16 | Ella

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Athan

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Athan

Había sido un día totalmente agotador, últimamente las clases comenzaban a pesarme más de lo normal, sin embargo y para mi buena suerte, habían cancelado la última clase del día de hoy, tal parecía que el profesor de literatura había tenido una emergencia y por ello había tenido que salir de viaje a último momento, no me preocupe por investigar más sobre aquel asunto ya que había tomado la decisión de volver temprano a casa.

En el transcurso del camino había tenido cierta molestia, como si debiese recordar algo importante, sin embargo, mi cabeza no lograba dar con la respuesta, tuve que hacer caso omiso a dicha sensación ya que probablemente mi madre me podría a ayudarla con los quehaceres de la casa aprovechando que tenía este tiempo libre, lo normal sería quejarme por ello, sin embargo, ayudarla no me molestaba en lo absoluto.

Al llegar a mi destino me apresuré a abrir la puerta principal, sabía que habían otros dos seres que estarían muy emocionados por tenerme de vuelta tan temprano, el sonido de ocho pequeñas patitas corriendo comenzaron a hacerse presentes en el aire, casi de inmediato la pequeña figura de los cachorros se hizo visible ante mi, me agaché e incline hacia ellos, a su vez di pequeñas palmadas sobre sus cabezas.

— Volví — avise mientras admiraba el movimiento de felicidad en sus colas.

Un olor algo peculiar hizo que mi atención por los cachorros pasara a un segundo plano... Era un olor como a... ¿Fresas?

Nuevamente me puse en pie — Llegue — solté en un tomo más fuerte como de costumbre para que mi madre pudiese percatarse de mi presencia. Sin embargo, la respuesta de ella no llegó.

Aquel olor pasó de ser uno peculiar a uno más delicioso, aquello logró captar mi atención por completo ya que eso solo podía significar una cosa, sin pensarlo mas me dirigí hacia la cocina en busca de el responsable de aquel aroma tan irresistible, al pasar por el comedor pude visualizar sobre la mesa a mi objetivo, pastel de fresas con crema. Mi favorito.

Me acerqué a la mesa decido a tomar un trozo de este cuando repentinamente sentí como una mano se posó sobre mi hombro.

— Ni lo pienses — hablo la voz mi madre con severidad — Es para esta noche, me esforcé mucho como para que te lo acabes de dos mordidas.

— Hola a ti también — bromeé

— ¿Qué haces aquí tan temprano? — indagó — no es nada típico en ti que te escapes de la universidad

— No lo hice, cancelaron la ultima clase, supongo que la repondrán la próxima semana — explique

Mi madre entre cerro ambos ojos — Ni se te ocurra tocar el pastel — me advirtió ignorando totalmente el tema de la universidad

Nuestro callejón de los corazones rotos © #1 (Próximamente nueva versión)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora