—Me gustó.—¿Seguro? ¿ni una parte de ti quiere cambiarlo?
—La parte del cartero.
Presley silbó, viendo una revista de modas de la década pasada. Según sus métodos, la ayudan a pensar con claridad en lo que no se debe repetir y lo que sí, si lo hacen con buen ingenio, combinación y el ojo de un diseñador nacido para serlo.
—No pudo resolver ese aspecto, guapo Leitan —le responde ella, pasando la siguiente página—. Necesitaba su firma y a su presencia para la decoración. Nuestros gustos respecto a, todo en general difieren, y a fin de cuentas en su colección.
—Nuestra colección —corrijo por catorceava vez—. ¿Lo tengo que estar repitiendo constantemente?
—No —sonríe, y me guiña—. No hoy.
—No las entretengo mas —dice Leitan—. Nos vemos en la noche.
—¿Va también para mí? —duda Presley, cerrando de un golpe la revista y hablándole a mi móvil como si fuese el propio Leitan—. Esas cosas de ser chaperón no se usa, eh.
—También va para ti —le especifica—. Y no serás chaperona. Tengan buena tarde.
Acaba la llamada y soy invadida —mi espacio de trabajo— por Presley, sentada en el escritorio.
—¿No te pareció que su despedida fue muy informal? No lo sé, si me gustara alguien tanto, no dudaría en hacérselo saber.
—Estábamos hablando en altavoz. ¿Esperabas que desparramara su alma en una despedida?
—Como mínimo. Yo estaría saliendo con el susodicho, ¿no? —Afirmo como buena oyente—. ¡Me lo merezco!
—¿A fin de cuentas nunca hubo esa cita, cierto?
Se bajó de un brinco de la mesa y agitó sus anchas caderas por el piso, hasta sentarse en su silla. Con las manos enlazadas y los codos en los brazos.
—No. Según su contestador está en un <<viaje>> —engrosa su voz, similar a la de José Ángel—, y me vale cacaguates, Mony. Tengo planes presentes.
—Quieres decir que le dijiste que te gustaba y él está de viaje.
—Le hablé para aceptar la cita que me pidió, ¡y al imbécil se le ocurre irse, irse bien lejos cuando me decidí! —ofendida, cruza sus brazos—. O sea, no hay derecho.
—Pres. —Decidí no burlarme, aunque está difícil—. Tardaste semanas.
—¿Y? Si le intereso, pudo esperar.
Reacomodé mis hojas y lápices que ella removió, ordenando en el lugar de inicio. No pelearía contra su lógica. No porque acabaré perdiendo, sino porque Presley no se ofende por mucho tiempo y, si sigue ofendida, es que le dolió.
El rechazo es útil, para aprender de él. No recuerdo que alguna vez la rechazaran, pero recuerdo perfecto las veces en que lo ha hecho. Las cucharadas de medicina vienen en envases de diferentes tamaños y sabores. Como su amiga que no quiere ver que sufra, me compenetro con su irritación e incógnita, sin embargo como la amiga que prefiere que crezca, lo veo como una mezcla justa para el molde correcto.
O como diríamos: una talla para tu medida.
**
Había leído el papel tres veces. No creía lo que en él estipulaba. Simplemente, porque es increíble.
Todo, cuanto me convenía, está perfectamente redactado y revisado posteriormente por un abogado. También tengo el derecho, si no se cumplen una de mis exigencias, tomar este como nulo. Dispondré, como allí dice, el tiempo estimado y si no cumplo con este, seré denunciada por incumplimiento y pagar un multa hoy día es un suicidio financiero. Entre otros muy buenos y justos enlaces con mi socio y yo.
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Si el Vestido te queda
RomancePrimera parte de la Trilogía "Si te queda". Una mujer enamorada, ilusionada y con un bello vestido puede ser todo un sueño. Brillas, idealizas y apruebas lo que no. Lastimosamente, no es el sueño de Monilley. Nunca tuvo oportunidad de decir que sí...