10 | Alexia

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Alex

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Alex

— Alexia — soltó aquel chico de los ojos café tras mi espalda.

Gire sobre mi propio eje y me detuve hasta que mis ojos pudieron volcar son su figura, por inercia una gran sonrisa comenzó a hacerse lugar en mi rostro. Mis ojos comenzaron a recorrer su figura de pies a cabeza, aquel chico se encontraba casi acostado en la banca de aquel callejón, sus ojos se encontraban cerrados en su totalidad y su pecho subía y bajaba al ritmo de su respiración.

— Alexia — repitió aún con los ojos cerrados para llamar mi atención, aunque podría jurara que aquel chico estaba totalmente al tanto de que ya la tenía.

Me encamine hacia su figura mientras el chico se acomodaba en su lugar y a su vez abría sus ojos.

— Alexia — soltó una vez más.

Entre cerré mis ojos — No abuses — reproche.

— No lo hago... Solo — hizo una pausa para esperar hasta que tomara asiento junto a él — Me gusta tu nombre... Es lindo.

— Quisiste decir "raro" — aclare — porque si, Zack, mi nombre es raro.

— Es tú nombre, y eso ya lo hace perfecto — soltó mientras la comisura de sus labios comenzaba a elevarse. — Al menos para mi — añadió

No respondí, me quede en silencio mientras observaba como el chico colocaba su cabeza sobre mi regazo.

Zack era la única persona en el mundo que me llamaba de aquella manera, era la única persona a la que le permitía llamarme por mi nombre completo, mi padre y Nate lo habían intentado un par de veces, sin embargo, me negué por completo a cumplirles el gusto, nunca fui fan de mi nombre completo, así que toda la poca gente que estaba al tanto de mi existencia, incluyendo mi familia, me llamaba Alex.

Cuando Zack comenzó a llamarme de aquella manera hacia el intento de ignorarlo y pasarlo por alto, sin embargo, mi problema con él no era que odiara que lo hiciera, ni si quiera me molestaba, de hecho... Me encantaba como sonaba mi nombre viniendo de sus labios.

De un momento a otro... Me volví adicta a su voz.

— Te quiero — musito mientras posaba su mano derecha sobre mi mejilla dejando que pudiera apoyarme en ella.

— Y yo a ti — le aseguré, y era cierto, en definitiva lo quería más que a nadie... — te quiero, Zack.

Y quizá ese hubiera sido un buen momento para notar que algo siempre estuvo mal.

Nuestro callejón de los corazones rotos © #1 (Próximamente nueva versión)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora