6. La ciudad de los chinos

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Kyle convenció a Rachel, su mejor amiga desde la escuela media, de que lo acompañara esa noche al bar tras cerrar el restaurante. Rache es la administradora del restaurante y la segunda dueña. Ella y Kyle siempre son los últimos en salir, así que aprovechan la privacidad que eso les brinda para vestirse apropiadamente antes de irse. Viajan separados, ella en su coche, Kyle en la motocicleta. Aparcan en el estacionamiento de empleados.

—Pero recuerda, Takachiho—dice Rachel mientras se baja de su coche—, a cambio de esto debes ir a la casa el miércoles, los niños te extrañan.

Kyle se saca el casco y tuerce una mueca dubitativa.

—Pero Hiro...—comienza Kyle.

—Hiro puede sobrevivir un miércoles sin ti—lo interrumpe ella—. Es más, le vendría bien quedarse un día con su hermano.

Kyle suspira y Rachel pone los ojos en blanco. Ambos saben que no va a ir a casa de la chica el miércoles. Entran juntos por la puerta de atrás. Rachel tiene que tomar la mano de Kyle cuando avanzan por el callejón y el chico comienza a mirar ansiosamente a los rincones.

—No hay ratas—le recuerda ella, aunque sabe que es inútil. Kyle no le responde, pero aprieta el agarre de su mano.

Una vez adentro, Kyle suspira.

—Hubiéramos entrado por enfrente—Rache le dice al oído.

Kyle niega con la cabeza.

—No me gusta saltarme la fila.

Dejan el casco de Kyle con las cosas de los demás. Saludan a los chicos de la barra antes de subir a la oficina a saludar a la madre de Kyle. Luego regresan y se sirven ellos mismos sus tragos. Bailan un rato y juegan entre ellos. Kyle se la está pasando de maravilla, sin embargo, sus ojos van a parar a una silueta conocida y todo se va a la mierda.

Es Hiro. Está de espaldas a él, pero aun así lo reconoce. Va vistiendo unos pantalones de cuero negro y una chaqueta de corte militar con estampado animal-print de leopardo. Kyle sospecha que no lleva puesto absolutamente nada debajo de esas dos prendas. Tiene acorralado a un sujeto pelirrojo contra una de las paredes del bar. Se restriega contra él de forma ansiosa mientras lo besa.

Kyle deja de bailar para verlos. Rachel lo mira extrañada y sigue el rumbo de su mirada para saber qué pasa. Frunce el ceño cuando reconoce a Hiro.

—Vámonos a la casa—le pide tirando de su brazo para llevarlo hacia la salida.

Kyle no se mueve, sigue con la vista clavada en la sensual silueta de Hiro y esa forma tan deliciosa que tiene para moverse.

— ¡Kyle! —la voz de Rachel suena como un regaño, el sujeto aquel mete una mano debajo de pantalón de Hiro y le aprieta el trasero.

—Kyle, no tiene caso. Solo déjalo. Si vas...

Pero en ese momento Hiro saca un frasquito de su chaqueta. Es un Popper.

—Lo siento, nena—Kyle se suelta del agarre de su amiga y avanza entre la gente tan rápido como puede.

Llega con Hiro en el momento justo en que se estaba llevando el frasquito a la nariz. Se lo quita a tiempo y lo lanza lejos. Ambos, Hiro y el tipo que está con él, se giran a verlo. El pelirrojo lo mira molesto. Mide poco menos que él, pero se nota fornido. Kyle está casi seguro de que sabe pelear. Es patético, pero Kyle, con su nula capacidad de pelea, no siente miedo porque sabe bien que Hiro jamás dejará que ese sujeto le ponga un dedo encima.

El sujeto hace el amago de acercarse a él, pero Hiro lo retiene con su cuerpo. No está aplicando nada de fuerza, pero Kyle no cree que haya alguien que pueda negarse a los caprichos de Hiro teniéndolo así de cerca. Hiro le dedica una sonrisa entre seductora y retadora antes de volverse para seguir comiéndose a besos con el sujeto aquel.

Viva las GaygasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora