KIM
Estaba furiosa y molesta.
Todo marchaba muy mal.
Odiaba que las cosas que se efectuaban de esta manera.
Si bien no estaba muy segura, era obvio que Bryan estaba tratando de hundirme; sacarme de la empresa y enviarme incluso a la cárcel.
Odiaba eso de él. Era increíble lo que la envidia podía hacer, convertir a una persona en alguien fuera de sí, en podrir su alma y mente.
Odiaba eso.
No me gustaba nada de lo que pasaba, y para variar al menos debía tener pruebas contundentes, si mi firma estaba ahí quería decir que: o firmé por error (lo cual no tenía sentido, yo leía cada cosa que firmaba), o alguien falsifico los documentos.
Mientras me bajo del vehículo, enciendo mi celular y activo la grabadora de voz, al menos podré con esto. Es algo tarde, los empleados deben saber salido ya mismo.
Saludo con Oscar mientras subo por el ascensor. Debía enfrentar a Bryan como sea, era obvio que él quería hundirme. Subo a su piso mientras planeo mi jugada, sé que grabar sin su consentimiento es ilegal, pero en este caso debo hacer mi jugada de esa manera.
Algunos empleados se despiden de mí, es tarde y ya h culminado su jornada, los que se quedan es quizá por algo pendiente.
—¿Bryan? —le pregunto a su asistente, quien camina con su bolos, seguramente ya yéndose.
—En su oficina.
Camino hacia el lugar, abro la puerta de golpe. Sus ojos se conectan con los míos.
—¿A que debo el honor de tu visita?
—Ya sabes, visito a un viejo amigo.
—Él no quiere tu visita.
—¿No vas a invitarme una copa de vino?
—¿No estás en periodo de lactancia?
—Dije una copa, no una botella.
—Estoy ocupado, ¿Qué es lo quieres?
—Conversar.
—¿Sobre qué?
—Sobre tus intensiones.
—No entiendo.
—Oh, lo haces —señalo—. ¿Por qué quieres hundirme?
—¿Hundirte? ¿A ti? ¿No abres muy rápido las piernas para conseguir lo que te propones?
—¿Lo hago? ¿Me has visto?
—No hace falta, conozco a las de tu clase.
—¿Cómo somos según tú?
—Rápidas.
—¿Dudas de mis capacidades?
—Lo hago.
—Vaya, supongo tu esposa es igual. Ya sabes, quizá lo único que hizo para conseguir postularse en mi puesto fue abrir las piernas a...
—¡Cállate!
—Entonces no hables así de mí. No lo permitiré, y tú y yo sabemos lo que estás haciendo para quitarme del camino.
—No lo hago.
—Lo haces, estás manipulando información, Bryan, y si sigues así esto terminará mal.
—¿Qué hice según tú?
—Falsificaste el presupuesto, y quien sabe que cosas más.
—¿No hice eso? Tú firmaste el presupuesto.
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JEFE, QUÉDESE CON NOSOTROS
RomantizmQuedarse viuda y con tres hijos resultó ser lo más difícil que jamás imaginé. Llevaba un estilo de vida que no sabía era existente, apenas dormía lo suficiente como para decirle a mi cuerpo que soportaría otro días más. Entre ser mamá, trabajar, aca...