Capítulo XV

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Un rítmico golpeteo resonó varias veces en su puerta. Había pensado no atender ya que le parecía extraño que alguien fuera a esa hora de la noche a un lugar como Limehouse, pero la insistencia lo hizo levantarse de su cama para ir a abrir.

Cuando abrió la puerta vio la sombra de una persona bajando las escaleras proyectada en la pared del pasillo. Bajó la vista cuando estaba por cerrar la puerta cuando encontró un sobre de papel y lo tomó. Era de Rose Mary. Ingresó en el pequeño apartamento y rasgó cuidadosamente el sobre para no romper el papel en su interior, y una vez que lo hubo sacado lo desplegó para leer. Eran malas noticias, Octavian Jones se había enterado de absolutamente todo, y si bien no sabía nada de su identidad sabía lo suficiente para perjudicar el futuro de Rose ante la sociedad. No hizo falta que llegase a leer las líneas donde ella le pedía que fuera a la gran casa. Él ya había salido incluso antes de leer dicha parte.

Encontrar una movilidad disponible era imposible, pocas eran las que se encontraban en las oscuras calles de Limehouse a esa hora y ocupadas estaban con parejas aquellas que se encontraban saliendo del suburbio en donde vivía. Oliver decidió no perder más tiempo e ir a pie. Apuró el paso a tal punto que se convirtió en trote. Recorrió las calles como si tratara de un laberinto en el cual alguien o algo lo estaba persiguiendo. Para cundo hubo llegado estaba jadeando y con las ropas y el cabello pegados por el sudor. La reja de la entrada principal se encontraba entre abierta por lo que decidió pasar y cerrarla a sus espaldas. Tomó la pesada aldaba y llamó tres veces a la puerta, esperando con impaciencia. Segundos después Rose le abrió la puerta.

—Pasa —dijo ella apresurada y tironeándolo del brazo hacia el interior. Lo condujo hasta la gran sala de su casa donde se detuvo para tomar una elaborada botella vidrio.

— ¿Quieres algo de beber? —ofreció mientras ella se servía un poco del contenido.

—No ahora. Cuéntame lo que ha pasado.

Rose comenzó a relatar lo sucedido, que había sido lo bastante poco inteligente para esconder allí las cartas y olvidarlo en vez de quemarlas; que Octavian se puso como loco y que nunca lo vio tan molesto en su vida. Le contó que él pediría la anulación del matrimonio y que no la quería en esa casa cuando regresara, y que tampoco tenía idea de a donde había ido el mismo.

—Tal vez no lo veas ahora, pero todo esto es algo bueno, una ventaja. Rose, te está liberando de ese matrimonio. Podrías casarte conmigo, tenemos bastante dinero acumulado y podríamos irnos a... —Oliver dejó de hablar en el momento que ella comenzó a reírse.

— ¿Casarme contigo? ¿En verdad pensaste que algún día eso pasaría? Jamás me iré de esta casa y jamás dejaré de ser la señora Jones.

—Pero dijiste que querías una vida conmigo, que me amabas y eras feliz cuando estábamos juntos.

—Y lo soy, Oliver. Tú me haces feliz, pero eso es todo.

El joven se encaminó al extremo donde se encontraba ella. Una gran cantidad de sensaciones comenzaban a liberarse en su interior y peleaban por apoderarse de él.

—Me has engañado todo este tiempo. —Le reprochó con amargura —Nunca fuiste sincera.

—Lo hice, ¿qué te hizo pensar que no te engañaría a ti si engañaba a Octavian? Pero si quieres sinceridad te diré la verdad, Oliver. Esa noche en el puente me dijiste que debía preocuparme menos y hacer lo que yo quisiera y eso hice. Me puse a prueba e hice lo que quise, los usé a Octavian y a ti, y no me arrepiento de ello.

—No es cierto, no lo es —dijo negando con la cabeza como si pudiera expulsar así las palabra de Rose.

—Eres el entretenimiento que escogí para no quedarme solo en este lugar mientras mi esposo se iba. Si él estuviera más tiempo presente en esta casa conmigo lo nuestro ni siquiera hubiese existido —los dichos de la joven brotaban como si fueran veneno.

—Cállate, por favor, ya no sigas.

—No quieres que te engañe pero tampoco quieres que te diga la verdad. Oliver, amo esta vida, me gustan los lujos y las personas y lugares que frecuento con mi esposo. Me gusta vivir en esta inmensa casa y tener sirvientes que hagan todo lo que les pido. Me gusta que las otras damas tengan envidia de todo lo que poseo, y no cambiaría esa sensación, ese placer por nada ni nadie.

— ¡ES SUFICIENTE, BASTA! —gritó él encaminándose a la puesta de entrada.

—¡NO HE TERMINADO! —dijo ella alcanzándolo y poniendo su mano en su hombro para obligarlo a voltearse —NUNCA, NI EN SIETE VIDAS PODRÍAS DARME TODO LO QUE TENGO, PORQUE NO ERES MÁS QUE UN POBRE E INGENUO HOMBRE HIJO DE UNA MADRE MUERTA Y UN PADRE DEMENTE.

Rose Mary espero que le gritara unas cuantas cosas después de eso, o que se marchara por completo, pero no hizo ninguna de las dos. En su lugar habló en un noto bastante más calmo al que había usado con anterioridad.

—Te dije que ya era suficiente.

Oliver rodeo con sus manos el cuello de la joven y la estampó contra la pared más cercana, presionando con cada vez más fuerza y elevándola unos pocos centímetros del suelo. Rose Mary intentaba soltarse de su agarre tironeando de las manos del joven con sus propias manos, intentó patearlo para liberarse pero el vestido no le permitía tal movilidad. El aire comenzaba a faltarle pero eso no impidió que las lágrimas cayeran de sus ojos. Oliver la miraba fijo y con furia y ella optó por sostenerle la mirada; si ese iba a ser su fin quería que él recordara su rostro por el resto de sus días. El cuerpo de Rose se sacudió con un espasmo y su mirada se clavó en un punto más allá de este mundo. Oliver la había matado.

Una oleada de cordura pareció recorrerlo nuevamente y soltó el cuerpo de la joven, horrorizado, escuchándolo chocar contra el piso al desplomarse. Rápidamente él también se desplomó a su lado y ya no era enojo lo que recorría su ser, era pánico y desesperación.

—Qué es lo que he hecho —se repetía una y otra vez con voz temblorosa entre sollozos.

La tomó en sus brazos y le cerró los ojos, y la meció como si fuera un bebé al cual tenía que calmar, cuando quien necesitaba calma era él. Cerró sus propios ojos y la atrajo hacia él, y así permaneció un largo rato hasta que su llanto se convirtió en silencio.

 Cerró sus propios ojos y la atrajo hacia él, y así permaneció un largo rato hasta que su llanto se convirtió en silencio

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