KIM
Abro los ojos sintiendo unas manitas en mi rostro. Era mi hermoso Juaquín, mi pequeño niño que cumplía 2 años el día de hoy.
Me levanto sintiendo un pequeño dolor por mi espalda baja. Tres embarazos y este parecía ser el más pesado. Tenía cinco meses y dos semanas, lo cual ya se notaba.
—Hola bebé.
—¡Mami! —chilla emocionado. Sus manitas me abrazan despacio y yo no dejo de besarlo.
Me levanto de la cama sosteniendo su mano, agarro mi bata de seda y salgo al pasillo por mis otros pequeños.
—¿Qué hacen despiertos tan temprano?
Joshua y Diego sonríen mientras observan un programa de tv.
—Juaquín no tenía sueño, nos despertó —añade Diego.
—¿Han comido algo?
—Cereal —dice Joshua, indicándome la caja.
—Bueno, eso no es un desayuno.
—Es sábado, mamá.
—No discutiré eso —río. Juaquín corre cuando una de sus caricaturas favoritas aparece en pantalla. Yo camino a la cocina y empiezo a preparar algo.
Mi celular suena y uno de mis hijos lo va a traer de la habitación.
—Hola —exclamo al contestar.
—Kim.
—Hola, Dean. ¿Cómo estás?
—¿Está el pequeño Juaquín?
—Sí, parece un loro. Quiero repetir cada cosa que escucha.
—Me alegra mucho. ¿Puedes abrirnos la puerta?
—¿Estás aquí?
—Sí.
Camino para seguir la orden, Dean lucía tan hermoso y a su lado Margaret. Antes de que pueda hacer algo, sus labios sellan los míos y lo abrazo.
—Te extrañé.
—Llegué hace 2 horas.
—Luces cansado.
—Estoy bien.
Dean había viajado a México, pero finalmente estaba aquí conmigo. Los invito a entrar y los niños corren a saludar.
—¿Nos trajiste algo?
—¡Joshua! —lo regaño.
Ellos ríen, pero Dean obviamente había traído algo para ellos, unas golosinas, las cuales no dejo que coman porque deben desayunar como se debe.
—Kim, deja me encargo. Ve y cámbiate.
—Gracias, Margaret.
Al caminar por la sala, veo como Dean conversa con Juaquín y le da un hermoso regalo. Sigo a mi habitación y empiezo a elegir algo de ropa.
—¡Au! —chillo desprevenida al darme cuenta que mi bebé ha pateado.
—¿Todo bien? —pregunta su padre.
—Me ha pateado —Doy vuelta y lo miro. Mis manos se mueven por mi barriga hasta que el logre ubicarse de la manera correcta.
—¿Kim?
—Calma, solo está buscando la posición adecuada. —Respiro algunas veces más y camino hacia él—. Tu hijo es complicado.
—¿Y si no es un él?
—Bueno, igual es tuyo.
Dean pasa sus manos por mi cintura y me besa despacio. Sus besos se intensifican mucho más, solo que lo alejo al darme cuenta que no estamos solos.
—Ya tendremos tiempo para eso.
—Lo sé.
******
El cumpleaños de mi niño lo habíamos pasado en casa, yo era el tipo de madre que pensaba en una gran fiesta cuando mis hijos tengan un poco de conciencia sobre eso, Juaquín apenas entendía que se trataba de él, y fue fenomenal. Su risa nos había cautivado por completo, mi pequeño chico era tan inteligente y social que me sorprendía demasiado.
El lunes por la mañana parecía una loca con tanto papeleo en la oficina, gracias a Dios había podido comprar ropa maternal ya que las cosas apretadas no favorecen mi labor. Llevaba un jean elástico, unos zapatos de plataforma y una blusa un tanto holgada, no es que pretendía ocultar mi vientre, solo que eran muy cómodas.
—Kim...
Antes de que Margaret pueda hablar, Bryan ingresa a la oficina sin pedir permiso y con esa actitud tan prepotente que lo caracteriza.
—¿Ahora no sabes llamar a la puerta?
—No creo y te interesa mucho saber quién soy, digo, hombres entran y salen de tu vida tan rápido que me sorprende.
—Margaret puedes retírate.
—Pero Kim...
—Está bien. Tranquila.
La pequeña chica sale de la oficina. Yo dejo de hacer mi trabajo y lo veo.
—¿Qué es lo que quieres?
—Tus reportes están mal.
—No lo están. Nunca hago un trabajo mal hecho, lo sabes.
—Pues no nos han gustado.
—¿A ti? ¿O a los bufones que te siguen?
El camina hacia mí y nos enfrentamos.
Cara a cara.
Sin temor.
—Abres tan fácil las piernas, Kim que me sorprende la cantidad de hijos que llevas.
—Y a mí me sorprende la cantidad de mierda que sale de tu boca. No entiendo cómo es que alguien que deja y sus empleados hagan el trabajo por él puede tener un puesto como el tuyo.
—No me retes maldita...
—¿Todo bien por aquí? —La voz de Dean nos interrumpe. Nuestras miradas se cruzan, puedo ver la ira en él.
—Solo hablábamos —dice mi "compañero"
Yo no digo nada. Dean se coloca a mi lado, su mano cubre mi hombro y me apega mucho más a él, su mano desciende a mi estómago y los ojos de Bryan se abren por completo.
—No debes alterarte.
Oh... — los dos vemos como Bryan sigue insinuando cosas así de nosotros.
—Ahora lo entiendo.
—¿Qué? —pregunta Dean muy molesto.
—Nada. Buen día.
Bryan sale de ahí y suelto un suspiro de enojo. Dean me abraza y besa mi frente.
—¿Qué fue lo que dijo?
—Nada, solo estupideces. Gracias por venir.
—Margaret me llamo.
—Hemos empezado a las habladurías, ya sabes "La nueva pareja". Esto no acabará bien.
—Calma, Kim. Que eso no te afecte.
—No lo hará si tú estás a mi lado.
ESTÁS LEYENDO
JEFE, QUÉDESE CON NOSOTROS
RomanceQuedarse viuda y con tres hijos resultó ser lo más difícil que jamás imaginé. Llevaba un estilo de vida que no sabía era existente, apenas dormía lo suficiente como para decirle a mi cuerpo que soportaría otro días más. Entre ser mamá, trabajar, aca...