Alex
Mis pies se movían a toda velocidad en dirección a la clase de historia, mi rostro fue invadido por una gran sonrisa de victoria al notar como un chico que había visto ya en un par de clases anteriores entraba por la puerta de aquel salón. Al parecer hoy no sería la última. En su cara profesor Stevens, me burlé.
Seguido de ello me mantuve de pie tras la espalda de aquel desconocido y espere a que este tocara la puerta, no tardó mucho en realizar aquella acción, inmediatamente tras aquel par de golpes que recién había dado el chico sobre la superficie de madera la puerta de abrió dejando a la vista la figura de una de las personas que más odio sentía por mi, y no, no estaba exagerando, para nada, desde hace un par de años el señor Stevens comenzó a dedicarme unas constantes miradas de desagrado, ciertamente él no era el único, esta era mi vil condena por ser la mejor amiga y un fuerte distractor de uno de los chicos más inteligentes de todo el lugar.
Gracias Nate.
— Señorita Weyl— pronunció el profesor tras darle paso al chico que yacía anteriormente frente a mi — tarde como siempre, creí que había abandonado la escuela. — rió sin gracia.
— ¿No va a llamarle la atención a él? — señale al chico — Si lo dejó pasar a él es justo que me deje pasar a mi.
— Muy graciosa señorita, sin embargo, usted a diferencia de su compañero no lleva consigo una excusa a causa de su falta en mi clase — El señor Stevens tendía a exagerar la situación, un par de minutos tarde no deberían contar como "falta".
Separé mis labios una vez más para soltar una protesta ante su comentario anterior, sin embargo, el profesor me lo impidió.
— Cierre la puerta al salir — soltó, seguidamente giró sobre sus talones y se encaminó en dirección a la pizarra.
— ¿Q-Qué? — tartamudee
Pude escuchar perfectamente como soltó un largo suspiro y volvió a girar hacia mi — Cómo escucho señorita Weyl, este tipo de irresponsabilidades no son permitidas en mi clase
Tenía que hacer algo al respecto, sino... Mi madre iba a matarme... No podría volver a casa.
— Señor Stevens, no volverá a pasar. Yo...
— Ni se moleste Weyl — Comenzaba a pensar que este señor tenía algo más en contra de mi —. ¿Nos deja continuar con la clase?
Y hasta en aquel momento caí en cuenta de todos los ojos que yacían sobre mi. Mis mejillas tomaron un color carmesí ante la situación, un par de murmullos y unas cuantas risas se escuchaban a lo lejos, mi mirada cayó hacia el suelo y finalmente me rendí, tomé la manija de la puerta entre los manos y cerré la puerta.
Solté un gran suspiro, seguido de ello gire sobre mi propio eje y comencé a caminar fuera del pasillo en el que me encontraba, introduje mi mano en mi bolsillo en busca de mi teléfono, di un par de toques sobre su pantalla y finalmente enfoque el reloj del mismo. Las siguientes dos clases las recibirá en el mismo salón con el mismo profesor, lo cual quería decir que tenía dos horas libres en las cuales podía sentarme aquí afuera en espera de que el señor Stevens se apiadara de mi, claro, esto a menos que a la directora se le haya dado por patrullar toda la instalación, en cuyo caso estoy realmente estaría en problemas problemas.
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Nuestro callejón de los corazones rotos © #1 (Próximamente nueva versión)
Novela JuvenilSiempre que le rompían el corazón ella llegaba ahí, a ese callejón oscuro, frío, desolado... Un lugar en donde ella encontraba la calma... Su calma acabó cuando él llegó a irrumpir en su espacio, ese era su callejón, no el de él... "Un corazón roto...