(Wild Ambition Fortune's Ice Prefers) LA AMBICIÓN PREFIERE EL HIELO

Todo, menos la corona que se le prometió parte 1

El primer pensamiento de Loki fue que viajar en el Bifrost era infinitamente más placentero que recurrir a sus propias reservas de poder para abrir los caminos secretos entre los mundos.

El segundo fue que aun con la cegadora avalancha de color y luz que lo invadió en ese lugar, apenas era un atisbo del brillo del Reino Eterno. Debía ser de noche, y sin embargo, la ciudad brillaba con luz dentro y fuera. Las imponentes columnas del palacio real brillaban cubiertas en oro y bronce, con los pasillos y las viviendas de la ciudad encendidas con mil puntos de luz, con llamas parpadeantes de los fuegos en las lámparas frías pero intensas de Ásgarðr. El puente en sí tenía un débil brillo iridiscente, al igual que el intrincado mecanismo del Observatorio, incluyendo los ojos de su vigilante, que parecían brillar con una luz dorada.

Y, como Thor había dicho, allí estaba el cielo. Loki inclino la cabeza hacia atrás y miro la oscuridad aterciopelada del cielo nocturno, salpicado de estrellas y cubierto de nubes nebulosas. Como una novia, pensó, frunciendo los labios, adornada con joyas y envuelta en sedas, bello, frío y totalmente sin el calor del sol. Que apropiado.

"Bienvenido a Asgard, Rey Laufey", dijo Odin, usando un casco pesado y armado con su gran lanza. "Es un gran honor tenerte a ti y a tu gente aquí".

"Estamos agradecidos por su hospitalidad", dijo el Rey Laufey de manera uniforme. El, Helblindi y Býleistr estando por encima de las cabezas de Odin y los asgardianos alli reunidos. "Es un honor ser sus invitados".

"Loki Laufeybarn", dijo Odin, dirigiendo su atención a Loki. "Es un placer darle la bienvenida personalmente a Asgard".

"Estoy muy feliz de estar aquí, Padre Todo", respondió Loki, ofreciendo un arco ceremonial con cada fragmento de gracia que pudo reunir. Todos los Aesir lo miraron fijamente mientras se enderezaba, dándoles su sonrisa más enigmática y dejando que su larga trenza se deslizara sobre su hombro desnudo. Después de una discusión cuidadosa, decidió ir al encuentro en su forma original, viéndose en cada pulgada como un íviðja del Ríkikyn, adornado con las mejores joyas, incluyendo un collar ceremonial tan grueso que le llegaba hasta la mitad de su pecho, adornado de malaquita y esmeraldas, con un par de cabezas de lobos gruñendo. Había sido de Farbauti: un último regalo de su bera.

Había sido un regalo digno de un Príncipe, un tesoro que valía la pena llevar al corazón de un reino.

La furia de Loki ardió tan ferozmente como las estrellas de Ásgarðr, pero él se mantuvo igual de frío, manteniéndola quieta y remota como los puntos brillantes del cielo. La inesperada espera de un mes en Jötunheimr le había enseñado algo, y era el valor de la paciencia y la importancia de mantener sus planes bien ocultos. Estaba muy cerca. No más errores; no más debilidad, este sería su triunfo.

"Mi hijo está ansioso por verte", dijo Odin, con una expresión imposible de leer debajo de su casco con cuernos. "Como todos los de Asgard".

¿Podía ver a través de el?, se preguntó Loki. Laufey le había dicho que debía presentarse formalmente a Thor antes que a la gente del pueblo; era claramente ese evento el que había provocado el regalo de la armadura verde y dorada, junto con una capa y un casco, siendo el primer regalo que llegó después de la ausencia de Thor. El Aesir podría haber esperado a que llegara, y que viera a los de su reino, para tratar de igualar su aspecto, pero el Rey Laufey había decidido lo contrario. Sería presentado con miles de adornos, como un símbolo viviente de la gloria de Jötunheimr y lo que quedaba de su riqueza. Laufey, Helblindi y Býleistr se vistieron tan sencillamente como siempre, e incluso los Jarls del norte habían adoptado una vestimenta más simple, con la intención de hacer una demostración de austeridad, tratando de no revelar hasta qué punto habían perdido sus fortunas.