No te esperaba en la lluvia de mi vida.
Donde nada florece porque se ahoga.
Donde todos huyen a un lugar mejor.
Entrando en mí sin nada para guiarte.
Intentando encontrar un tesoro.
Te dije que sólo perdías el tiempo.
Pero, entre tus manos, tenías polvo.
Polvo de lo que había sido mi corazón.
Creí que te irías, no me hubiera sorprendido.
Ya estaba avergonzada de mí misma, lo podría soportar.
Sin embargo, te quedaste.
Tomaste cada grano de ese polvo.
Tenía el mal presentimiento que lo tirarías por la ventana.
Ya no me servía, ¿para qué tenerlo aquí?
Te lo llevaste.
Y te fuiste.
Intenté no extrañarte, pero fue inútil.
Mi soledad se había acostumbrado a tu compañía.
Al día siguiente, regresaste.
Tenías un lindo obsequio.
Supuse que alguien te lo había entregado.
Pero me lo diste.
No quería recibirlo.
Porque no tenía nada para darte.
Estaba vacía, sin nada que valiera la pena.
Sin embargo, tu sonrisa mató toda razón para no abrirlo.
Cuando le quité el envoltorio, vi algo precioso.
Algo tan magníficamente delicado.
Era un corazón de cristal.
Perfecto.
Más frágil.
Más fácil de romperlo.
No te lo niego, era hermoso.
Pero no lo merecía.
Y sabía que tarde o temprano se haría en pedazos.
Me dijiste que era mi corazón.
Y como tal, lo cuidarías.
No esperabas nada a cambio.
Sólo querías quedarte a mi lado.
Porque me querías.
Querías cada gota de mi lluvia.
No entendí por qué lo hacías.
No dijiste nada, sólo tomaste mi corazón.
Lo pusiste en su lugar y me besaste.
Me besaste como si mañana te fueras a la guerra.
Aunque aquí estaba librándose una batalla de sentimientos.
Mis sentimientos.
Nadie puede asegurarme que al final no dolerá.
Pero quiero vivir lo que se está quemando en mi interior.
Esa hoguera que encendiste no por ti, sino por mí.
Para que viera entre tanta oscuridad.
Tú viste en mí lo que el cielo nocturno no tiene.
No sé qué sea, pero ahora te lo entrego.
No te esperaba, no te esperaba.
Pero aquí estás amándome.
Aquí estoy amándote.
Aquí estamos amándonos.
Bajo la lluvia de mi vida.
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Hablemos con el corazón
Romansa¿Cuántas veces no hemos oído la frase "Escucha a tu corazón"? ¿Realmente lo hemos hecho? En él guardamos secretos y escondemos dolores; es momento que los dejemos salir.