Nota: Hola mis amores 💕 en lo que acabamos el próximo capítulo les traemos este pequeñito drabble que ya teníamos escrito por el Día de las Madres.
Son solo algunos pensamientos de Kyle sobre Luka 💕 esperamos que les guste.
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Aún recuerdo cuando tuve que correr lejos de casa. El dolor es vago en mi memoria, y su significado a la fecha sigue siendo increíblemente banal. Pero aquellos ojos verdes aún se aparecen en algunas de mis pesadillas. Pocas cosas me han dolido tanto como la indiferencia de Aideen, pocas cosas me han seguido por tanto tiempo como esa mirada impasible y fría que me vio alejarle de la casa de mi infancia sin hacer nada.
Recuerdo haberme detenido a esperar. Esperar a que mi madre se apareciera corriendo por la calle tratando de alcanzarme. Esperar a que mi madre desmintiera lo que sus fríos ojos verdes me habían hecho entender aquella tarde. Pero eso nunca pasó. Me quedé ahí horas, sentado sobre la banqueta, esperándola. La esperé hasta que cayó la noche.
Eso no fue suficiente para matar mis esperanzas.
Los primeros meses que viví con Luka, aún la esperaba. Soñaba despierto con el día en que llamara a la puerta del departamento preguntando por mí. Imaginaba que me diría que había dejado al bastardo de mi padre y que me había buscado hasta el cansancio para estar conmigo. Que era el mayor tesoro de su vida. Que lo sentía por lo que me había hecho pasar. Que me aceptaba como era. Yo la perdonaría entonces. Le daría a Luka un beso en la mejilla para despedirme de él. Le agradecería por todo antes de irme con Aideen. Tal vez nunca en la vida lo volvería a ver. Si lo hacía, ya sería un adulto. Le invitaría un café y conversaríamos. Le diría lo que había sido de mi vida y le agradecería una vez más por cuidarme aquellos meses.
Mi forma de pensar cambió después de un año de vivir con él, aunque no demasiado. Seguía soñando que mi madre vendría por mí. Me pasaba las noches buscando las palabras correctas para decirle a Luka que me iría con Aideen, pero que buscaría visitarlo seguido. También aprovecharía esas ocasiones para ver a Rachel. Llevaba conociéndola menos de medio año, pero ya la quería. Incluso intentaría convencer a Aideen de mudarnos a San Fransokyo.
Fue durante el segundo año de vivir con Luka que comencé a llamarlo Mamá. Aún recuerdo la manera en que las lágrimas se escurrieron por sus mejillas al escucharme. Llamar Mamá a Luka era algo tan natural, tan correcto. No fue difícil acostumbrarnos a ello. Incluso Rachel se refería a él como mi madre. Pero en algún lugar de mi corazón, Aideen seguía siendo mi verdadera madre, la que me dio la vida.
Pensar en la forma correcta de decirle a Mamá que me iría con Aideen se volvió más complicado que antes. Yo sería algo como el hijo de un matrimonio separado. Viviendo de fijo con uno, visitando al otro durante las vacaciones y los fines de semana. Estaba seguro que lloraría a mares cuando tuviera que alejarme de Mamá.
Aquellos sueños seguían ahí cuando cumplí 18 años. Ya no tenía la necesidad legal de estar al cuidado de alguien. A veces consideraba que, si Aideen llegaba a buscarme, simplemente me independizaría para librarme de tener que elegir a una de mis madres. Procuraría visitarlas seguido a ambas. Un poco más a Mamá que a Aideen, por supuesto.
A los 19, decidí que no quería dejar de vivir con Mamá tan pronto. Busqué las palabras para explicarle a Aideen me quedaría en San Fransokyo con Luka. Lo llamaría por su nombre para que Aideen no se sintiera tan herida, también le diría que la visitaría cuando pudiera, aunque eso no fuera del todo cierto. No fue tan difícil como encontrar la manera de disculparme con Mamá por dejarlo. Aquellas palabras nunca las encontré. Pero para Aideen preparé varios discursos cargados de acusación y culpa que me causaban remordimiento solo a veces. La mayor parte del tiempo, imaginarme diciéndole esas palabras, resultaba incluso terapéutico.
Sin embargo, mis sueños de que Aideen llamara a la puerta preguntando por mí, acabaron una madrugada lluviosa de enero. Tuve un sueño agitado, el mismo sueño de siempre, una pesadilla. El dolor, la agonía. Toda esa ira bullendo en mi pecho, toda la vergüenza quemándome la cara. Y ese par de indiferentes ojos verdes que observaban en silencio. Desperté llorando, empapado en sudor y con aquella asquerosa sensación sobre mi piel.
Lo primero que mis ojos enfocaron fue a Mamá. Estaba de rodillas en el piso, al lado de mi cama. Me acariciaba el cabello con dulzura, me observaba preocupado.
— ¿Estás bien, cariño?, estabas teniendo una pesadilla ¿quieres que te prepare un poco de chocolate en lo que tomas un baño?
Recuerdo haberme dado cuenta de que Luka tenía el maquillaje hecho un desastre y los ojos hinchados y rojos. Había estado llorando. Por aquel entonces salía con un tipo, pero después de esa noche no volví a saber de él. Imagino que acababan de terminar, aunque Mamá nunca me dijo nada el respecto.
Acepté el chocolate con un asentimiento de cabeza. Mamá me besó la frente antes de ponerse de pie. Tenía el vestido colgando de la cadera y solo uno de los rellenos de su pecho puesto. No llevaba la peluca, pero sí la red que utilizaba para sujetarse el cabello.
Entendí en ese momento, mientras lo veía salir de la habitación, que Mamá había interrumpido su propio llanto para ir a verme. Que acaba de llegar del trabajo, que apenas se estaba quitando el drag para ponerse cómodo. Que estaba cansado, física y emocionalmente. Que seguramente tenía hecho el tuck y que estaba preparando un chocolate para mí aún con eso puesto.
Esa madrugada, me di cuenta de que tenía una madre maravillosa. Una que me anteponía a él mismo y a cualquier imbécil que pudiera tenerlo enamorado. Entendí que tenía una madre para la cual yo era su más grande tesoro. Una madre que, aunque era capaz de grabarme en los momentos menos oportunos y vergonzosos, jamás dejaría que alguien me hiciera daño.
Y esa madre no era Aideen.
Yo no necesitaba a Aideen.
Aideen nunca llamaría a la puerta preguntando por mí. Y, si lo hiciera, yo no me iría con ella ni le prometería visitarla. Le pediría que se fuera, que me dejara en paz.
Tenía a Mamá, tenía a Luka.
Él era todo lo que necesitaba.
Él es todo lo que sigo necesitando.
Solo necesito a mi madre.
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Nota de Akane:
¿Cómo están mis pequeños y adorables pandicornios? 🐼🌈💕
Felicitaciones y un abrazote a todas sus mamis y a aquellas que nos lean y que ya sean madres, que la pasen muy bonito. 🌹😘🎉
Y bueno, no mucho que decir. Es más complicado escribir en cuarentena de lo que uno se podría imaginar, pero ahí la llevamos.
Esperamos que les haya gustado este pequeño especial en donde vemos un poco más de Kyle y Luka 👨👦💕
Nos estamos leyendo pronto! Matta nee!!! 😘💕
Nota de Marth:
Como diría la frase "Madre es la que cría, no la que engendra" 😂💕 Esperamos que les haya gustado este pequeñito drabble y esperamos que se la pasen muy bien con sus mamás 💕💕
Pronto tendremos el nuevo cap y estamos trabajando en un nuevo proyecto, así que estén atentos 😉
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Viva las Gaygas
FanfictionTadashi Hamada lleva 10 años en coma. La vida de Hiro es una antología de rebeldía, sexo, vicios y excesos que solo empeoró cuando terminó su relación con Miguel dos años atrás. Kyle se ha encargado de no dejarlo hundirse por completo, pero ha tenid...