Prólogo

3.7K 304 121
                                    

—Seis gomitas a que no da más de 9 pasos—Hiro deja lo dicho sobre la mesita que tiene al frente.

—Dos chicles a que no pasa de los 5—agrega Gogo imitando su acción.

Hiro sonríe y agrega otras seis gomitas para igualar la apuesta (6 gomitas por un chicle es el trato).

—Chicos, no apuesten con estas cosas—les reclama Honey.

Tadashi ríe desde las barras paralelas y espera a que su terapeuta lo suelte. El primer paso siempre es el más complicado. Es cuando aún tiene las piernas entumidas, requiere mucho esfuerzo y concentración conseguir que sus extremidades recuerden que ya pueden moverse. Pero una vez que da el primer paso, los siguientes parecen seguirle solos. Aunque al final siempre se cansa. En algún momento sus piernas deciden que muy bien todo esto de caminar, pero hasta aquí llego, lo siento. Después de eso es imposible conseguir que sus piernas reaccionen, o al menos es muy difícil. Le frustra esta limitación, pero no puede hacer nada. La fisioterapeuta ha dicho que en algunos meses ya podrá caminar sin ayuda de las barras, aunque solo por tramos cortos. Entonces lo dejarán marchar a casa para que pueda retomar las riendas de su vida. Está ansioso por ello. Baymax, quien también lo ha revisado, le ha recomendado algunos ejercicios para hacer en cama sin ayuda de las enfermeras ni de la terapeuta.

Cuando da el sexto paso, Gogo suelta un gruñido malhumorado. Escucha a Hiro vitorear cuando sus piernas se traban en el octavo. Ríe negando con la cabeza. Hiro podrá tener 24 años, pero sigue actuando como el chiquillo de 14 que recuerda. Siente la amargura treparle por el pecho al pensar en la edad de Hiro. Diez años, se había perdido 10 años de la vida de su hermano, de su tía, de sus amigos. Había perdido 10 años de su vida. Un día Hiro es un chiquillo y al siguiente ha vivido más que él. Al principio no lo había reconocido; no, claro que no. Tenía ante sí a un joven muy triste con una voz que Tadashi no conocía. Jamás se esperó que él fuera su hermanito: un hombre de 24 años que mira como quien ha vivido más de lo que debería.

Tadashi tenía 20 años el día del incendio. Despertó 10 años después (nueve años, seis meses y 12 días después). Cuando salió de su letargo estaba por cumplir los 30. Todos habían cambiado. Su novia, su hermano, sus amigos, incluso su tía. Había pasado poco menos de medio año desde entonces y aun no se acostumbraba a tantos cambios. Especialmente no a Hiro. Hiro se había vuelto una persona muy triste. Tenía los ojos vacíos, sonreía casi por compromiso. Se la pasaba suspirando por los rincones, ensimismado en lo que quiera que escuchara desde sus audífonos. Le había dado miedo preguntar a Baymax por cualquier dato relevante detrás de la tristeza del menor. Tan solo podía imaginarse la forma en que Hiro tuvo que enfrentar las consecuencias de su estupidez. Podía verlo ahí, un chiquillo de apenas 14 años que ya antes había perdido a sus padres, temiendo por la vida de su único hermano. Soportando la tétrica visión de las quemaduras mancillando su piel. No, estaba demasiado asustado de lo que Baymax le pudiera decir. Y, aun así, necesitaba saber qué ocurría con Hiro. Intentó suerte con sus amigos, pero los chicos se miraron entre ellos de manera nerviosa antes de decirle que no iban a hablar de los asuntos de Hiro.

—Ya llegaron por mí—comenta Hiro sacando a Tadashi de sus pensamientos. Tiene el celular en la mano.

—Me saludas a Kyle—le pide Gogo.

—Aun anda emberrinchado porque no quisiste ir—comenta, se pone de pie y toma su chaqueta.

—Pues entonces dile que no sea exagerado—gruñe— ¿Qué quiere que haga?, tengo mucho trabajo últimamente.

—Creo que está un poco celoso—se ríe, Gogo rueda los ojos.

—Pues ya, dile que se haga lo que quiera y que me debe 5.

Viva las GaygasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora