Sugar pie, honey bunch

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¡¡ATENCIÓN!!

Viva las Gaygas es un fic que se desarrolla en diferentes tiempos, tenemos la línea principal y tenemos los capítulos especiales que se ubican en el pasado o el futuro de la historia.

Este capítulo está ubicado en el pasado, antes de que todo se fuera al carajo.

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Marco lo mira con fastidio desde el otro lado de la pantalla. Tiene un atril a un lado con un cuaderno de partituras en él y el contrabajo del otro. Está sentado sobre el banco alto que le compró Chema, el mayor de sus hermanos, para que practicara. Está un poco alejado de la cámara web y Miguel puede verlo desde la cabeza pasta las rodillas. Está vistiendo un pantalón de mezclilla oscura, una camisa blanca abierta hasta el tercer botón y toda la perra divinidad que se carga.

—No mames—es lo único que sale de sus labios, hay un tono ácido en su voz al que Miguel prefiere no prestarle demasiada atención.

—No tiene nada de malo—se justifica.

Miguel está sentado con las piernas en flor sobre su cama. Tan solo lleva puestos sus bóxers y la playera que usa para dormir. Para Marco son las 11:15 de la noche. Para Miguel apenas pasan de las 9:00. Aunque no le sorprende que su hermano aún no se prepare para dormir, Marco siempre ha sido un chico nocturno, al igual que Chema. Miguel es el único niño bueno al que le gusta dormir antes de las 10:00.

— ¿Una cita? —Marco arquea una ceja, luce molesto y fastidiado— ¿Pedirle que sea tu novio?

—No tiene nada de malo—insiste Miguel.

—Es una reverenda pendejada—suelta Marco entre dientes.

Miguel hace como que no lo escucha. Sabía que a Marco no le agradaría nadita de nada la idea, pero necesitaba intentarlo con él. Es su hermano, su mejor amigo. Han estado siempre juntos. Así que quería que Marco lo acompañara, de alguna manera, en todo esto.

—Realmente me gusta Hiro—trata de explicarle.

—Pues cógetelo y a la verga—Marco toma su contrabajo, lo acomoda frente a sí—. Tan bien que habías durado sin esa pendejada de los novios. Lo único que necesitas es coger, Miguel, y para meterle la verga a alguien no hacen falta sentimientos.

Marco toma su arco de una mesa que tiene detrás de él y comienza a tocar. La melodía que toca debería sonar suave y reconfortante, sin embargo, la música suena enfadada. Miguel puede sentir como cada nota le reclama algo. Un berrinche ¡Perfecto!

—Me gusta más que eso—Miguel trata de explicarle. Marco sigue tocando, actúa como si lo estuviera ignorando, pero Miguel sabe que lo escucha atentamente—. Nunca me había sentido de esta manera con nadie. Hiro es...—Miguel se muerde el labio, no pude sacar de su mente la forma tan bonita en la que Hiro le sonríe con las mejillas sonrojadas y los ojitos brillando con picardía—Hiro es especial—concluye con un suspiro.

Marco para de tocar de golpe y el contrabajo suelta un chirrido horrible cuando el arco se desliza sin cuidado sobre las cuerdas. Lo mira con una ceja alzada.

—Esas son mamadas—escupe, un tono ácido impregnado en cada sílaba.

—Creo que me estoy enamorando—suelta Miguel.

Marco frunce el ceño, un puchero involuntario se forma en sus labios.

—No, te estás apendejando—lo corrige, su voz suena como un gruñido bajo, un gruñido de advertencia.

Miguel vuelve a suspirar. En serio, si Marco se va a poner en este plan, va a ser imposible tratar con él.

— ¿Me vas a ayudar a planear la cita o no? —insiste.

Viva las GaygasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora