EPÍLOGO

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KIM

Olivia da pequeño pasitos, ella es algo insegura porque sus hermanos y padre están al pendiente de cada cosa que hace. Era verdaderamente una hija diferente, al tener solo niños la crianza era diferente, con Olivia debía ser más delicada y paciente. Sus hermosos ojos se abren cuando me ven, sus pequeñas manos se levantan y me pide que la levante, yo muevo mi cabeza riendo un poco, Oli cae sentada y empieza a llorar haciendo un puchero.

—Oh, mi consentida. —La levanto en brazos y beso su mejilla —. No llores, bebé.

Camino con mi hija hacia la cocina. Ya ahi reviso que la comida esté lista. Había hecho algo de pasta y pan de ajo. Oli me pide una galleta, se la doy y arreglo la mesa para recibir a los chicos. Habían ido al supermercado por algunas cosas. El día de mañana salíamos a un camping que organizamos para ellos. Con suerte Austín pudo unirse también, son las vacaciones de la escuela. Dean y yo hemos planificado un viaje a Hawai con ellos, así que estamos descansado un poco de la empresa.

La puerta se abre, los niños entran, cada uno sosteniendo una bolsa de supermercado.

—¿Dónde ponemos esto mamá? —pregunta Joshua.

—Deja en el suelo de la cocina, ya arreglo.

—Ya arreglo, yo, Kim.

—Gracias Austín.

Mientras los nisños ayudan a su hermano mayor, Dean se acerca a mí y besa mis labios.

—¿Cómo te ha ido?

—Fatal. No salgas al supermercado con ellos nunca.

Yo río, pero sé que es cierto. Los niños parecen tener el triple de energía cuando vamos a comprar en ese lugar.

>>¿Cómo está mi hermosa niña?

Olivia le sonríe, despacio le da su galleta y su padre muerde un poco.

>>Gracias.

Olivia me mira feliz, sus pequeños dientes se asoman y yo la beso.

—¿Quieres ir con papi?

Ella asiente y Dean la lleva a su pecho. Los niños salen de la cocina, cada uno de ellos sosteniendo una cuchara de nutella.

—¿No pudieron esperar, eh?

—Es chocolate, mamá. Nadie puede esperar. —Joshua.

—Bueno, será la última cucharada porque salimos a acampar y debemos llevar el chocolate.

—No entiendo porque no solo compramos otro, es decir, es solo chocolate.

—Joshua, no compraremos otro, y ya deja de comer eso. El almuerzo está listo.

—Bien.

—Y...

—¡Las manos! —grita Jouaquín, él es el primero en ir al baño, luego sus hermanos lo siguen.

Acomodo la mesa mientras mis chicos salen del baño, Dean me ayuda también, después de algunos minutos mis hijos se sientan a mí alrededor y empezamos a comer.

—¿Qué tal la nueva escuela, Austín? —Convivir con él era sencillo, era un chico muy maduro para su edad, y de cierta forma eso era lo que más me gustaba, solo que para poder tenerlo aquí, habíamos pasado por algunos procesos, incluso legales. Esa mujer odiaba mucho a Dean, y se notaba su rencor. Lo bueno es que ha cedido gracias a la presión del abogado, y ahora tenemos a Austín en un Estado cercano.

JEFE, QUÉDESE CON NOSOTROSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora