Presley y su relación intermitente con José Ángel no me daba buenas señales. En la espina de Pres, que te rechacen es como si la retaras a probar lo contrario y ella, gustosa, te obligaría a tragarte tus palabras. Y justamente, José Ángel queriendo o no, la retó.
Por mucho que crea en la racionalidad que tenga para tomar decisiones en el ámbito amoroso, he de admitir que ahora, en que no me convida a conocer sus intimidades, estoy en un hipotético jaque. La ayuda que le brinde es mas lejana y a tientas de lo que debiera. Si fuese al revés ella abriría las puertas de par en par de mis intimidades para meterse y no permitiría que me cierre mas, pero si lo llevamos a su caso...
Nosotras tenemos gustos e inclinaciones similares; en cuanto a un llamado de auxilio, una siempre es orgullosa.
—¿Ya sabes lo que siente José Ángel por ti? —pregunto ya habiendo finalizado el emotivo rato de aprecio al regalo de Leitan.
Presley, con un bocadillo a medio camino, lo pone en la bandeja y me fulmina, asequible por haberla interrumpido mientras come. Melina, que respondía un texto a su esposo, me ve impactada por mi actitud.
—No sé... —aclara su garganta mi socia castaña clara—, no sé porqué me haces esa pregunta, Monilley.
Estuve a punto de soltar una pregunta como la que hizo Leitan <<¿Es que ya no soy Fresita?>>. No, no lo soy.
—Porque quiero saber lo que hay antes de que me lo cuente otro. —Mas esclarecida, imposible—. Y si quieres saber lo mismo, te lo estoy reprochando, Presley. Te reprocho que me apartes y decidas que yo sí puedo compartirlo todo contigo pero tu, porque no estás cómoda, no lo haces. ¿A eso llamas amistad de una vida?
—Monilley —severa, su cabeza niega—, no quiero hablarlo.
—¡Pues adivina qué, Presley! —articulo iniciando mi enfado, desde el estómago en una inquietud a mis manos subiendo la temperatura—. No me importa. ¿De cuándo a acá te interesas tanto por un hombre que no te da ni la hora? Está bien, te puso en tu sitio y lo mereciste, pero que ruegues atención me parece el colmo de los insultos. Es más, los dos han saldado sus deudas con el otro, ¿no te parece? Tu como la que lo agravió, él como el que te ignoró, tu como la que lo intentó, y él el que te desplazó. ¿Cuánto mas vas a continuar, cuando veas que está con otra señorita? Porque sabes bien que ese tipo de hombres, solos, no están.
El sillón, por fortuna, está pegado al suelo o Presley lo habría tirado con su arranque al ponerse de pies. Le seguí mirando; no tengo arrepentimientos, pero ella debe tenerlos. Solamente alguien con demasiados arrepentimientos o condenas consigo puede callar por meses un amor no correspondido, sobretodo, si se trata de alguien como Presley Aguilar.
—Has dado en el clavo, nena —dice ácida. No llorona. No, qué va. Si llora es porque murió un ser amado, si está hasta el techo de cosas malas y aun así, ríe. Pero llorar por un acontecimiento que no le ha visto en nuestra vida juntas, eso no—. Me rechazó, tres veces y jamás me sentí tan patética de casi suplicarle a un hombre que me quiera. Pero no se preocupen, se terminó.
—Es lo que dices, y sin embargo...
—Aun quiero verlo, no voy a mentir, pero mi masoquismo entra en diferentes propósitos. ¿Mi palabra no te es suficiente, Fresita?
Mis ojos la miran entrecerrados, dispuesta a rebatir esa pregunta contra las cuerdas.
—Y respondiendo a tu primera pregunta —siguió hablando, categórica—, en un comienzo sintió curiosidad como yo por él. Luego la curiosidad pasó a ser nada, como la relación que tenemos: inexistente. ¿A dónde miran...? —se voltea, buscando lo que vemos que ha llamado nuestra atención.
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Si el Vestido te queda
RomancePrimera parte de la Trilogía "Si te queda". Una mujer enamorada, ilusionada y con un bello vestido puede ser todo un sueño. Brillas, idealizas y apruebas lo que no. Lastimosamente, no es el sueño de Monilley. Nunca tuvo oportunidad de decir que sí...