Dos meses después de la boda.
— ¿Otra vez te marchas? —Preguntó incrédula la joven- No alcanzas a llegar y tienes que irte otra vez.
—Es necesario, Mary —le respondió su marido terminando de empacar el montón de ropa que le quedaba en la maleta.
—Me estoy cansado de que sea necesario, y no entiendo por qué no puede ir tu padre en lugar de ti.
Octavian la miró agotado.
— ¿Qué es lo que pretendes?
—Que pases más tiempo aquí. Desde que nos casamos haz pasado la mayor parte del tiempo viajando y aún más luego de que te enteraste.
—Mary, sabes perfectamente que mis viajes no tienen nada que ver con eso.
—No lo sé. No sé si te vas por negocios o porque no quieres pasar tiempo conmigo. No sé si en el camino visitas algún burdel porque prefieres tener un bastardo con una prostituta ya que tu esposa estéril no puede darte uno.
El joven esbozó una risa sarcástica.
— ¿En verdad crees que eso es lo que hago? ¿Qué mis viajes son por eso? Para visitar a una prostituta y pagarle para que me dé un hijo. Mary, cuando nos casamos eso fue lo que acordaron nuestros padres, no yo. Me hubiera casado contigo aun si hubiese sabido de antemano que no podrías darme un hijo. Mi padre tendrá como herederos a los hijos de Pauline cuando los tenga.
—No, los hijos de Pauline serán herederos de su padre y del padre de su padre. No tendrías que continuar con los negocios de tu padre en vano si no vas a tener hijos a quién dejárselos.
Rose Mary parecía entrar en razón y eso estaba agotando la paciencia de Octavian.
— ¿Cómo crees que se ha pagado parte de la deuda de tu padre? ¿Cómo crees que obtengo el dinero para comprarte vestidos y satisfacer tus gustos? Con trabajo, y mi trabajo es atender los negocios de mi padre y los míos, lo que implica viajar hasta las plantaciones, negociar con hombres extranjeros, ir a los puertos y estaciones, distribuir el opio...—Octavian hizo una pausa abrupta dándose cuenta de lo que acababa de decir.
— ¿Distribuyes opio? ¿Te das cuenta en lo que te has metido?
—Mary, déjame explicarte. No es con el fin que tú piensas.
— ¿Y con qué fin es? — preguntó furiosa.
—Medicinales. Lo distribuyo en hospitales ya que los proveedores que lo distribuyen en bares y burdeles se niegan a ayudar. Hay personas que lo necesitan. Supongo que te gustaría saber desde cuándo lo hago. Llevo haciéndolo hace más de un mes.
Rose Mary se acercó a su esposo y lo tomo de las manos.
—Aun así sigue siendo peligroso. Podrían descubrirte y mal interpretar las cosas.
Octavian le acarició la mejilla en un suave gesto.
—Es por una buena causa. Nada malo va a pasarme.
Minutos más tardes, Octavian ya había sido llevado a la estación de tren por uno de sus cocheros y seguramente, pensaba Rose Mary, ya se encontraba camino a Gales donde pasaría la próxima semana. Se dirigió a su habitación para cambiar su vestido por uno más arreglado y pidió a una de las criadas que le arreglara el cabello.
— ¿Irá a alguna parte, señora Jones? ¿En la hora del almuerzo?
—Tengo un compromiso al que debo asistir. Cuando acabes con el peinado manda a preparar uno de los carruajes.
—Como guste —asintió la joven de cabello rojizo mientras terminaba de adornar el cabello de su señora con un lazo crema de raso.
Habían quedado en encontrarse en el jardín de flores, un oasis de paz y encanto en el centro de Londres donde por las tarde y cercana la noche los prometidos y amantes se dedicaban a pasear y apreciar las variedades de flores. El horario del almuerzo les había parecido más que adecuado para que nadie los viera y reconociera. Y ahí estaba él, esperándola en el lugar de siempre junto a la fuente.
Oliver reapareció en su vida días después de su boda con una carta donde le explicaba los motivos de su repentina desaparición. Si no conociera demasiado a su madre le hubiera parecido todo una mentira.
—Creí que no vendrías —le dijo mientras la abrazaba.
—Surgió algo inesperado —respondió Rose Mary conduciéndolo hasta un banquillo cerca de un árbol de jazmín.
— ¿Algo relacionado con tu esposo?
—Ha vuelto a dejarme para viajar. Negocios antes que su esposa.
— ¿Hiciste lo que te aconsejé?
—Desde luego que sí. Creo que hice una buena interpretación de esposa demandante —dijo entre risas.
— ¿Y en verdad no te importa que te deje?
—Haces muchas preguntas hoy, Oliver. Pensé que nuestros encuentros eran para placer, no para interrogatorios, pero ya que lo preguntaste te contestaré; no me molesta en absoluto, tengo todo lo que podría una dama querer y te tengo a ti.
—Aun así puedo ver que algo te preocupa- Rose sabía que indirectamente era otra pregunta, pero Oliver era mejor conversador que cualquiera como para eludirlo.
—Octavian está comercializando opio pero con fines medicinales a ciertos hospitales. Me preocupa que lo puedan arrestar y quién sabe qué más por ello.
Oliver no respondió a ello, permaneciendo un par de minutos en silencio.
— ¿No piensas decir nada?
—De hecho sí. Rose, esto podría beneficiarnos y mucho. Solo piénsalo, podríamos extraer una parte de lo que Octavian comercializa y comercializarlo nosotros en bares, incluso burdeles.
Rose lo miraba atónita.
— ¿Cómo eso podría beneficiarnos? —Dijo levantándose del banquillo —Acabo de decirte que me preocupa que arresten a Octavian, ¿y tú quieres que nos arresten a nosotros?
—Aunque arrestasen a Octavian no le harían nada, lo liberarían, es un Jones, un niño rico. Su familia pagará por su liberación o cualquier cosa. En cuanto a nosotros, ese dinero que podríamos recaudar nos ayudaría a realizar lo que siempre hemos querido. Podríamos acabar con las deudas de tu padre y terminar tu matrimonio con Octavian. Podríamos vivir donde tu quisieras. Dijiste que tienes todo lo que una dama puede querer, pero aun así no tienes libertad. No tienes la libertad que tiene Anne.
Esa noche, Rose Mary pensó en aquello que Oliver le dijo; él tenía razón y le estaba ofreciendo una buena oportunidad. Encendió el velador de su mesa de luz y sacó papel y pluma para poder redactar su respuesta. Le haría saber al joven Jenks que la había convencido y que estaba dispuesta a cooperar y hacer su parte del plan.
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Mary's II
Historical FictionTras la partida de sus hermanos a Francia, Rose Mary se siente asfixiada por la perfección que ha tenido que fingir ante sus padres después de tener dos años la atención puesta solamente en ella. Para salvar a su familia de la banca rota deberá casa...