19 La Luna de miel

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- ¿No es hermoso? – le preguntaste mientras bajaban de la avioneta. Tu esposo no te contestó, sólo miraba maravillado la playa, el mar...

- Jamás creí que podría salir de esos muros tan rápido... Es bellísimo – Tu marido por primera vez sonrió tan ampliamente y unas lágrimas amenazaban por correr por sus mejillas. Lo abrazaste.

- Ya estamos afuera, hay que disfrutar. Pero primero vamos a dormir – le dijiste. Tu marido asintió y fueron directo al hotel. Veías a Erwin asombrado con todo lo que veía, muchas cosas eran parecidas y otras diferentes. Su rostro no lo demostraba mucho, pero en el fondo sabías que estaba maravillado. Llegaron a su hotel e inmediatamente subieron. Se tiraron los dos en la cama.

- Estoy algo estresado – te dijo Erwin

- ¿¿?? ¿Por qué?

- No sé como vaya a estar la Legión, tal vez destruida o con titanes a causa de Hanji

- Jajajaja No te preocupes...Bueno esperemos y cuando regresemos todo esté pasable

- ¡¡¿¿Pasable??!! Oh no puede ser, tú crees lo mismo – dijo tapándose la cara con las manos

- Bueno... no sé si sirva pero... - dijiste mientras hacías caminar a tu dedo medio e índice sobre el abdomen de Erwin – conozco una manera de sacar el estrés – metiste tu mano a su playera y no terminaste de acariciar donde querías cuando tu, ahora marido, ya estaba sobre ti.

Abriste los ojos y la luz entró demasiado fuerte.

- ¿Ya vas a levantarte? – te preguntó tu marido saliendo del baño con una toalla

- ¿Qué hora es?

- Como la una

- ¡¡¿¿??!!

- Eso es un si ¿no? – te dijo sentándose en el borde de la cama

- Si, sólo dormí cinco horas

- Más que suficiente para irnos a pasear

- Si ¿Verdad? - tomaste aire - Yo no conozco esta zona turística, por eso quise venir contigo a ver que encontramos. – dijiste parándote y caminando por una toalla - ¿Podrías...emm...no mirarme tan descaradamente...? Me incomoda – escuchaste una risa por la nariz. Era muy típico de él.

- Pero si ya te he visto más de cinco veces desnuda...Y aun así te avergüenzas. – te abrazó - Es que me encanta lo que puedo desayunar, comer, merendar o cenar cuando yo quiera.

- Ya me voy a bañar – le dijiste. Erwin te agarró y te besó mientras te pegaba a la pared, te encantaban sus labios, siempre iguales y diferentes a la vez.

- Ve, te espero

- Pervertido – dijiste por lo bajo y sentiste una nalgada

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- ¡¡Mira!! ¡¡Mira!! – agarraste a tu esposo del brazo y lo colocaste en una perfecta posición para viera al ave

- Es un charrán patinegro – se acercó el guía de turistas – Es común verlos en las copas de los árboles, pero como es su época de apareamiento están más bajo

- Apareamiento... - tu voz sonó sombría recordando el incidente con tu yegua.

- Sigamos por aquí – alzó la mano el guía para llevar a todo el grupo. Tu marido te tomó de la mano y siguieron adentrándose al manglar que habían decidido visitar, era muy bonito y Erwin estaba feliz. ¿Cómo no iba a estar feliz? Seguro estaría pensando en que fue la decisión correcta motivar a otros para salir de esos muros.

Maldito matrimonio, me hiciste muy feliz. (ERWIN X READER) FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora