Bandera blanca

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Les contaré una epopeya.

Perdí una batalla.

Lo curioso es que era contra mi propio corazón.

El muy necio quería enamorarse.

Yo le decía «No, no y no»

Como suele pasar, no me hizo caso.

Esto causó un severo conflicto.

Yo le daba mis razones para no amar, pero él siempre tenía un carta debajo de la manga.

Le dije que no iba a ceder ante impulsos irracionales.

Entonces, me dijo «Terminarás cayendo»

Esto, obviamente, puso en alerta a todos mis sentidos.

No dormía porque no era amenaza lo suyo, sino una promesa.

No era prudente estar con la guardia baja.

Fueron momentos difíciles...

Hubo ocasiones en que me sentía tranquila.

Como si la marea se hubiera calmado.

Días donde sólo esperaba con paciencia para poder dar un contraataque.

Hasta que un día llegó el primer golpe.

Joder, no me lo esperaba.

No pensé que mis barreras fueran derrumbadas con una simple mirada.

Hice todo lo que pude para mantenerme firme.

Pero todo fue en vano.

Ya no sabía que hacer.

Usé todas mis fuerzas para no caer.

Desperté y supe que toda esta guerra no tenía sentido.

Entonces, saqué la bandera blanca.

El corazón, contento, asintió.

Y cerré ese mal capitulo con un beso de aquél ser que, sin querer, tiró todas mis murallas para amarme.

Hablemos con el corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora