014

119 11 30
                                    

𝘿𝙚𝙨𝙥𝙞𝙚𝙧𝙩𝙖

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

𝘿𝙚𝙨𝙥𝙞𝙚𝙧𝙩𝙖

Sentimiento de sofocarse aunado a la culpa que hacia que mi garganta se cerrara más. Todo era un sueño, pero se sentía tan real que me era imposible si quiera tener las fuerzas necesarias para abrir mis ojos y dejar de soñar eso.

Sentía como sollozaba de verdad, probablemente ahogandome en mi propia autodestrucción.

-Lee, por favor, despierta

Solloce, mirando mis manos llenas de sangre de mi mejor amigo que se hallaba en el suelo, frío y con sus ojos abiertos. Sin embargo, sabía que aunque estuvieran abiertos ya no había vida en ellos.

Era torpe pedir que se levantara y mucho más torpe creer que podía hacer algo al respecto.

Mi mejor amigo estaba muerto, por querer salvarme, por mi culpa

-¿Sabes que es tu culpa, no?-aquel chico vestido de negro y con el bate ahora color escarlata habló-Sam, tan inocente...tan débil...y tan torpe-el veneno en su tono de voz me provocó escalofríos

Camino hacia mi, mientras yo trataba de distinguir su rostro con mis ojos irritados y llorosos. Se agachó a mi altura y su mano fue a parar a mi mentón, levantado mi rostro de manera delicada.

-¿Dime a quién más quieres que asesine?-cuestionó, sentí la importancia invadirme-¿tu madre?, ¿tu padre? o ¿tal vez a tu amigo Félix?-me miro con sorna

Lo tenía justo enfrente y aún así, mi mente no hacia la mínima tarea de armar el rostro de esa persona. Pero tenía por lo menos que recordar algo, aunque fuera muy dentro de mi cerebro.

-Sabes, haría cualquier cosa por quedarme contigo. Siempre juntos, y realmente espero que sin Lee de lado empieces a quererme de verdad-dijo aquello último dejando de lado el contacto con mi rostro y quitando su hoodie

Conocia esa mirada, mucho más ese tono de voz y ese característico cabello.

No, no podría ser...él. ¿Cierto?

Casi como si mi mente quisiera atormentarme más, justo antes de poder ajustar mi visión sobre su rostro, mis ojos se abrieron por fin.

Luego de horas y horas de sufrimiento junto al sentimiento de sofocarme. Mis ojos estaban mojados, y tenía dificultad para respirar.

Pero estaba despierta. Vivía en la realidad

No sabía cuanto podría mi mente engañarme, pero por fin decidiría hacerle caso.

Iba a averiguar la verdad sobre el asesinato del señor Truman

[...]

-Bien, nos vemos el viernes-el señor de bigote casi perfecto cerro el libro para dar por terminado la clase.

Si, probablemente el maestro Hernández fuera el único maestro que se merecía su paga.

Espere como siempre a que todos se levantaran y el aula quedará semi vacía para poder pasar por la puerta sin tener que tocar o siquiera respirar cerca de personas.

𝕾𝖊𝖈𝖗𝖊𝖙𝖔𝖘 𝕯𝖊 𝕸𝖊𝖉𝖎𝖆𝖓𝖔𝖈𝖍𝖊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora