Capítulo XIV

50 13 0
                                    

Cinco meses después de la boda.

Era viernes por la noche y tanto Octavian como Mary se preparaban para asistir a la ópera. Aquella noche la humedad se hacía presente y espesas nubes anunciaban una próxima llovizna, quizás esa noche, quizás al día siguiente, pero sin duda sería de gran alivio una vez que el cielo se descomprimiera.

Rose Mary lucia puesto un vestido color crema con pequeños caireles transparentes bordados en su corset y parte de los volados de la falda; le hacía recordar a Octavian como se veía el día de su boda: hermosa y radiante. Las criadas le estaban recogiendo y enganchándoselos con pequeños broches en forma de hojas color plata mientras ella contemplaba su reflejo en el espejo y él abrochaba los gemelos en los puños de su camisa.

—Querido, podrías traerme del alhajero la gargantilla que me trajiste de Belfast.

Su marido asintió y se dirigió al vestidor de la amplia habitación. Tomó la llave del alhajero de su escondite y fue en busca del mismo. Sacó la caja de madera tallada con mariposas y la abrió, para su sorpresa lo primero que vio al levantar su tapa no fueron collares ni otras joyas, sino cartas, varias cartas que formaban un pequeño alto considerable. Las agarró para retirarlas pero algo en la primera llamó la atención. No eran las cartas que él le había escrito durante sus viajes y ausencias, no estaban firmadas, pero era evidente que eran de parte de otro hombre. Desplegó unas cuantas y las leyó con frenesí y sintió como algo bajo su piel comenzaba a bullir, tal vez era su sangre o quizás solo fuera la noción de furia que crecía en él.

Mary no solo lo había estado engañando con otro hombre, lo cual de por sí era bastante grave, ella también había estado evitando tener un hijo suyo y obligando a la cocinera a preparar infusiones que evitaran la concepción bajo amenazas de despidos. Había robado a su propio esposo parte del opio para entregárselo a ese caballero cuyo nombre desconocía y obtener dinero para escaparse juntos. Se sintió un completo imbécil por su ceguera ante todo y aún más estúpido por no haber hecho caso a lo que había sentido el día de su casamiento, esa advertencia.

—Tardas demasiado, si hubiera pedido a alguna de las criadas...—dijo la joven entrando al vestidor y quedándose callada al ver que Octavian tenía las cartas en la mano.

Rose Mary salió apresurada de esa parte de la habitación y se dirigió a donde se hallaban las criadas. Octavian la siguió apretando las hojas de papel en su puño.

—Pueden ir a sus hogares —dijo a sus criadas —díganle a Gretel y a los cocheros lo mismo.

— ¿Los cocheros? —Intervino Mary — ¿Qué hay de la ópera?

—No habrá ninguna ópera. Explícame todo esto —dijo mostrándole el manojo de hojas.

—No debiste leer mi correspondencia, yo jamás lo hubiera hecho.

— ¿Tú jamás lo hubieras hecho? Yo jamás hubiera hecho todo lo que en estas cartas está escrito. Insultaste nuestro matrimonio, me hiciste creer que no podías tener un hijo cuando tú no querías tenerlo.

— ¿Y qué pretendías que hiciera, Octavian? ¿Que trajera al mundo a un niño para que su padre nunca estuviera? ¿Qué me quedara aquí encerrada, sola, mientras tú te ibas por días?

—Pretendía que siempre me dijeras la verdad, que fueras sincera conmigo, Rose Mary. Si amabas a otro hombre podrías habérmelo dicho y lo hubiera entendido, pero no solo me engañaste, también fuiste capaz de robarme, después de todo lo que te di, después de todo lo que mi familia ha hecho para ayudar a la tuya. Amenazaste con despedir a la pobre Gretel cuando sabes que es el único sustento de su familia.

Ella permaneció en silencio y con la mirada baja. Jamás había escuchado a Octavian hablar así, tampoco había pensado que fuera capaz de hablarle con tanto desprecio. Lo había subestimado.

—Debería hablar con nuestras familias, contarles lo que has hecho, enseñarles las cartas y buscar a ese hombre con el que te escribes y demás, pero no lo haré. He perdido demasiado tiempo como para gastar más en buscarlo y no ganaría nada, y en cuanto a las explicaciones, tú hablaras con tus padres y los míos y les contarás el motivo por el cuál solicitamos la anulación de nuestro matrimonio.

Rose Mary palideció e intentó atajar al joven Jones antes de que saliera de la habitación, interceptando su camino.

—Octavian, por favor, lamento mucho lo que he hecho- dijo con desesperación —sé que no tengo perdón, pero aun así te suplico que me perdones. Octavian, mírame —y le tomó el rostro con ambas manos pero de todas formas el corrió la vista —nunca he dejado de amarte, y sé que tú me amas.

Octavian la sujetó por las muñecas apartando las manos de la joven de su cara y haciéndola a un lado de su camino.

—Es verdad, te amo y eso solo lo empeora todo, pero ya no confío en ti. Quiero que en la mañana cuando regrese ya no estés en esta casa, ni tu ni tus pertenencia. También quiero que en la tarde hables con ambas familias, de lo contrario lo haré yo —y al cabo de decir eso salió del lugar.

Mary lo siguió escaleras abajo a paso apresurado, levantando la falda de su vestido para no tropezar o evitar engancharlo.

— ¿A dónde irás? —quiso saber, pero como respuesta recibió el estruendo de la puerta cerrarse de un portazo quedándose absolutamente sola.

Tomó papel y pluma y comenzó a escribir, debía contarle a Oliver que Octavian se había enterado de todo, necesitaban pensar qué hacer y cómo solucionar todo. Firmó la carta y escribió la dirección de donde estaba residiendo Oliver en ese momento en el sobre. Tomó algo de dinero y salió a la calle en busca de alguna movilidad pública que pudiera hacer llegar el mensaje.

— ¡Alto! ¡Espere! —exclamó cuando un hombre pasó en su carruaje a su lado. El mismo tiró las riendas haciendo que sus caballos se detuvieran.

—Haga llegar este mensaje a la dirección que tiene escrita, por favor. Aquí está su paga, —dijo tendiéndole el dinero pero entregándoselo después de que agarrase el sobre —sabré si no lo hace llegar a destino y no le gustaría tener a la familia Jones en su contra.

El caballero asintióy movió las riendas para indicar a los animales que avanzaran, mientras queella regresó al interior de la casa esperando a que Oliver recibiera suspalabras y acudiera a su encuentro. 

 

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Mary's IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora