A las dos semanas de terminar la guerra el Rey Carlo Grimales vino en persona a Paradise, dijo que se haría un reconocimiento a los sobrevivientes para premiar y a los fallecidos se les harían los honores ahí y los cuerpos serían enterrados luego. La reina Historia estuvo de acuerdo y ahí estabas en la mañana preparándote con tu antiguo uniforme de escolta personal del Rey. Era blanco. Del mismo modelo que todos los demás de Naruo, sólo que era blanco (se parece al de FMAB). Te estaban colocando la parte superior, pero tratabas de no mover mucho el brazo, pero con una mano era......frustrante
- Te ayudo con eso – Erwin terminó colocándote las partes superiores. Y tú te colocaste todas tu medallas y reconocimientos en tu pecho a la izquierda.
- Gracias
- Si. Vámonos ya linda, al rato te invito el desayuno. – te dijo tu marido
- Muy bien, si tanto insistes – le tomaste del brazo y salieron.
Lo primero que hicieron fue presentar sus respetos a los fallecidos y se guardó un minuto de silencio para comenzar a dar un minuto de aplausos. Las trompetas sonaron al momento en que fueron enterrados los militares de Paradise. Luego pasaron a las menciones honoríficas. Todos los líderes fueron nombrados y reconocidos, tu marido recibió dos medallas y estuviste muy feliz. También uno de tus amigos recibió una medalla y para cerrar quedaste tú. Te vocearon y subiste al tapanco, se te dio una medalla por tu trabajo y un reconocimiento por haber traído los documentos que hacían expansión del territorio de Naruo. Ambos reyes te dieron una gema para tu cuello e hiciste una reverencia para pasar a bajar del escenario. Terminado esto tu marido te dijo que fueran a desayunar, pero le dijiste que tenías que entregar unos papeles. Lo hiciste esperar 45 minutos y cuando llegaste tu esposo se enojó, ya que hiciste esperar a los ya conocido con los que te juntabas y a los de la Legión. Cuando te preguntaron el porqué de tu tardanza
- Me acabo de retirar del ejército – les contestaste. Todos te vieron con cara de WHAT – Ya estoy retirada, mis dos únicos trabajos a partir de hoy será el hospital y el ser esposa. Así que ahí tienen, para que no estén llorando niños – te referías a los de la 104 – Ahora sí vamos a desayunar
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- Pues va mejor ¿no? - le dijiste a Erwin tocando el vientre de tu yegua
- Sí, no tarda en dar a luz – Era un día lluvioso y TODA la Legión fue a su casa sólo para ver el nacimiento del hijo del caballo de Erwin y tu yegua. Así que ahí estaban TODOS amontonados. A las yeguas no les gusta que las vean parir, pero esta era diferente y ahí estaba ahora pujando para que el potro naciera. Jean se vomitó del asco.
- Pero si es tu pariente – le dijo Eren para molestarlo
- Eres muy grosero – le dijo Connie a Jean. Esos niños te caían bien
- ¡¡Ya salió!! – gritó Hanji
- Oi, oi ¿Qué es eso? – Dijo Levi apuntando a la yegua que se había volteado un poco y volvía a pujar nuevamente
- ¡¡¡¡Son dos!!!!! – gritó emocionada Sasha
- Esto va a salir caro – dijo Erwin
- Pues obvio, ¿por qué dos? – dijiste algo disgustada. La yegua hizo salir al segundo. El primero intentaba pararse, el segundo ni se movía. Tras varios intentos fallidos de ambos potrillos de pararse y media hora desperdiciada pudieron hacerlo y comenzaron a beber leche de su madre, todos estaban felices por ello. Y hasta se armó fiesta.
Todo terminó a las tres de la mañana y todos se fueron. Nadie se quedó a dormir. Y ahí estaban Erwin y tú limpiando lo último y fueron a ver a los potrillos que junto a su madre estaban descansando. Limpiaste el establo y estaba todo listo para meter al caballo de Erwin nuevamente cuando tu marido llegó
- ¿Está limpio ese heno? - Te preguntó
- Si ... ¿Por qué? – preguntabas mientras ya ibas de salida cuando te encontraste con los ojos de tu marido. Tramaba algo y lo supiste cuando te besó y te acorraló con las maderas. Su cuerpo comenzó a acoplarse con el tuyo y te alzó las manos y las estiró. Tu cuello comenzó a ser atacado con sus besos y su aliento que te hacia estremecer. Te mordió y chupó hasta dejarte una marca. Te sacó el suéter que llevabas – Estamos afuera – le dijiste suspirando cuando sacó tu playera
- ¿Y? – Te quitó el sostén y te comenzó a masajear los pechos, cuando los pezones estuvieron erectos los lamió y chupó. Mientras jugaba con uno atendía al otro con su boca. Tras eso volvió a tus labios y cuando se separaron él se quitó el suéter y camisa juntos, le tocaste todo el abdomen y le recorriste con caricias y besos todo el cuerpo. Cuando llegaste a la cintura te detuviste a morderle sobre la ropa.
Erwin te tiró sobre el heno y te quitó los zapatos y la falda para dejarte en ropa interior, lo imitaste. Cambiaron de posiciones, quedaste en cuatro y te besó lentamente la espalda para pasar a morderte. Besó nuevamente tus labios mientras masajeaba con una mano tu pecho derecho y con la otra bajaba tus bragas y las quitaba aventándolas, estabas lubricada y en seguida tu marido comenzó a dilatarte con sus dedos. Tus gemidos no eran discretos, pero ¿Qué importaba? Estaban en medio de la nada, realmente te gustaba, sus manos te encantaban. No importaba cuantas veces lo hicieran, cada vez era única y diferente. Ése hombre siempre lograba hacerte disfrutar cada momento que compartían en la intimidad. Gemías hasta perder el conocimiento embriagada de placer. No te permitió llegar, así que disfrutó torturándote masajeando tu clítoris. Le pediste que no te torturara más, pero tus súplicas le entraban por un oído y le salían por otro. No pudiste más y te tiraste sobre él, excitada y le rompiste la ropa interior de un solo tirón. Erwin sonrió y rio por la nariz, se volvieron a besar profundamente, en tu cavidad bucal él te saboreaba y sus lenguas danzaban en un ritmo placentero, hasta que tú entraste en su boca, era la primera vez que lo hacías y disfrutaste de ella.
Tu marido te recostó en el heno y te abrió las piernas, antes de acercarse las acarició y tocó cuanto quiso. Se acercó con su miembro bien erecto y te levantó. Comenzó a entrar en ti. Ambos gimieron. Luego otro poco más, Erwin bufaba cada vez que entraba más y más. No entraba fácilmente porque bueno era grande y tú sólo medías uno sesenta, ¿Qué se puede hacer ante eso? Mientras lo hacía te besaba y acariciaba y tú hacías lo mismo con él. Cuando ya estuvo todo dentro esperaron y tras un tiempo comenzó a moverse, lento y luego más y más rápido. Sus embestidas eran fuertes y rápidas, sentías cómo entraba y salía de ti, cómo sus caderas chocaban con las tuyas. Tú le gemías en la oreja y él sólo soltaba bufidos de satisfacción.
Cuando más embriagada estabas de él, de placer y sus aromas te viniste y tiempo después él. Pasaron los efectos del orgasmo de la mejor manera posible, sus cuerpos juntos. Él seguía dentro de ti y pasó a acostarse sobre ti. Ambos estaban bañados en sudor y el heno se les había pegado, por lo que al terminar y recobrar fuerzas se besaron nuevamente y se vistieron. Cuando recordaste haberle rotó la ropa interior a tu marido te apenaste enormemente y él sólo se rio, le reclamaste y hasta dijo que excitada te transformabas, te abrazó y te dijo lo mucho que te amaba. Metieron al caballo y se acostaron en el sofá, estaban muy cansados como para subir y durmieron abrazados.
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Maldito matrimonio, me hiciste muy feliz. (ERWIN X READER) Finalizada
FanfictionTodo comienza porque el Rey Carlo Grimales, gobernador de un país vecino de un país vecino de Marley, decide que hay que hacer las paces con la Isla Paradise, e increiblemente su ejército llega a detener la pelea que se desarrolla en el arco de reto...