Capítulo 40

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Después de levantarse de no sabía un sueño o pesadilla, con el mismo carácter indiferente de siempre, solo que ahora le había llegado más brusco que la última vez, sumándole que si no lograba lo de hoy, sus madre sufriría las consecuencias.

La verdad en su perspectiva, no sentía tan mal, ya lo había sufrido antes, no encontraba algo sorprendente, pues hasta lo más sorprendente se había vuelto cotidiano, no tenía nada, más que su madre, a la quien quería sacarla de un mundo donde era reprimida, no importaba lo que le pasaba.

Bajo a desayunar solo, no esperó ni a Pansy y Blaise, cuando llegó sintió una mirada en si, no le agregó importancia y siguió hasta su lugar, disponiéndose a desayunar.

Hola Draco -escuchó junto a él, unos minutos después de sentarse una risueña Astoria, que sorpresivamente, le resultó cautivador en su primera vista- ¿estás bien? -le preguntó con real interés, aún frunciendo el ceño, se sentía atraído a una belleza o sentimiento que antes no pasaban de la amistad

Hola, sí, sí, gracias, buenos días Astoria ¿Qué se te ofrece? -con genuina amabilidad, sonrió y un ambiente más cálido se apoderó de él

Solo quería decirte que estás más guapo cada día -con un sonrojo evidente, la castaña se peinó su larga cabellera con sus dedos

Yo, también estaba pensando en ello, en serio -añadió cuando vio la ceja alzada y una sonrisa ladina en la chica -como si de hace tiempo estuviese ahí, pero no salía -posó su vista en sus manos y la entrelazó con la de la chica -y me gustaría expresarlo, claro, si estas de acuerdo -con un entusiasta asentimiento, junto sus hombros y sonrió inconscientemente

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San Potter es raro pensó alejándose con la mano de Astoria en la cintura y la suya apoyada en sus hombros y aún más Pansy ¿Cómo que ¨¿cómo se lo habrá tomado Potter?¨ que le pasaba? No tengo duda, se están volviendo locos

¿Estas bien cariño? -Astoria caminó más lento y le acarició la mejilla

No es nada preciosa, solo que no entiendo a las chicas -le acarició el cabello y le besó la coronilla

¿Por qué lo dices? -lo vio con la inocencia en su mirada

No es nada -después de recapitular, sería estúpido contar algo tan absurdo como lo era su amor platónico por Potter -mejor pasemos el tiempo, cenamos y quiero ir a dormir

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¿Están listos? No quiero escuchar algún lloriqueo -caminó por el silencioso pasillo dirigiéndose hacia la sala de menesteres -me escucharon ineptos de mierda -se volvió brusco con la varita en alto

Draco, si, por Merlín, cálmate -Terence había alzado las manos en modo de escudo

Satisfecho de las caras de asombro en los demás e ignorando todo aquello que estuviese a sus espaldas, caminó con la mirada fija en el camino, donde cada paso que daba, debía de reconocer, era inquietante, cada latido era más de los sesenta por segundo, mantenía un perfil indiferente, furioso, por dentro estaba reviviendo lo que nunca pensó volvería a pasar.

La noche estaba con un viento helado y suspirando hondo se ordenó calmarse, en el pasillo lo único que se escuchaba eran los pasos del grupo de seis, Draco iba en la cabeza ojeando que Peeves no se asomara.

Una cosa era estar al frente de una "misión" mandar y dirigir todo antes del día que era y otra totalmente distinta estar al frente del lugar donde tenía tantos recuerdos, renovado, como si nada hubiese pasado, como si ese fuego maldito nunca hubiese tragado todas aquellas cosas sin utilidad. Su mente revivió tantos recuerdos, borrosos, eran secuencias fugaces, sin embargo, había llegado una en específico, de la cual sacudiendo eso se obligó en no pensar en San Potter y su remilgo por haberlo salvarlo en la Mansión Malfoy.

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