CAPÍTULO 26. MAL

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KIM

Oli no ha dejado de llorar y eso me está desesperando un poco. Mi hija amaneció de mal humor y no entiendo la razón de eso.

Beso se cabeza mientras la coloco en mi pecho, salgo de la habitación y llego a la cocina para prepararme un té.

—¿Irán al parque? – pregunto a la niñera.

—Sí, Hay un pequeño show de ponys.

—Diviértanse mucho, está bien. Es mejor si comen algo por ahí, usa mi tarjeta.

—Está bien. ¿Cómo sigue la niña?

—Bueno, espero se calme un poco. Juaquín no está de buen humor por eso.

Mi hijo me mira algo molesto, sé que no pudieron dormir mucho, así que espero ir al médico y que mi pequeña mejore. Aunque no entiendo que ha pasado, la cuido demasiado.

******

—¿Todo está bien?

—Sí, no hay inflamación en la garganta, ni infección estomacal. Quizá estás algo tensa y tu hija recibe esas emociones. Los niños son muy receptivos.

—Espero sea eso. Gracias por atenderme, sé que tienes algunos pacientes con turno.

—No pasa nada. Tranquila. Es parte de mi profesión.

El pediatra me receta algunas gotitas que le ayudarán a relajarse, cuando llego a casa mi hija yace dormida profundamente, al parecer se ha calmado un poco.

Como algo, pero sabía que el médico tenía razón. Desde la llamada de Margaret no dejo de pensar en lo que ha descubierto. Saludo con mis hijos y les doy de comer mientras ellos llegan del colegio. Mi hermana almuerza con nosotros, dejo a los niños en la sala y alisto mi ropa.

—¿Todo bien, Kim?

—Algo ha pasado en la oficina. Debo ir, ¿puedes ver a los niños?

—Sabes que sí. Llámame.

—Lo haré.

>>La leche de Olivia está en la refri, no debe molestarte por unas 2 horas.

Me despido de ellos y salgo hecha una bala. Llego a la oficina, saludo con todos y llego a mi oficina. Margaret me observa algo pensativa.

—¿Todo bien?

—Kim...

Al sentir algunos ruidos en mi oficina, ingreso sin pedir permiso. Mi ira crece cuando escucho la conversación de Bryan con una mujer.

Ellos hablan de los cambios que se harán en mi oficina...

—¿Qué haces aquí? – mi voz es molesta. Ellos me miran con algo de enojo.

—¿No estabas en casa, Kim?

—Estás ciego, estoy aquí. Sal de mi oficina.

—¿No lo sabías? – pregunta con una estúpida sonrisa.

—¿Qué debo saber?

—Hay una vacante libre para tu puesto. Mi esposa va a postular.

—¿Una vacante? ¿De verdad? Que increíble, y por eso debes traer a "la candidata" a evaluar el área.

—Mi esposa fue la mejor egresada de su Universidad.

—No solo se necesita ser la mejor egresada, también hay que ser una buena persona.

JEFE, QUÉDESE CON NOSOTROSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora