2 | El callejón

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Alex

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Alex

Mi vista vagaba en el techo de mi habitación mientras soltaba un leve suspiro. Al parecer este día no sería diferente al resto de ellos...

Las frías gotas de agua comenzaban a caer sobre mis hombros causándome un leve escalofrío, opté por ignorar aquella sensación y desvíe mi vista hacia aquel libro que aún se encontraba entre mis manos, divague unos momentos hasta que decidí dejarlo en el lugar en el que yacía anteriormente.

Sabía que una pequeña sonrisa se había formado en mi rostro. Realmente me había encantado aquel obsequio.

Tome el teléfono para darle las gracias a mi madre, sabía que era inútil llamarla ya que no solía contestar al estar en el trabajo, así que me limite a escribirle un mensaje. Después de ello lo lancé sobre la cama cuidando que no cayera sobre el suelo, un golpe más y en definitiva pasaría a mejor vida.

Me puse en pie y comencé a secar mi cabello. — I' ve found a reason for me — tarareé para matar el silencio. Era una de las canciones que más disfrutaba. La letra me parecía una de las cosas más hermosas que podía existir — To change who I used to be. — The reason, hoobastank.

No tarde mucho en elegir las prendas ya que decidí tomar lo primero que pudiera encontrar en mi armario. Me coloque unos pantalones negros, mis botas favoritas y mi playera de Green Day. Al terminar me lancé sobre mi cama nuevamente y tendida sobre ella me dediqué a buscar algo con lo cual pudiera matar el tiempo, sin embargo, fracasé en el intento ya que efectivamente no tenía nada con lo cual pudiera distraerme de aquella sensación de soledad...

En estos momentos me alegraría mucho el tener una mascota, quizás un conejo...

Si... Claro, hablo mi conciencia. Ciertamente no había tenido buenas experiencias al tratar de mantener una ser con vida. Mi experiencia se reducía a haber logrado mantener un pez dorado por una semana.

Solté un suspiro. A pesar de que nunca salía de casa no había llegado a sentirme tan sola, Nate solía venir diario y en verdad sentía su ausencia en estos momentos... Después de todo no podía atarlo a mi todo el tiempo, él ya hacía más que suficiente por mí. Realmente le debía y le debo demasiado.

Quizá sea buena idea colocar un vídeo en YouTube de feliz cumpleaños, se burló mi conciencia. Este era el colmo.

Rodé los ojos mientras aún hacía el vago intento de distraerme con algo. Mi mirada comenzó a recorrer lentamente la habitación en busca de una solución hasta que se detuvo en aquel libro.

— Bueno... ¿Por qué no? — me dije a mi misma en voz alta, ridícula. En fin, después de todo no tenía nada más por hacer en aquel momento. Un libro era mejor compañía que la nada.

Me puse en pie y tomé el libro que yacía sobre la pequeña mesa de noche, finalmente después de pensarlo mucho me decidí por salir de casa. Me deprimía el hecho de estar sola este día, quizá en el mejor de los casos el aire podría llevarse aquel sentimiento.

Nuestro callejón de los corazones rotos © #1 (Próximamente nueva versión)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora