El desesperante ruido del móvil de mi hermano hace que despierte de mi maravilloso sueño.
Es increíble que una vez más el idiota ese no pueda colocar en modo silencioso ese aparato, quizás ya no existan neuronas en esa cabecita, en este mismo punto dudo el hecho de que hayamos compartido el mismo útero y que sea mi mellizo.
Me levanto de mi cama rápidamente abro de un solo golpe la puerta entro a su habitación que queda justo a un costado de la mía y sin importar que esté haciendo me dirijo hasta la mesa de noche y apago ese maldito aparato.
- ¡Daniela! ¿Qué haces aquí? – grita como una niña de kínder mientras ruedo los ojos al verlo envuelto en una toalla.
- ¡Te juro que donde vuelva a escuchar el maldito sonido de ese aparato te lo aviento por esa ventana directo al lago de los patos!
- Oye, pecosa deja el malhumor – se queja mientras se despeina sus cabellos-. Te pareces a papá cuando no encuentras las llaves de su auto.
- Estoy hablando enserio Sebastyan, no voy a medir mis acciones si me despierto otra vez mas con ese sonido, solo porque no te entra en gana responderle las llamadas a una de tus novias.
- Ya dije que no son novias – sonríe-. Son fans.
- Ay por dios – refunfuño.
Es un ridículo. Se parece tanto al estúpido de Salvatore. Bueno mi hermano es más decente que ese rebelde.
- ¿Ya te dijo mi padre la noticia?
- ¿Que noticia? – me cruzo de brazos.
- Primero cepíllate, tu aliento apesta a rata muerta.
- ¡No es cierto! – me tapo la boca y él suelta una risa.
Maldito estúpido.
- Los Lombardi van a venir a quedarse aquí.
- ¿Que?
- Bruno hablo con mi papá hace unas semanas. Al parecer va ser definitivo.
- ¿Vienen a Seattle?
Sebastyan asiente. Hace cinco años no sé nada de como luce Salvatore. Bueno solo en las fotos que envía Julieta en sus vacaciones por todo el mundo. La vida es muy pequeña y curiosa. Julieta Lombardi es la hija menor de la familia, es mi mejor amiga y la que más me conoce en el mundo, después de.. Sebatyan claro esta. En fin Julieta es la hermana de Salvatore el mayor de los hijos de Bruno y Camila, el mejor amigo de mi hermano y el idiota que siempre se ha burlado de mí. Por eso no nos llevamos nada bien.
- ¿Que? ¿Sorprendida porque al fin lo veras después de cinco años?
- Deja las estupideces, poco me importa ese imbécil.
- Claro.. – esboza una sonrisa-. Son tal para cual.
- ¿Cuando llegan?
- No lo sé, ya sabes que nunca avisan de sus llegadas.
- Bueno.. no tendría por qué estar aquí preguntando como si me interesara el hecho de que regrese – salgo de la habitación de mi hermano y me meto a la mía.
Mi infancia hubiera sido la misma como cualquier niño, a excepción del día en que lo conocí, tenía tres años y me pareció el niño más lindo que había visto, con esos ojos azules preciosos, parecía un ángel, pero pronto me equivoque, ese niño era el mismo satán en persona, rebelde, patán y travieso. Hacia llorar a todos, hacia bromas pesadas, y aunque su padre siempre lo regañase, parecía no tenerle miedo. Salvatore me fastidio cada uno de mis años de infancia, cuando cumplí seis me pego un chicle en el cabello, llore porque mamá tendría que cortarlo, pero eso no fue lo peor que sucedió aquel día, mi padre se enfureció y discutió con el de Salvatore, y cuando aquéllas cosas sucedían. Todo el mundo en la mansión debía echar a correr si no quería que el décimo círculo del infierno se abriera debajo de nuestros pies. Las únicas que pudieron calmar los ánimos fueron nuestras madres. Creo que ellos son los que les tienen miedo a ellas.
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Inevitable Atracción
Teen FictionSalvatore Lombardi, el niño con el que jugaba a las escondidas, el mismo idiota que me pego un chicle en el cabello en mi cumpleaños número seis, la persona más fastidiosa, odiosa y orgullosa del mundo. Un narcisista de primera. Y para colmo el mejo...