Capítulo X

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La cena con la familia Warren tuvo lugar un jueves por la noche. Su madre conocía a Janeth desde que eran niñas y habían sido amigas muy unidas desde ese entonces. El hecho de que los hijos de ambas pudieran llegar a comprometerse parecía un sueño hecho en realidad. Collin era el segundo hijo de la pareja pero el único vivo. Su hermano, Jacob, había fallecido años atrás a causa del crudo invierno que había sufrido en Rusia.

La casa de los Warren estaba alejada del centro de Londres, al norte de éste. Cuando llegaron, el señor Warren se encontraba en la entrada de ésta fumando con su pipa y contemplando el cielo nocturno.

—Bienvenidos —los saludó con los brazos abiertos mientras bajaban del carruaje. — Es bueno verlos después de tanto tiempo.

—Lo mismo digo, Adam. Los viajes de negocio te han mantenido ocupado.

—Pero menos que mi esposa, Henry. Por favor acompáñenme, mi hijo y Janeth nos esperan en para la cena.

El interior de la residencia exuberante. Adornos atestaban los pesados muebles, sin mencionar los coloridos empapelados y alfombras que decoraban las habitaciones. A diferencia de su sobrio esposo, Janeth lucía igual que su casa, enfundada en un vestido verde limón con pedrería, y su hijo tampoco era la excepción vestido con una ostentosa camisa de bolados que sobresalían de su saco. Todos tomaron asiento alrededor de la oscura y lustrosa mesa de madera que exhibía una buena variedad de delicioso platillos que los criados a la orden del señor Warren comenzaron a servir.

La mayor parte de la velada se resumió en el parloteo incesante de ambas señora compartiendo recuerdos y anécdotas de sus tiempos joviales, conversación en la cual sus respectivos maridos al parecer solo tenía permiso a opinar cuando ellas se lo permitieran. Rose Mary y Collin solo se limitaron a comer, aunque el joven más de una vez la miró fijamente con una expresión impasible en su pálido y pecoso rostro. Rose se había preguntado si tendría manchado el contorno de su boca con comida o si en verdad le había parecido atractiva al hijo de los Warren. En cualquiera de los dos casos le suponía una incomodidad.

Cuando hubieron terminado, Janeth los condujo a la sala principal la cual no solo contaba con un gran espacio para invitados a pesar de los muebles, sino que también con un precioso piano de cola.

—Como sabrán, mis hijos han recibido educación en una de las instituciones más prestigiosas de Londres, y ambos aprendieron a tocar maravillosamente el piano. Lamentablemente Jacob murió, pero aun así tenemos ese maravilloso recuerdo, ¿no es así, Adam?

—Lo es querida.

—Mi hija, Mary Anne, se encuentra en Francia junto a su hermano perfeccionándose también en piano- agregó su madre para no ser menos.

—Dime, Rose, ¿tú sabes tocar? —preguntó Janeth.

—No, señora Warren. Solo se me da bien los bailes de salón como a cualquier otro.

—Maravilloso —dijo la mujer encanta. —Adam, toca algo para que la señorita Owens y Collin bailen.

Su esposo tomó asiento frente al instrumento mientras que Janeth tomaba asiento junto a Elizabeth y Henry al otro lado de la habitación, despejando la sala para que ambos jóvenes pudiesen bailar. Collin la tomó de la mano y torpemente la arrastró hasta la mitad de ésta. Se colocaron en posición y en cuanto Adam comenzó a tocar se pusieron en movimiento. La mano de Collin era sudorosa y apretaba la de ella con fuerza hasta hacérsela doler. Sus pies la pisaban la mayor parte del tiempo a cada paso y los giros que daban le producían querer vomitar. Agradeció a las todas las santidades existentes cuando la música llegó a su fin y Collin la soltó.

— ¿No hacen una pareja increíble?

—Desde luego, Janeth. Ha sido asombroso —dijo su madre.

Mary's IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora