paso al punto de correr antes de que éste doblara la esquina y entrase a casa del señor Thomson.
—Thomas —lo llamó cuando creyó que no iba a terminar por alcanzarlo.
Su hermano se volteó y detuvo su andar cuando vio a Rose aproximarse con el rostro enrojecido.
—¿Qué haces aquí? ¿Ha pasado algo malo, Rosie?
—Nada de lo que debas preocuparte pero algo para lo cual necesito tu ayuda. Debo pedirte que por hoy no asistas a tu clase de dibujo, en verdad necesito que me ayudes con Anne.
—¿Ahora qué hiciste para que se enojara contigo? Mira, no puedo estar intercediendo entre ustedes cada vez que se pelean.
—Entonces, ¿no vas a ayudarme?
Thomas la observó por un instante, luego pasó su mano por su cabello y soltó un cansado suspiro.
—Lo haré, pero no puedo prometerte que lo haga en un futuro de nuevo.
—Te lo agradezco en serio, gracias.
—Sí, sí, sí dijo éste blanqueando los ojos—. Pero antes tengo que avisarle al señor Thomson que no asistiré.
Ambos caminaron hasta la casa del hombre donde su hermano excusó su falta inventando el surgimiento de un problema familiar que lo mantendría ocupado, lo cual, a decir verdad, no era del todo mentira pero sí menos exagerado. Caminaron hasta el parque que se hallaba cercano a su casa y tomaron asiento frente a la fuente.
—Y bien, ¿cuéntame qué hiciste para enojarla?
—Hablé de más frente a nuestra madre. Le dije que habíamos ido a despedir a un amigo de Anne, Phillip, cuando nos preguntó dónde habíamos estado esta mañana.
—En verdad me sorprendió esta mañana cuando me desperté no verte a ti durmiendo. Mejor dicho, me sorprendió que Annie te pidiera compañía a ti y no a mí. No creo que vuelva a hacerlo.
—Fui con ella porque me desperté cuando ella se estaba arreglando y no quería ser mala ni tampoco ser la aguafiestas.
—Pero aguaste todo de igual manera —retrucó Thomas.
—Fue un accidente. No pensé cuando lo dije. No me di cuenta.
—Ese es tu problema, Rosie. Jamás te das cuenta. Vives pensando en qué es lo mejor para ti y la forma de no perjudicarte pero no ves que a veces eso afecta a los demás. Que eso nos afecta a Anne y a mí.
Rose Mary sintió como un nudo comenzaba a crecer en su garganta. Sabía que lo que hacía no estaba bien pero tampoco podía evitarlo. Confrontar a sus padres era algo que le daba pánico de solo pensarlo.
—Es que veo como tratan a veces a Anne, como te tratan a ti y no quiero eso para mí. Yo no podría soportarlo como ustedes.
—Y nosotros no podemos soportar una vida bajo sus mandatos haciendo cosas que no nos gustan, pero si para ti eso está bien y te sientes feliz con ello...
—No es lo que quise decir —protestó.
—Entonces, ¿qué? La forma en que nos tratan no es la mejor, eso lo sé, pero no será permanente, algún día ya no viviremos bajo el mismo techo. Pero las cosas que nos hagan hacer, como exigirles a ustedes que se casen con un hombre al que no quieren, van a ser permanentes. Solo piénsalo.
Rose lo miró y Thomas le dedicó una leve pero relajada sonrisa, de esas que se dedican para dar ánimos.
—¿Qué hay de ti? Nuestro padre quiere que aproveches tu facilidad con las matemáticas y lleves las cuentas de alguna de las nuevas fábricas.
—Debo confesarte algo que aún nadie lo sabe, ni siquiera Anne. Se lo iba a contar de regreso a casa. Me marcharé a Francia dentro de poco. El señor Thomson me dijo que estaban dando vacantes para estudiantes de artes y cree que es una gran oportunidad para mí.
No sabía qué responder a lo que acababa de oír. Sin duda no esperaba que su hermano le contase eso. En verdad se alegraba por él y era verdad que tenía el talento necesario, sin embargo, no fueron palabras de felicitaciones las que salieron de su boca.
—¿Cómo conseguirás el dinero necesario? Tienes que ver cómo viajarás hasta allá, dónde vivirás y dudo mucho que nuestros padres te dejen ir...
Thomas comenzó a reír y negar con la cabeza.
—Para mi fortuna todo eso está más que arreglado. También fue lo primero que pensé y le comenté al señor Thomson, pero insistió con que no podía perderme la oportunidad y en que él me daría el dinero que hiciese falta. Me confesó que le recuerdo a su hijo que vive en Escocia y que le haría muy feliz ayudarme.
—El señor Thomson en verdad es muy amable.
—Lo es, y en cuanto tenga dinero le iré devolviendo lo que me preste. No me gustaría abusar de su bondad. Pero, volviendo a nuestro tema inicial, pienso que primero deberías intentar hablar tú con nuestra hermana y ver qué es lo que pasa. Si fracasas, intentaré yo.
Se levantaron del banco de madera y comenzaron su rumbo de regreso a casa mientras que Rose seguía preguntándole a su hermano sobre cómo le diría a sus padres que se marcharía a Francia. Al llegar, Thomas le indicó con un gesto que la esperaría en el jardín trasero y ella asintió mientras empezaba a subir el primer escalón. Se colocó frente a la puerta de su habitación y llamó con un leve golpeteo, el cual no tuvo respuesta alguna, por lo que se acercó más y habló.
—Anne, en verdad lo siento mucho. Me gustaría que me dejaras pasar y habláramos.
—No es un buen momento -respondió su hermana desde el interior—, no quiero hacerlo. Avisa a nuestra madre que no bajaré a almorzar. Tampoco estoy interesada en verla.
Pensó en insistirle nuevamente pero sabía que no lograría nada. Si alguien era capaz de cambiarle el humor era Thomas. Bajó rápidamente las escaleras y él supo que había fallado cuando la vio llegar al patio.
—No te ha abierto la puerta, ¿verdad?
—¿Acaso ves que estoy con ella?
Thomas se encogió de hombros y se puso de pie tomando su libreta metiéndosela en el bolsillo de su chaleco.
—Veré qué puedo hacer —dijo mientras desaparecía en el interior de la casa.
Al cabo de un rato y sin saber cómo su hermano ya había convencido a Anne de bajar a almorzar, e incluso de que hablara con ella luego de éste. Su hermana le contó acerca de su relación con Phillip y que no solo era una amistad como ella había creído hasta ese día que los había visto en el puerto. Rose estaba feliz por ella pero también se permitió sentir algo de envidia y fantasear con la idea de que alguien fuera correspondido a ella de forma natural y no forzada como pretendía su madre, con bodas arregladas y planificadas desde cada nacimiento.
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Mary's II
Historical FictionTras la partida de sus hermanos a Francia, Rose Mary se siente asfixiada por la perfección que ha tenido que fingir ante sus padres después de tener dos años la atención puesta solamente en ella. Para salvar a su familia de la banca rota deberá casa...