19. Haz un Hiro o rómpete una pierna

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Nota:

El "Tuck" dentro del ambiente drag es ocultar y pegar los genitales masculinos para que no se noten a través de la ropa ajustada.... ¿cómo? Digamos que algunas cosas se van hacia arriba y otras hacia atrás, pero no debe ser para naaaaada cómodo.

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Chema siempre se ha sentido tranquila entre los zapatos, siempre la ha relajado meterse en su trabajo. Trazar los moldes, cortar la piel, coser, cuidar hasta el más mínimo detalle. Siempre le ha ayudado a distraerse. Incluso cuando estaba atrapada en Santa Cecilia, cuando su familia no la dejaba salir del taller, cuando sentía que su existencia era un error y no tenía sentido. Meterse en su trabajo la ayudaba a soportar hasta que caía la noche y podía escaparse por la ventana. Hasta que podía sacar su ropa de su escondite y volver a sentirse en su propia piel.

Nunca olvidará la primera vez que hizo un par de tacones. Fue su madre quien le enseñó a hacerlos. Para aquel entonces, ya sabía confeccionar todo tipo de zapatos, pero los tacones siempre eran lo último que les enseñaban por ser de los más difíciles. Es todo un arte. Es cuidar que sean bellos y elegantes. Pero, sobre todo, que sean fuertes. El equilibrio perfecto entre la fuerza y la belleza.

Los primeros tacones que hizo eran horribles. Completamente negros, cerrados, bajos, gruesos y sobrios. El tipo de zapatos que usaban las viejas chismosas del pueblo para ir a misa, solo para salir de la iglesia y hablar mal de todo el mundo. Eran zapatos fuertes y resistentes hechos con los patrones de Mamá Imelda y bajo la supervisión de su madre. Chema recibió muchos halagos por ellos. Después de que su madre les diera el visto bueno, fueron al escaparate. Recuerda quedarse inquieta mientras veía el resultado final. Ya era tarde y ya era hora de cerrar el taller. Se fue a la cama, pero no podía dejar de pensar en aquel par de tacones sobrios en el escaparate de la tienda. Se levantó y regresó al taller.

Los segundos tacones que hizo, en la madrugada y a escondidas de su familia, eran más bonitos. Eligió piel teñida de blanco en esa ocasión, más altos, más finos, con el tacón más delgado. Pasó toda la madrugada trabajando en ellos. Se los probó por la mañana, en su habitación antes de que el resto de la casa despertara. Los tacones la aguantaron durante cinco segundos y luego ¡crash! Colapsaron bajo sus pies. Fue ahí cuando Chema aprendió que la belleza no sirve de nada si no eres fuerte.

La madrugada siguiente hizo el tercer par. Unos tacones de correas abiertos. Sabía fabricar huaraches al derecho y al revés. Incluso había diseñado un par con sus propios patrones. Los primeros para su prima Rosita, los segundos para Hilaria. A su abuela le habían gustado lo suficiente como para poner sus diseños a la venta ¿Qué tan difícil podría ser? Descubrió que mucho. En esta ocasión al menos le dio tiempo de trastabillar hasta la cama antes de que colapsaran por completo.

Fue hasta el par número diez que pudo hacer algo con lo que se sentía satisfecha. Unos tacones rojos brillante, de su talla, con una plataforma delgada y un tacón alto y de anchura media. Recuerda haberse visto al espejo y sonreír. A diferencia de los otros, estos tacones eran fuertes. Le acompañaron por mucho tiempo, nunca la defraudaron cuando se escapaba a los bailes por la noche y se dedicaba a girar y girar hasta la mañana. Tampoco la defraudaron cuando tenía que regresar corriendo por las empedradas calles de Santa Cecilia hasta su casa. Esos tacones la acompañaron en su primera vez en drag, la primera vez que se subió a un escenario y sintió todas esas miradas del público y los aplausos. No importaba que su audiencia hubieran sido 20 pobres diablos perdidos de borrachos, aun así, se había sentido increíble.

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