Capitulo 31

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//Daniela//

He despertado hace unos minutos y la primera imagen que me lleve fue de Julieta sentada en una de las sillas que dan al lado de la camilla en la que me encuentro, Salvatore no estaba por allí y de pronto sentí miedo de lo que estuviera sucediendo.

- Ya te he dicho que vendrá en cuanto resuelva el asunto por el cual se fue.

- Eso no me calma Julieta, ya hubiera regresado y juro que me estoy volviendo una paroica creando teorías en mi cabeza.

- El medico ha dicho que no te alteres, recuerda que tienes indicios de asma.

Asi es asma. Por si no fuera poco ahora parecía padecer de aquella cosa, ahora tenía sentido la forma en que mareaba y la falta de aire, al parecer la había intensificado con el estrés que estaba manejando.

- Creo que es mejor que recoja mis cosas y me vaya de aquí, odios los hospitales y todo lo que tenga que ver con el alcohol – me retiro la manta que tengo encima y me siento en el orillo de la cama para buscar mis zapatos.

- ¿A dónde vas? ¿A buscar a ese imbécil? - escuchó las palabras de mi hermano cargadas de rabia.

- No te interesa lo que vaya a hacer – gruño molesta.

- Tú no te vas a ningún lado Daniela – sentencia señalándome con el dedo-. Te devuelves enseguida conmigo a Seattle. Aquello definitivamente me saco una enorme carcajada.

- Estas loco. ¿Quién te ha dicho que aceptare ir contigo?

- No voy a discutir esto contigo – me sujeta fuerte de mi mano a modo que me saca de la camilla-. ¡Te vienes conmigo y es lo último que te diré!

- Podrás ser mi hermano, pero eso no te hace dueño de mi vida.

- Salvatore es peligroso.

- ¿Y acaso no los somos todos? Te recuerdo tú no eres un santo. Torturas y matas personas. La realidad de nuestra familia es esta.

- Mi padre siempre te ha querido lejos de esta vida Daniela. ¿Podrías pensar en eso un segundo?

Me quedo en silencio con aquellas palabras. Mi padre ha sido reservado en sus cosas, sin embargo nunca dejo de mostrarme una vida que no incluyera al trabajo al cual se dedica. De niña siempre me repetía que debía ser distinta y no convertirme en una persona como él. Ahora aquellas palabras hacían hueco en mi cabeza. Como un eco que no estuviera listo para detenerse.

- ¿Te ha dicho que esta emocionado por tu beca a Francia? Abandona toda esperanza que tengas con Salvatore y por tu bien márchate a Francia. Deja esto de una vez por todas.

- ¿Crees que es fácil venir y decirle a alguien que deje sus sentimientos de lado? No soy un maldito robot – me he soltado de su agarre y he tomado las llaves del auto de Julieta.

- ¿Qué piensas hacer?

- Voy a buscar a Salvatore por mi cuenta, no quiero que nada le suceda.

- No te voy a detener a que lo hagas. Pero piensa en lo que te he dicho.

No podía simplemente pensar en esa posibilidad, sabía que no podría hacerlo, sería incapaz de pedirle que las cosas terminen. No sabía a donde ir, menos tenía una pista que arrojase el lugar en el que pudiera estar. Me detuve a pesar un momento en los sitios a los que iría y pronto mi mente arrojo la dirección que noches atrás había descubierto con Julieta. Conduje lo más rápido que pude hasta llegar a aquella vieja bodega. Parecía que no hubiese nadie allí, ni adentro ni en ningún lugar cercano al sitio. Tuve miedo de lo que fuera a suceder, pero debía admitir que más miedo tenia de la reacción de Salvatore al verme allí, a la larga n me importaba solo quería verificar que estuviera bien, ayudarlo si podía hacerlo, porque de algo había aprendido en este tiempo en el que habíamos estado juntos. No podía salir de casa desarmada o indefensa. No era una princesa que buscaba ser rescatada. Quería ser el maldito dragón que escupiera fuego ya atacara a sus enemigos. Y lo estaría dispuesta a hacer las veces que fueras necesarias.

Inevitable AtracciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora