Zorevelaciones

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Escucho un grito ahogado a mi alrededor, al parecer varios pokemon habían presenciado el combate cuando me reconocieron, se sentía bien tener algo de público, aunque no sabía porque lucían tan asustados, o la humana tan confiada, yo me sentía... bueno, no sentía nada ¿Acaso estaban preocupados porque no evolucione, o era por la Ultrabola? Necesitará más de una si planea capturarme, en realidad, ni con todas las pokebolas del mundo lo lograría, no iba a permitírselo. La esfera surca el cielo hasta posarse un par de metros sobre mí, un par de Purrloins gritan aterradas al verla caer, pero yo simplemente sonrió mientras de un Pulso Umbrío la mando a volar. La cara de la humana no tenía precio, ignoro los vítores mientras doy media vuelta para irme.

— ¡Eso no se vale! — se queja furiosa, la veo de reojo para notar que ya tiene otra de esas esferas en la mano.

No sabes cuándo rendirte ¿No es así? — está vez hablo su idioma apropósito ya que quiero que me entienda — por si no lo notaste, no soy un Zorua normal, no soy un pokemon normal — una niebla empieza a rodearme transformándome en una versión gigante y monstruosa de un Zoroark con nubes de espeso humo brotando a mi alrededor y fuego en mi mirada (literal) — ¡NO ME DEJARÉ CAPTURAR POR UNA SIMPLE HUMANA COMO TÚ!

— ¡AAAAAAAAAAHHHH!se va corriendo.

Vuelvo a la normalidad en lo que me doy cuenta de que mis espectadores huyeron aterrados, a decir verdad, hasta yo mismo me asuste un poco, la extraña sensación en mi pecho me molesta una última vez antes de desaparecer, creo que me he excedido un poco, el sol ni siquiera ha terminado de ascender y ya me terminé las bayas curativas, si tan solo conociese a alguien que pudiera fabricarlas infinitamente... oh, claro.

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Con mi invisibilidad para evitar problemas logro llegar al claro donde Trevenant parecía estar esperándome, había un aroma extrañamente familiar por el lugar, lo había notado antes, pero nunca con tanta fuerza como ahora, pero inmediatamente dejo de pensar en él al ver el montón de bayas sobre un tazón de madera en medio del claro, busco al que las dejo con la mirada para agradecerle, no lo encuentro por ningún lado, bueno, ya aparecerá. Empiezo con una baya Safre para curar mi quemadura ¡Estaba deliciosa! Sumerjo el rostro en el tazón devorando todo lo que está a mi alcance.

— Vañam que te esmeñaste — felicito a mi amigo con la boca llena, supongo que está descansando entre unos árboles, pero ni siquiera alcanzo a ver su ojo sobresaliendo entre ellos — ¿Trev, estás ahí? — pregunto ahora algo preocupado, algo no andaba bien.

Empiezo a arañar la corteza de los troncos uno por uno tratando de despertarlo si es que está dentro de uno de ellos, grito su nombre, incluso intento lanzar un pequeño Pulso Umbrío que agita las hojas alrededor, aun después de eso no lo veo por ningún lado.

— Oye ¡Esto no es gracioso! ¿Dónde estás? — escucho algo moviéndose entre los arbustos, me preparo para luchar en caso de que sea necesario — ¿Quién anda ahí? — escucho unos pasos acercándose, empiezo a ponerme nervioso ¿Y si era Zoraya, o alguien del clan al que tenía prohibido ver, o un Scolipede con ganas de pelear? Esperaba que fuese la última opción.

— Zorel ¿Eres tú? — pregunta una voz familiar.

Me sorprendo alegremente al verlo ¿Dónde se había metido? Creí que no le gustaba salir, tras el pequeño susto prefiero esperar un poco antes de interrogarlo así que vuelvo a mis bayas, él parece contento al ver que me gustaron, se acerca lentamente con los brazos a la espalda y su ojo alegremente cerrado hasta colocarse junto a mí.

Zoruamor e IlusionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora